En Espeja se hacen algunas preguntas sobre el accidente que, a última hora del martes, aconteció en su pueblo. ¿Cómo pudo el conductor del coche acabar en el antiguo apeadero, tras equivocarse y coger un camino de tierra sin salida conectado con la calle San Sebastián, cuando a diario recorre con su furgoneta azul los menos de diez kilómetros que separan Espeja de Campillo de Azaba, localidad en la que reside? Y, lo más importante, ¿cómo pudo salir de la furgoneta justo antes de que fuera alcanzada por un tren de mercancías?
"Nunca antes había pasado en Espeja algo así, ni parecido, y realmente ha sido un milagro que el accidente no haya provocado heridos", reconoce la alcaldesa, Clotilde Muñoz, en un intento de dar respuesta a los interrogantes que tienen en ascuas a todo el pueblo, aunque, según señala, fueron pocos los que se enteraron del suceso, que tuvo lugar a las 22:20 horas del pasado martes 8, en el kilómetro 111,700 de la línea férrea.
"La verdad es que con todo el trajín de ambulancias, bomberos y Guardia Civil hubo miedo y preocupación a que la cosa fuera seria, nos pusimos en lo peor", añade.
"Si está dentro lo mata", zanja convencida la alcaldesa, que no acierta, sin embargo, a aclarar cómo es posible que el conductor de la furgoneta arrollada, que puede rondar los 60 años, se metiera por el camino, ya de noche, hasta el antiguo apeadero, donde se quedó atascado el vehículo sobre las vías del tren.
"En uno de los bares de la localidad le dijeron que no se fuera con la furgoneta, puede que por la niebla, según se comenta, pero se largó, y no cogió la carretera, que es muy fácil de coger. Después del accidente, la Guardia Civil ha estado investigando y hablando con el hombre, pero todavía no sabemos en Espeja que les ha dicho y este jueves no ha venido".
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