Los ataques de lobo a la cabaña ganadera de Castilla y León acabaron con 3.774 cabezas de ganado en 2.579 ataques durante el pasado año, con un valor de dos millones de euros. Pérdidas soportadas en gran medida por el ganadero, ya que la Consejería de Fomento y Medio Ambiente solo asume, aproximadamente, el 65%.
Ataques del pasado año que siguen, ya que los últimos ataques en Salamanca se han producido en Villasbuenas, con una muerta y ocho heridas, y en Larrodrigo. Durante el primer trimestre de este año, indica un comunicado de COAG Castilla y León, han sido 40 ataques de lobos en Salamanca con 88 cabezas de ganado. En toda Castilla y León, entre enero y marzo, se produjeron 569 ataques con 851 animales muerto, según datos de la Consejería de Medio Ambiente.
Una situación "preocupante, que va a peor", como ha manifestado Aurelio Pérez, coordinador regional de la OPA. De ahí que el Ministerio de Agricultura instara a todas las comunidades de los riesgos que entraña no ejercer el preceptivo control de la fauna silvestre. "La desidia en los controles amenaza, no solo la los ganaderos, también, la propagación de enfermedades que podrían derivar en zoonosis o daños en las explotaciones agrícolas".
La OPA recuerda que la directiva europea Hábitat establece el permiso de actuaciones excepcionales a la protección de especies permitiendo los controles “para evitar daños graves en especial a cultivos y ganado…. Así como a otras formas de propiedad”. COAG urge a Medio Ambiente a que promulgue un nuevo Plan del Lobo que ampare legal y jurídicamente el control de la población de una especie que se ha expandido por todo el territorio regional en los últimos años provocando daños millonarios a los ganaderos de Castilla y León, tanto al norte como al sur del Duero".
COAG considera "prioritario el control de las especies silvestres" y emplaza a las Consejerías de Medio Ambiente y de Agricultura a afrontarlo sin demora. "De lo contrario, está dejando indefensos, como podemos comprobar a diario, no solo a agricultores y ganaderos, también al conjunto de la sociedad, que ya está viendo las consecuencias de una proliferación descontrolada de fauna salvaje. Por ejemplo, la irrupción en las ciudades de manadas de jabalíes, los daños en las infraestructuras viarias de los conejos, la siniestralidad derivada de la invasión de las calzadas por la fauna o las afecciones sanitarias motivadas por los topillos".
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