En el caluroso mes de junio de 1912, dos meses después de hundirse el Titanic en aguas del Atlántico Norte y cinco antes de que el presidente del Gobierno, José Canalejas, se detuviera a mirar un escaparate en la madrileña Puerta del Sol y fuera tiroteado por el anarquista Manuel Pardiñas; un luctuoso suceso conmovió a la opinión pública salmantina de la época. En el municipio de Castellanos de Villiquera una joven de 20 años, de nombre Rosaura, fue asesinada, en un crimen en su origen misterioso que acabó resolviéndose una semana después, por lo que mantuvo en vilo a los lectores de periódicos a través de las crónicas que realizó entonces un joven periodista de 28 años, de nombre José Sánchez Gómez, pero que ha pasado a la posteridad con el sobrenombre de El Timbalero.
"Ayer, en las primeras horas de la mañana, sonó el teléfono de nuestra redacción. "¿Quién es?" dijimos. "Un agente de la autoridad", nos respondieron. ¿Qué desea? "comunicarles una noticia importante". Venga enseguida. Y el amable comunicante nos dijo que en Castellanos de Villiquera, pueblo del partido de Salamanca, a doce kilómetros de la capital, había sido muerta, violentamente, una moza del pueblo". Así comenzaba la crónica del intrépido Sánchez Gómez, que acompañado de otro redactor de El Adelanto se desplazó al pueblo en automóvil, conducido por, como se decía entonces, un "chauffeur". Hace 106 años había muy pocos coches en Salamanca, y los periodistas no eran, ni mucho menos, propietarios de ninguno. De hecho, los dos redactores del periódico pudieron viajar con rapidez a Castellanos de Villiquera gracias a que el coche lo aportaron "los señores Bomati y Maldonado, dueños del Garage Salmantino".
Los dos periodistas comenzaron a investigar lo ocurrido la noche anterior, conociendo por los vecinos que la víctima se llamaba Rosaura Ávila, hija de Agustín Ávila, labrador y secretario del Ayuntamiento; y de Paula Moríñigo, y tenía siete hermanos. Las pesquisas de los reporteros se desarrollaron a la par que las del Juzgado de Instrucción, que se desplazó también hasta la localidad y se constituyó en la Casa Consistorial. Supieron que Rosaura era "la muchacha más guapa del pueblo, graciosa, simpática, muy desenvuelta e inteligente".
Pronto, El Timbalero conoció que la fallecida había tenido un novio que se llamaba Juan Iglesias, natural de Aldeaseca y tabernero de Castellanos de Villiquera. Sin embargo, la relación se había roto por la oposición del padre de la muchacha; y entonces Rosaura había "admitido relaciones con otro mozo", de nombre Luciano Fraile, labrador que era "el hijo de la mujer más rica del pueblo". Las mismas fuentes consultadas por el periodista le indicaron que, mientras que Juan era "un muchacho inmejorable", Luciano, en cambio, era "un poco levantado de cascos y muy celoso".
El día de autos se celebró un baile durante la tarde, al que acudieron todos los jóvenes del pueblo. Tuvo lugar "en una era bastante retirada, al hallarse de cuerpo presente el panadero del pueblo", y en el baile se pudo ver tanto a Rosaura como a Luciano, pero no a Juan. Sin embargo, el padre de Rosaura no dejó que la chica acudiera al baile nocturno y quedó encerrada en casa mientras sus padres velaban al panadero. Así, la joven —como hacían Adela y Pepe El Romano en casa de Bernarda Alba— mantuvo a través de una reja de su vivienda una conversación "acalorada" con su novio. Horas después, la joven apareció muerta en el domicilio, con dos disparos en el pecho.
Eran otros tiempos para la prensa salmantina, porque El Timbalero pudo entrevistar al compungido padre de Rosaura y ser testigo después de la reconstrucción del crimen en la vivienda de la fallecida. Aún así, no estaba clara la autoría del crimen. Menos cuando la autoridad se llevó detenidos tanto a Luciano como a Juan.
El periodista regresó los días siguientes al pueblo y siguió extrayendo nuevas informaciones, debido a que el Juzgado también había vuelto a Castellanos para obtener más declaraciones. Supo por un hermano de Rosaura, Maximino Ávila, que la joven había discutido en el baile vespertino con Luciano, debido a que ella había hablado mucho con un buen amigo de Juan. Aunque el testimonio clave se lo dio otra hermana de la fallecida, de nombre María de los Remedios Ávila que, debido a la presión, acabó confesando lo que sabía.
Hasta entonces, María de los Remedios no había hablado, según el periodista, por el shock causado por la muerte de su hermana. Sin embargo, El Timbalero pudo confirmar que la chica escondía un secreto. Era, a su vez, la novia del hermano de Luciano, Tomás Fraile, por lo que "por esta circunstancia le faltaba valor para declarar". La joven se encontraba durmiendo cuando ocurrieron los disparos. "De repente, oí a Rosaura que decía: ¡Socorredme, que me ha matado Luciano". Yo, entonces, me levanté azorada, llena de miedo, quise buscar mis ropas y no las encontré, abrí las puertas y no pude... No sé lo que me pasó, que al llamar a mi hermano Maximino, que dormía profundamente y que yo le creía muerto, caí desmayada. Perdido el juicio, no supe ni dónde me encontraba".
Claro, la hermana de Rosaura relató los mismos hechos al juez de Instrucción, por lo que Juan fue exculpado. El autor confeso de la muerte de la joven, Luciano Fraile, acabó confesando. "Al declararse Luciano autor de la muerte de Rosaura, ha coincidido en muchas de sus apreciaciones con los informes que nosotros hemos publicado respecto del crimen, lo cual viene a confirmar y a dar un valor que en verdad nosotros no esperábamos y que nos enorgullece, después de todo, en nuestro amor propio de periodistas", escribió El Timbalero en la edición de El Adelanto del 20 de junio de 1912.
El periodista fue a la cárcel provincial y pudo entrevistarse con el asesino de la chica. Luciano relató a José Sánchez Gómez los celos que había sentido tras ver a Rosaura bailando con otro chico, que era amigo íntimo del antiguo novio de la joven, creyendo que le transmitía un mensaje de Juan. "Por la noche, la disputa en la verja fue tomando tan grandes proporciones que yo me obcequé y me acaloré de tal manera, que comido por los celos desde hace ya tiempo, saqué la pistola y disparé contra mi novia", le dijo. Caso cerrado.
Al igual que Rosaura Ávila, el propio cronista del suceso, José Sánchez Gómez, El Timbalero, murió asesinado. En su caso, meses después del golpe de Estado de julio de 1936, fue sacado de prisión y ejecutado sin juicio previo en el monte de La Orbada.
El crimen de Rosaura Ávila pasó a la posteridad en forma de copla, que puede consultarse aquí.
"Yo quería a Rosauramás que a la Virgen del Cielo
y engañado por la sierpe
desgarré su noble pecho.
Mocitos de Castellanos
no déis oído a los celos
ni os haréis criminales
ni os veréis como me veo"