La UPSA e IMICASAL analizan el papel de la mediación familiar en los procesos de crisis familiar

La jornada comenzó con la participación de Ana Belén Correa Morejón, psicóloga forense; y Alicia García Peña, trabajadora social forense del Equipo Psicosocial de Valladolid, quienes detallaron su intervención en los procedimientos de familia

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La UPSA e IMICASAL analizan el papel de la mediación familiar en los procesos de crisis familiar
La UPSA e IMICASAL analizan el papel de la mediación familiar en los procesos de crisis familiar

El Instituto Superior de Ciencias de la Familia de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA) desarrolló este martes por la tarde el curso ‘Los hijos en el proceso de mediación familiar’, en colaboración con el Instituto de Mediación del Ilustre Colegio de la Abogacía de Salamanca (IMICASAL), en el que abordaron los cambios que se producen en los hijos durante los procesos de crisis familiar, así como las estrategias de intervención de los mediadores.

La jornada comenzó con la participación de Ana Belén Correa Morejón, psicóloga forense; y Alicia García Peña, trabajadora social forense del Equipo Psicosocial de Valladolid, quienes detallaron su intervención en los procedimientos de familia. “Nuestro principal objetivo es proteger el interés superior del menor. La exploración es del menor, el informe es del menor y se va a determinar su custodia. Por lo tanto, él va a ser el eje principal de nuestra intervención”, subrayaron.

Cuando una ruptura de pareja se judicializa, se produce una alta exposición del menor al conflicto entre los padres. “Y el problema no acaba cuando el juez dicta sentencia, el deterioro emocional es más prolongado”, advirtieron. Por ello, Correa y García reconocen la mediación como una opción más favorable para los padres, “porque hay un menor impacto emocional, la resolución es colaborativa y sirve a lo largo de la vida del menor”.

Procedimiento del equipo psicosocial

Respecto al impacto emocional del menor en la citación en el juzgado, las profesionales distinguieron la incertidumbre de los hijos por no saber a qué se enfrentan, respecto a la angustia que experimentan muchos menores, cuando ya están posicionados en el conflicto provocado por sus padres. “Por ello, siempre hay que crear un ambiente de confianza, que hablen sin presión, y si detectamos alguna desestabilización emocional, paramos la exploración”, aclararon.

Las expertas explicaron el procedimiento a seguir en la exploración de las familias cuando son derivadas al juzgado. “Para nosotras, la principal prueba metodológica es una buena entrevista semiestructurada e individual con cada uno de los miembros de la familia”, insistieron.

Tras la valoración de la entrevista, el equipo psicosocial realiza varias pruebas psicológicas para detectar si hay alguna dificultad en las conductas o para valorar la personalidad del menor. En ocasiones, también se ponen en contacto con otros profesionales, como los educadores; realizan visitas a domicilio, o incluso, si es necesario, vuelven a citar a los progenitores para contrastar información. “Valoramos la situación familiar, las capacidades parentales de cada progenitor, cómo protegen a los menores, su capacidad educativa, su implicación diaria, la relación entre los progenitores, la facilidad de acceso del otro progenitor a los hijos”, señalaron.

Además, las expertas consideran fundamental la observación desde la sala de espera, durante el transcurso de la entrevista, y hasta que termina la exploración. “Observamos la coherencia entre la comunicación verbal y la no verbal en los menores, y que sea acorde lo que dice con su reactividad emocional”.

Por último, Correa y García reivindicaron la necesaria colaboración interdisciplinar desde una visión de integración psicológica y social para analizar estos casos.

Los hijos en el proceso de mediación

Por su parte, el psicólogo y mediador del Servicio de Mediación Familiar del País Vasco y profesor del Máster Universitario en Orientación y Mediación Familiar de la UPSA, Miguel Ángel Osma Cortés, centró su ponencia en los aspectos cognitivo-psicológico-emocionales que vive un menor ante una crisis o ruptura de sus padres, y el papel del mediador familiar en este proceso.

“La sociedad es cada vez más compleja y eso genera más conflictos”, consideró. Por ello, el mediador destacó la mediación familiar como vía para mejorar la comunicación entre los miembros de la familia. “El hecho de conseguir que los dos progenitores se comuniquen, ya es un éxito”, subrayó.

Igualmente, la mediación permite asegurar la continuidad de la relación de los padres respecto a la crianza de sus hijos, así como reducir los conflictos entre los progenitores.

Para Osma, los progenitores pueden entender la mediación de muchos modos, y puede llegar a ser transformadora. El mediador también avisa de que la ansiedad, por llegar a un acuerdo rápido entre las partes, se puede frenar a través de la mediación cuando existe una descompensación de intereses. “Por ello, hay que intentar dar el espacio en el que ambos progenitores puedan converger dinámicamente y por el bien de los menores”, insistió.

El programa, realizado con motivo del Día Europeo de la Mediación, ha sido dirigido por Luz M.ª Fernández Mateos, directora del Instituto Superior de Ciencias de la Familia de la UPSA, y Marta Saiz Díez, mediadora y abogada del ICASAL.

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