Ocho años sin juicio ni respuestas: el principal sospechoso de provocar el incendio que acabó con la vida de Sheila sigue en paradero desconocido

La familia de la víctima sigue clamando justicia y ayuda: "Tengo la esperanza de que esto se resuelva de alguna manera, para que los niños puedan criarse dentro de lo mejor posible”

El  domicilio en el que falleció Sheila a consecuencia del incendio
El domicilio en el que falleció Sheila a consecuencia del incendio

“Al no estar cerrado el caso es como si mi hermana estuviera desaparecida y no supiéramos qué ha pasado. Esto es un infierno".

El próximo 16 de agosto se cumplirán ocho años de aquel fatídico día en el que las llamas devoraron una de las casas ubicadas en la calle Limón, en el barrio de Pizarrales.

El voraz incendio se llevó consigo la vida de Sheila, una joven de  24 años y madre de tres hijos.

Dos hombres estuvieron implicados en el incidente y el presunto autor del incendio sigue a día de hoy en paradero desconocido, con una orden interpuesta de busca y captura. 

No ha habido juicio y la familia de Sheila arrastra desde aquel día negro el dolor ligado a la incertidumbre, sin cesar nunca en su desesperada lucha porque se haga justicia. 

Los hechos

Corría el 16 de agosto de 2017. 

Sheila, en aquellos momentos acompañada de sus tres hijos y de su madre, recibió en la casa en la que vivía a dos hombres que pretendían venderle dos bidones de gasolina. 

El horror comenzó  poco antes de las 15:00 horas. 

“Derramaron la gasolina en el suelo y para limpiarlo, encendieron un mechero”, relata a Salamanca24horas Elvira, la hermana de Sheila, “hasta un niño pequeño sabe que eso no se puede hacer, no entra en la cabeza de nadie que para limpiar gasolina se use un mechero”. 

Las llamas se propagaron con rapidez “mi madre estaba de espaldas haciendo la comida. Ella cuenta que de repente sintió un calor en la espalda, se giró y vio como las llamas habían recorrido el caminito que había hasta los bidones de gasolina. El incendio ya estaba hecho”, explica Elvira, alegando que su madre recuerda la breve conversación que Sheila mantuvo con uno de los hombres, dirigiéndose a él por su nombre y suplicándole que por favor apagara las llamas. 

Sin embargo, los dos individuos abandonaron el domicilio corriendo y dejaron a las dos mujeres y a los tres menores a merced del fuego. 

El interior del domicilio en el que falleció Sheila a consecuencia del incendio
El interior del domicilio en el que falleció Sheila a consecuencia del incendio

Los tres niños consiguieron salvarse, al igual que la madre de las hermanas, pero Sheila no pudo escapar; “mi hermana se metió en el baño, cerró la puerta y puso una toalla debajo para que no pasara el humo. Mi hermana no pudo salir… la ventana era muy pequeña. Mi madre le pedía que sacara la cabeza por la ventana y que tratase de respirar, y  mi hermana le decía:  no mamá, sal tu primero, tú tranquila, que a mí ahora me sacan. Mi madre escuchó cómo mi hermana cogía aire, se metía en la ducha, abría el grifo y... hasta ahí”.

Cuando los bomberos llegaron al domicilio y procedieron a la inspección del inmueble, hallaron el cuerpo sin vida de Sheila en la ducha. 

La autopsia determinó que había fallecido por inhalación de humo.

Sin rastro del presunto culpable

El 18 de abril de 2024 la Audiencia Provincial de Salamanca acogió el juicio contra uno de los individuos implicados en el incendio, acusado de incurrir un delito consumado de robo con fuerza en el que, junto a un secuaz, se hizo, entre otras cosas, con los dos bidones de gasolina. 

Tal y como recogió este medio, el robo tuvo lugar entre las 6:00 y 7:00 horas de aquel fatídico 16 de agosto de 2017.

Los dos acusados forzaron la puerta de una caseta de obra ubicada en la calle Maldonado Ocampo y sustrajeron dos radiales Bosch, una sierra circular, una maleta Hilti de taco químico, una garrafa de gasoil de 30 litros, dos garrafas de gasolina de 20 litros cada una, un disco de diamante, cuerda de escalada y herramientas variadas, todo ello por un valor de 1.574, 55 euros. 

Horas después de perpetrar el robo, uno de los ladrones, en compañía de un tercer hombre, se dirigió a la vivienda de Sheila para tratar de venderle los bidones de gasolina. 

Es este tercer hombre el que, presuntamente, inició el incendio y el que, aún hoy, está en paradero desconocido. 

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El interior del domicilio en el que falleció Sheila a consecuencia del incendio

Sobre él pesa una orden de busca y captura desde hace años puesto que sin su presencia,  la celebración de un juicio por la muerte de Sheila no puede celebrarse; aún así, su familia no pierde la fe "tengo la esperanza de que esto se resuelva de alguna manera. Para que los niños puedan criarse dentro de lo mejor posible”. 

A raíz de la pérdida de su madre, los menores quedaron bajo la custodia de su abuela sin embargo, “mis sobrinos no cobran una pensión de orfandad porque mi hermana no había trabajado los suficientes meses como para poder acceder a ella. Es un cúmulo de cosas, una ya no sabe por donde tirar”, indica Elvira, “esto lo hago sobre todo por los niños, se han criado sin madre y siempre estaban con ella, lo han pasado muy mal”. 

Tanto ella como su madre se encuentran solas frente a la situación, arrastrando las secuelas del trauma y completamente desamparadas, sin que nadie les brinde la ayuda que necesitan, "estoy desesperada, no resuelvo por ningún lado, no hay movimiento, no hay nada... esto tiene que tener alguna solución".

Sin sentencia de por medio, el acceso a numerosas ayudas necesarias para unos menores en esta situación se desvanece: “a mí lo que más me importa son los niños. No se ha investigado más, no se ha cerrado el caso”, incide Elvira, "y a los 10 años se va a archivar".

El dolor es absoluto pero, aún así, Elvira ha logrado reunir fuerzas a lo largo de estos años para buscar respuestas y ayuda en diferentes instituciones, obteniendo como única respuesta el silencio.

Cada noche las pesadillas le asolan y la vida, al día siguiente, continúa; una vida de constante e incesante lucha para que sus sobrinos logren crecer contando con el respaldo de la justicia. 

Ocho años después del incendio mortal, la voces de la familia de Sheila siguen resonando con fuerza clamando ayuda porque, cuando la justicia no llega, el duelo nunca termina. 

 

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