Se trata de una sombra negra que planeó sobre Salamanca durante años, acechando en las esquinas de la capital del Tormes, atemorizando en silencio a los vecinos y, especialmente, a aquellos que tenían infantes; los “secuestra niños” y los episodios protagonizados por los mismos en Salamanca dejaron a su paso un rastro de dolor e inquietud, copando las portadas y páginas de los periódicos.
El miedo era palpable, y los periodistas de la época así lo reflejaron en sus crónicas y noticias.
“¿Secuestrador de chiquillas en Salamanca?"
El 17 de junio de 1924 los periódicos salmantinos se preguntaban si también en Salamanca había un “secuestrador de chiquillas”.
Al parecer, y así lo narraban, unos niños habían sido secuestrados en la inmediaciones de la fábrica de abonos conocida por aquel entonces como del señor Mirat.
Tal y como los propios periodistas pudieron saber a raíz de las pertinentes investigaciones, el sospechoso de perpetrar el rapto había sido un tal Gonzalo González, de veintiséis años de edad, que había pretendido “apoderarse violentamente de un niño de cinco años, y de dos niñas de 5 y 7 años" habitantes de la barriada en la que habían tenido lugar los hechos.
Una vez se tuvo constancia de lo ocurrido, González fue detenido y puesto a disposición judicial.
“Repetidos robos de niños en Salamanca”
Corría el 21 de julio de 1920 cuando uno de los medios de la época relató el horror que se estaba viviendo en la capital del Tormes.
Al parecer, y tal y como referían, el vecindario estaba alarmado por los repetidos robos de niños y niñas que desde hacía un tiempo se venían cometiendo.
Informaban que, hacía unos días, un hombre había raptado a una niña de seis años y, el propio 21 de julio, se había dado cuenta a las autoridades de la desaparición de otras dos niñas, de cinco y siete años respectivamente.
“Cuatro cocheros rapta niños detenidos en Salamanca”
El 28 de julio de 1924, otro periódico del momento informaba que el Gobierno civil de la capital charra había procedido a la detención de cuatro individuos, naturales de Cáceres, a los que hacia tiempo que se les seguía la pista por ser, estos, sospechosos de estar involucrados en el secuestro de varios niños.
Al ser sorprendidos, los cuatro hombres se dieron a la fuga abandonando, en su proceso de huida, a un niño de tres años que llevaban consigo.
Tras la persecución, los sujetos fueron detenidos y conducidos a prisión.
Informaban, asimismo, que una niña que a punto estuvo de ser secuestrada indentificó a los cuatro sujetos en una rueda de reconocimiento.
Para más inri, en los registros previos al encarcelamiento, los agentes encontraron varias cartas, pudiéndose leer en una de ellas “Todo está preparado; cuando quieras puedes venir a por ellas”; y en otra “Señas; calle de Hilarión Eslava número 5, primero”.
Lo cierto es que los cronistas del momento no publicaron el nombre de ninguno de los cuatro detenidos, pero sí existe constancia de que un tal Juan Callejo Domínguez, relacionado con la matanza de Malladas, fue pillado in fraganti tratando de secuestrar a dos niños en la Salamanca de aquella época.
De hecho, una vez fue interceptado por las autoridades, estas encontraron entre las pertenencias de Callejo un papel que rezaba “Hilarión Eslava 5, primero”; casualmente, el 24 de mayo de 1924, tres niñas habían desaparecido en la calle Hilarión Eslava de Madrid, a la altura del número 5.
El caso, dadas sus carcterísticas, impactó profundamente a la sociedad del momento.
“El secuestrador de los niños de Gijón intentó un hecho similar en Salamanca”
Manuel Abel y Rafael Rodríguez Alonso, ambos hermanos y de 14 años, desaparecieron del domicilio de sus padres, ubicado en Gijón, el 5 de octubre de 1966.
Días después, las autoridades hallaron en León a los niños tras, descubrieron los agentes, haber viajado por distintas provincias con su raptor, un hombre llamado José María Domínguez Manteca.
Durante el citado viaje, Domínguez Manteca pasó por Salamanca, donde intentó raptar a otros dos niños mediante el ofrecimiento de varios regalos; logró medianamente su cometido, ya que consiguió llevar a los dos niños hasta un bar a las afueras de la ciudad.
Afortunadamente, algo le interrumpió y no pudo concluir su macabra misión.
Estos son solo algunos de los casos que, desgraciadamente, sacudieron a la sociedad salmantina a lo largo de los años, sembrando la semilla del terror, de manera inevitable, en el subconsciente popular.
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