Inés, Josefa y Eutiquia son tres pacientes que cumplen los estándares de la Unidad del Dolor de Los Montalvos. Son tres mujeres de cerca de los 60 años que sufren dolores de espalda crónicos que, en muchas ocasiones, les impiden desarrollar una vida normal.
Además, se da la circunstancia de que las tres son de fuera (Inés y Josefa, de Ávila; Eutiquia, de Palencia) y que han llegado a Salamanca porque el de Los Montalvos es un Centro de Referencia de Castilla y León.
En los momentos de realizar esta entrevista, las tres permanecían ingresadas. No es la primera vez que les ocurre, puesto que llevan durante años acudiendo a la planta de hospitalización específica a ser tratadas (Josefa empezó a sufrir el dolor crónico con 56 años, hace cuatro, mientras que Inés ya lleva ocho, y se encuentra cerca de cumplir los 65).
Durante cinco días (“normalmente de lunes a viernes, especifican), están en planta. Y “siempre sales mejor de lo que entras”, aseguran, porque “te cuidan de maravilla, descansas, te ponen cosas para el dolor y mejoras”.
No es en lo único que coinciden, sino en que el trato de todos los profesionales es “maravilloso”. Porque, como estas tres mujeres creen, “el trato personal hace tanto como la medicación” (algo en lo que también incide el jefe del Servicio, el doctor Francisco Vara). Inés recuerda que a veces están “con la moral por los suelos, y el trato personal te levanta”.
Además, este buen trato no lo reciben sólo por parte de las profesionales, sino también de la gente que acude a la Unidad del Dolor a realizar sus prácticas, algo que estas pacientes les hacen saber: “tienes frío y te preguntan y te echan la bata, es estupendo. De tratarte bien y ser amables a tratarte de cualquier manera… y la verdad es que sois todas muy agradables”, asegura Josefa.
Algo que le agradece la supervisora de la Unidad de Cuidados Paliativos y del Dolor, Lourdes Sánchez. “Me ha gustado mucho cuando se lo has dicho a la chica de la Escuela, porque he estado hablando con ellas y les he hecho ver la diferencia entre los profesionales que hacen bien su trabajo y que disfrutan de su profesión. Porque, si no, eres un profesional frustrado. Pero sí tú estás a gusto, los pacientes lo notan”, hace ver.
Así, una cosa que esta enfermera enseña es que, aunque se esté a disgusto con la Administración o con quien sea, el paciente está enfermo, por lo que siempre hay que dispensarle buen trato “y fíjate lo agradecido que es”, puesto que son personas que están sufriendo “y que demasiado tienen con estar aquí”.
“Esto tiene que continuar, por nosotras, porque te ayuda”
Ambas tres sufren dolores en la espalda. Inés explica su caso, que lleva muchísimos años sufriendo “y no se me quita”. Aunque desde que acude a Salamanca no sufre “las crisis horribles” que tenía en su pueblo (El Barraco) y que la obligaban a ir a urgencias. “Con no llegar a eso y que sea llevadero, me conformo”.
De hecho, cuenta que con los tratamientos que recibe pasan una buena temporada. Ella acudió en julio y, hasta noviembre, estuvo muy contenta. Luego empezó a sufrir dolores otra vez, y en enero fue “horrible”. Pero tiene la confianza como para ir a la Unidad del Dolor y que le ‘arreglen’ para llevar una temporada llevadera.
Porque el gran problema es que, cuando sufres un dolor crónico que te impide hacer una vida normal, “estás con la moral por los suelos, no tienes ganas de salir ni de nada, y lo único que quieres es meterte en la cama”, relata. Ella es autónoma y tiene una tienda, y muchas veces al mediodía se tiene que marchar a casa “porque estoy con el dolor y no puedo seguir trabajando”.
“Y es difícil, porque no te ves tan mayor, porque cuando vas siendo más mayor piensas que te tiene que venir algo. Pero no eres tan mayor, y convivir con el dolor es duro”, prosigue Inés, quien es animada por Josefa, quien recuerda que ella incluso tuvo que ir al psiquiatra porque se le hacía imposible llevar el dolor de sus lumbares y cervicales.
Eutiquia, además, destaca el valor que tiene la Unidad del Dolor en Salamanca, ya que en su tierra (Palencia) sí hay ese servicio, pero “este es completamente distinto, es mejor”. Por eso, lo que su médico de cabecera le permita seguir viniendo, no dudará, porque “allí no es ni parecido”, cuenta mientras recuerda que lloró mucho el día que se vio sola y vino por primera vez, hace ya 10 años.
Por todo ello, Inés hace un alegato a la Administración: “Esto tiene que continuar, por nosotras. Que aunque estén peleados, esto te ayuda a poderlo llevar, tiene que continuar”.
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