El Centro de Salud La Alamedilla concluye en una investigación que la actividad física y la dieta mejoran la salud de pacientes diabéticos

La Unidad de Investigación del Centro de Salud La Alamedilla de Salamanca publica los resultados de un estudio en el que apostaron por realizar paseos cardiosaludables y talleres de cocina para personas con diabetes

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La diabetes tipo 2 tiene una alta prevalencia, hasta el punto de que afecta a un 7% de los sujetos mayores de 18 años atendidos en Atención Primaria. La medicación es muy importante para que estén bien controlados, pero también lo son la dieta y el ejercicio. Para tratar de mejorar estos hábitos de vida en personas diabéticas, la Unidad de Investigación del Centro de Salud La Alamedilla de Salamanca realizó un estudio en el que se proponían una serie de actividades. Los resultados, publicados ahora en varias revistas científicas, demuestran que estas intervenciones son efectivas y contribuyen a mejorar la salud de los pacientes a largo corto o medio plazo.

“El objetivo que nos planteábamos con este estudio era evaluar el efecto de una intervención multifactorial sobre el incremento de la actividad física y la adherencia a la dieta mediterránea”, explica a DiCYT Rosario Alonso Domínguez, investigadora del centro de salud de La Alamedilla. Para conseguirlo, se realizaron paseos cardiosaludables y talleres de alimentación con los pacientes diabéticos, que además utilizaron la aplicación Evident 2, una app que permite llevar un control de la actividad física y de las comidas desde el móvil. Los investigadores también pretendían estudiar también si se producían cambios en patrones dietéticos, factores de riesgo cardiovascular y control metabólico.

Este ensayo clínico aleatorio duró tres meses e incluyó dos grupos de participantes, el grupo de intervención estuvo formado por 102 pacientes diabéticos y el grupo de control por otros tantos, todos con una edad de entre 25 y 70 años, seleccionados en los centros de salud Garrido Sur y La Alamedilla de Salamanca. A los participantes del grupo control sólo se les proporcionó un consejo breve sobre alimentación y actividad física, mientras que el grupo de intervención, además del consejo, recibió la intervención multifactorial.

Los investigadores midieron diversos parámetros. Algunos, por medio de análisis de laboratorio, como la glucosa, la hemoglobina glicosilada y el perfil lipídico. Otros de carácter antropométrico, como el peso, el Índice de Masa Corporal (IMC) y la circunferencia de la cintura y de la cadera. Para analizar la actividad física se utilizó un podómetro durante siete días y el Cuestionario Internacional de Actividad Física (IPAQ).

Del mismo modo, se estudió la dieta habitual a través de otro cuestionario, denominado MEDAS, pensado para medir específicamente la dieta mediterránea, y otro que mide la calidad de la dieta (DQI). Finalmente, también se tuvieron en cuenta otras medidas de calidad de vida, motivación para el cambio, presión arterial y retinografías, que analizan la retina.

El consejo para los 204 participantes en cuanto a la dieta consistió en explicarles el método del plato, es decir, “dividir un plato en cuatro partes, dos de ellas para ensalada o verduras, un cuarto para hidratos de carbono y otro cuarto para proteínas”. En cuanto a actividad física la recomendación era “que hicieran ejercicio moderado o vigoroso en periodos que durasen al menos 10 minutos”.

El grupo de intervención utilizó la app Evident 2 para registrar tanto la dieta como la actividad física. Los paseos cardiosalubables en compañía de enfermeros se realizaron cinco veces cada dos semanas desde el centro de la Alamedilla, una caminata de unos cuatro kilómetros, con calentamiento y estiramientos.

Alimentos más complejos de lo que parece

Los talleres de alimentación estaban enfocados a que los pacientes entendieran mejor la composición de sus comidas, por ejemplo, qué son los hidratos de carbono y las proteínas, y qué productos los contienen. Además, se enseñaban técnicas culinarias, favoreciendo las más saludables, como los platos hervidos y a la plancha.

Otro aspecto importante que se trabajó fue el etiquetado: “Hay productos que se anuncian como light o cero que pueden inducir a engaño”, señala Manuel Gómez Marcos, otro de los investigadores. “Hay mucha propaganda en los productos procesados, pero nuestra recomendación es que los diabéticos no los consuman, porque no son adecuados, algunos eliminan grasas a cambio de incrementar los hidratos de carbono, que se absorben rápidamente y, por lo tanto, también son perjudiciales. Ocurre por ejemplo con zumos que se anuncian como cero y se refieren a la materia grasa pero en realidad tienen los mismos azúcares”, comenta.
Además, la app indica a los pacientes la composición de los alimentos y evita confusiones. Por ejemplo, “la gente suma los guisantes como verdura, pero hay que tener en cuenta que suben mucho los hidratos de carbono”.

Mejoras a los tres meses y al año

Los diferentes parámetros se controlaron al inicio de la investigación, a los tres meses y al año. Las conclusiones de todo este programa de actuaciones se recogieron en dos estudios principales. “A los tres meses vimos que el grupo de intervención había mejorado con respecto al de control, tenía una buena adherencia a la dieta mediterránea y había mejorado la calidad de su alimentación”, explica Rosario Alonso Domínguez.

En general, los pacientes aumentaron su consumo de verduras, hortalizas, aceite de oliva y fruta; mientras que redujeron la ingesta de alimentos perjudiciales, como la bollería. A los 12 meses esta buena adherencia había bajado un poco pero aún así la mitad del grupo se mantenía fiel a la dieta mediterránea.

En cuanto a la actividad física, a los tres meses se había incrementado cerca de 2.000 pasos de media en el grupo de intervención. En el aspecto subjetivo, se incrementó el consumo de calorías y se redujo el tiempo de sedentarismo en media hora al día. El IMC bajó y la circunferencia de la cintura, que cada vez se considera una medida más importante, se redujo notablemente, en dos centímetros. Aunque al año se perdían parte de las mejoras de las variables clínicas, los buenos hábitos físicos se mantuvieron, de manera que una mayoría cumplía la recomendación de llegar a 10.000 pasos diarios.

Conclusiones

“La conclusión general es que una intervención sencilla que se realiza durante tres meses en pacientes con diabetes tipo 2 sirve para mejorar tanto la calidad de la dieta como el ejercicio físico”, señala Gómez Marcos. “El valor que tiene es que controla los dos factores más importantes para el paciente diabético al margen de la medicación, que hagan bien la dieta y que realicen actividad física, así que desde la enfermería hay que trabajar la educación de los diabéticos”, añade.

Probablemente, el uso de la app Evident 2 haya contribuido positivamente. “La aplicación les ayuda a motivarse, porque te advierte si no has llegado a 10.000 pasos o te felicita por haberlo conseguido. Con la dieta pasa lo mismo”, indica el investigador.

El gran problema de este tipo de intervenciones es que los efectos se diluyen con el tiempo, pero en este caso pasado un año se mantenían buena parte de las mejoras. “No se ha estipulado cuándo una intervención es eficiente a largo plazo, normalmente se considera que pasados seis meses se ha generado un hábito”, añade el investigador.

El proyecto aún se podría prolongar: “Si mostramos que se mantiene a los dos años sería totalmente novedoso, porque los seguimientos de estas intervenciones siempre se han realizado a corto plazo”.

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