VÍDEO | El acusado se encara con los familiares de Estela Domínguez: "En la calle me lo decís"

Tras su derecho a la última palabra, y al sentarse en su asiento, se ha dirigido en tono amenazante al público

Chiara busto blanco y negro

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VÍDEO | Tensión a la salida del Juicio de Estela Domínguez

Momento de mucha tensión los vividos en la recta final del juicio por el atropello mortal de la ciclista Estela Domínguez.

El ambiente estaba ya de por sí tenso con la concentración previa a las puertas de los Juzgados de Colón de amigos, familiares y allegados de la joven ciclista que pedían justicia por su muerte.

La tensión ha ido en aumento a medida que han ido declarando los testigos de los hechos, sobre todo con la declaración del acusado y su hijo, puesto que se han sucedido los murmullos y los gestos de desaprobación.

Sin embargo, ha sido en el momento en el que el acusado ha tenido el último turno de palabra cuando la concordia ha saltado por los aires. Ha comenzado afirmado que “podía estar tres días hablando porque de mí han dicho de todo. Yo no soy camionero, no iba despistado, el sol no me dejó ver, un cúmulo de cosas…”. Acto seguido ha querido “presentar mis condolencias”.

Esas palabras han despertado los gritos de la sala: “Quince meses después, te tenía que dar vergüenza”, “asesino”, “esto es un crimen”; son algunas cosas que se han podido descifrar entre el barullo de voces.

Una vez que el silencio ha vuelto a la sala el acusado ha continuado con su uso de la palabra para concluir: “He dado mis condolencias cuando ha sido el momento. Desde el minuto cero me han insultado y me han llamado de todo”.

Sin embargo, cuando ha terminado y volvía a su asiento se ha dirigido al público diciendo: “En la calle me lo tenéis que decir”, algo contestado a gritos de “Hijo de puta” y “asesino” al unísono en la sala. Ha tenido que ser el juez titular quien pidiera silencio, “esto no es un bar”, para dar por concluido el juicio.

En ese momento las voces, los insultos y los reproches se han elevado, entremezclados por los llantos de rabia e impotencia de familiares.

Una vez que el acusado salía de la sala, alguien le ha reprochado sus palabras y este se ha encarado, teniendo que ser agarrado por sus familiares y sacado corriendo de la sala para evitar un disgusto mayor, dada la tensión de todos los presentes.

Así el acusado ha abandonado el edificio a máxima velocidad, mientras las personas que no han podido entrar en la sala, al verlo, han continuado gritándole “asesino” y “sin vergüenza”.

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