Comienza el abono de la Feria Taurina del 125 aniversario del codo de La Glorieta. Tras el llenazo de este martes con las puertas abiertas, este miércoles se han congregado alrededor de 2.500 espectadores, ofreciendo un mejor color de los tendidos que en años anteriores. Paseíllo puntual de los novilleros David Salvador (oliva y oro con remates negros), Antonio Grande (azul marino y oro) y Diego San Román (lila y oro), quienes lidian un encierro de José Cruz.
1- Repique 460 kilos. El colorado ojo perdiz salió de chiqueros con gran tranco, abriéndose con calidad en el capote de David Salvador. Su entrega y el puyazo medido le hicieron mostrar síntomas de tener las fuerzas justas. El de La Fuente de San Esteban brindó a la concurrencia y en los medios comenzó por estatuarios. Quería embestir bien el de José Cruz y sus fuerzas no le dejaban emplearse. La faena, siempre con la ligereza de no querer quebrantar a la res, estuvo presidida por la estética y la media altura, sin poder abandonarse el joven espada. Trasteo que nunca llegó a calar en el tendido por la aparente debilidad del utrero. Lo mejor, la ejecución de la estocada, ligeramente delantera y tendida, por lo que necesitó del descabello certero. Tibios pitos para Repique y ovación para David Salvador.
2- Rabanito, 460 kilos. Negro de capa y listón, con la cornamenta negra y abierta, el segundo de la tarde se presentó rematando y doblando las manos. Recibió la unica vara en toriles tras el saludo de Antonio Grande y, como el primero, se mostró muy débil de remos. Grande también brindó al público y comenzó el trasteo como mandaban las circunstancias: a media altura. En cuanto bajó la mano, el novillo se fue al suelo. Rabanito también quería embestir y lo hizo con alegría en el tranco y algunos cabezazos de defensa. Antonio Grande apostó por bajar la mano, por apretar en busca del dominio y lo consiguió a derechas. Limpió bien las asperezas del novillo y su labor, aunque discontínua, mantuvo el interés. Con la izquierda sacó tacto y encontró el tiempo necesario entre natural y natural para dejar dos notables series. Cerró con apretadas bernadinas y manoletinas y mató de entera desprendida y atravesada. Marró con el descabello y, aún así, le concedieron la primera oreja.
3- Cortés 455 kilos.- El azteca Diego San Román recibió al negro zaíno tercero ganando terreno hacia los medios con el capote, con más poder que brillo. Como sus hermanos de camada, Cortés I flojeó tras el puyazo y fue devuelto a corrales por medir la arena en dos ocasiones. Saltó Cortés, que estaba reseñado como sexto de corrida, y San Román volvió a lancear con valor, aunque con demasiados lances tropezados. Se fue a por el picador en chiqueros, hizo sonar el estribo y comenzó a embestir con poder, brío y ademán de huir. Diego se plantó en los medios y con la izquierda, presentando credenciales de torero valiente, preparado y ambicioso. En la segunda serie aguantó la oleada y a punto estuvo de volar, sin inmutarse. Cogió la derecha y puso orden con mano baja y temple. El novillo sintió rápido el rigor del dominio y enseñó con descaro sus ansias de abandonar la pelea en busca de tablas y toriles. Desde entonces, el torero fue todo ganas y el toro, renuncias. Le costó encontrar el sitio de entrar a matar y cobró estocada desprendida y atravesada al primer intento y dos descabellos. Escuchó palmas.
4- Endiosado, 480 kilos. Negro, de cuernos también negruzcos, alto de agujas y de estrechas sienes fue el segundo antagonista de David Salvador, que quiso saludar con lances variados. Un picotazo de trámite, banderillas de riesgo de Jesús Fernández y, visto y no visto, utrero en la muleta. Endiosado acudía presto a los cites y con idéntica diligencia protestaba a cabezazos cuando el joven le bajaba la mano. Duró un suspiro. Acometidas defensivas, acobardadas y orientadas por el lado zurdo. Voluntad sin apreturas en el de La Fuente de San Esteban. Manoletinas, sin calado, de cierre y estocada tendida a cuerpo limpio, que por suerte cobró con milagrosa limpieza. Necesitó de un descabello y fue ovacionado tras un aviso.
5- Emperador, 475 kilos. Hermoso el colorado, ojo de perdiz, bocidorado y bizco que correspondió a Antonio Grande en su segundo acto. Lances de buen gusto y porte y buen estilo también en el burel. Galleó por chicuelinas para dejarlo en el caballo. Simulacro de puyazo que no rompió ni la piel. Se quedó perfecto para sacar su clase en la muleta. En los medios, a Grande le costó encontrar el pulso a la notable embestida, mejor cuando no traducía sus ganas en toques violentos. Bajó la mano con la diestra, ya avanzada su labor, para encontrar su mejor momento en el epílogo, con un natural hermoso. Ganas por encima de todo. Y un espadazo entero le selló el pasaporte para la puerta grande. Paseó dos orejas.
6- Golondrino, 495 kilos (sobrero). Un tío en presencia fue el sexto, sobrero, acapachado y hondo. Abanto, escarbador y serio en todo, Diego San Román saludó por verónicas y chicuelinas, con remate ajustado en el platillo. Buen puyazo de Alberto Sandoval y ajustadísimo quite por gaoneras del mexicano. Brilló en banderillas David Blázquez. De rodillas en el centro del ruedo y encajado se prestó a torear en redondo, ceñido, pronto y en la mano. Con trazo, asiento y ambición, la voltereta llegó en un pase de las flores de la que Diego San Román salió maltrecho pero entero. Plantó zapatillas de nuevo, esta vez sobre la izquierda, más pausado pero con el mismo aplomo. Humillación sin viaje en el toro de José Cruz, valor en el torero. Remató de pinchazo y entera y escuchó una ovación.
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