En el año 2000, el ganadero Antonio Palla tomaba una decisión que variaría el curso de su hierro: compraba 60 vacas y dos sementales de Jandilla para formar un encaste con genética pura de esa ganadería.
Desde entonces, en la finca de Gusende Moscosa, ubicada en la zona de Ledesma, se trabaja para seleccionar a las reses bajo el criterio de máxima exigencia. “En los tentaderos buscamos que el animal humille, embista por abajo y repita, que es lo que demandan los toreros”, asegura Antonio Palla.
El ganadero cuenta que lo más destacado de sus toros es que “son nobles en el campo y en la plaza”.
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