La Audiencia Provincial de Salamanca ha absuelto a A.M.E.S del delito de agresión sexual a una menor por el que se le juzgaba.
Tal y como afirma la sentencia, el relato de la víctima carece de corroboración externa ya que no consta, ni por tanto queda probado, que la denunciante le relatara a sus hermanas los hechos de los que presuntamente había sido víctima.
Del mismo modo, en la celebración del juicio oral declaró la psicóloga del servicio de atención a las víctimas de violencias sexuales ADAVAS, y esta confirmó que la denunciante sí le había manifestado una agresión sexual con tocamientos y masturbación, pero nada referido a ninguna introducción de los dedos en la vagina; en este hecho se amparaba la acusación particular para solicitar 15 años de prisión para A.M.E.S.
No existe, entonces, credibilidad objetiva, la cual se basa en la lógica de la declaración y en la coherencia externa.
Ateniéndose a las pruebas practicadas en el proceso, se concluye que no existen pruebas de que A.E.M.S haya atentado contra la libertad sexual de la víctima ni mediante tocamientos ni a través de la introducción de un dedo en la vagina.
Aseguran, además, que no pueden afirmar que se trate de un testimonio falso pero tampoco que se trate de un hecho verdadero y verificado en el presente proceso.
Se absuelve, por tanto, a A.M.S, tal y como solicitaban la defensa y el Ministerio Fiscal.
Los hechos
Los hechos se remontan al curso escolar 2011- 2012, época en la que la denunciante convivía los fines de semana en el domicilio del que entonces era pareja de su madre, y quien es el acusado, y su progenitora.
La menor tenía una habitación en el citado domicilio y en la celebración de un cumpleaños, en compañía de unas amigas, visualizó un vídeo pornográfico.
A raíz de este hecho, la denunciante volvió a ver, en esta ocasión en soledad, contenido sexual en el ordenador viéndose, entonces, sorprendida por su madre; sin embargo, fue el acusado, A.E.M.S, quien descubrió el tipo de contenido que la menor estaba consumiendo en internet.
A partir de ese momento, señala la víctima, la actitud del procesado cambió totalmente.
Previo al motivo de la denuncia, el presunto agresor le mostró a la denunciante un vídeo de contenido sexual, haciéndole sentir incómoda y optando, por tanto, por no comentarle nada a su madre.
A los pocos días de la situación descrita, la madre de la víctima y pareja del acusado se encontraba trabajando por lo que, estos, estaban solos en el domicilio.
La menor se encontraba en la habitación y el imputado, la llamó; este aprovechó la ocasión para entablar una conversación sobre temática sexual, refiriéndose a los prejuicios de los hombres en estos asuntos.
Llegó, incluso, a contarle una anécdota de índole, también, sexual.
Ella, al no entender qué estaba ocurriendo ni el porqué se estaba abordando una conversación de citada temática, relacionó el asunto con un tema que había dado en religión - la mutilación genital femenina-, y le mostró el libro de la asignatura en el que figuraba dicho contenido.
Posteriormente, ambos se sentaron en el sofá y, en ese momento, tuvo lugar la presunta agresión sexual.
Él volvió a mostrarle a ella un vídeo de contenido sexual, mientras le quitaba la manta, le metía la mano por debajo del pantalón y empezaba a realizarle tocamientos incluyendo, estos, la introducción de los dedos en la vagina.
Ella se sintió incómoda e intentó zafarse, tal y como relata, diciendo “no” en voz baja, a lo que él, declara la misma, respondió: “ No voy a hacer nada que tú no quieras”.
A continuación, el acusado le tocó el pecho izquierdo y le dijo que “esa era otra forma de masturbar a una mujer”.
En un momento determinado él paró y ella se quedó quieta para, después, irse a duchar porque “sentía la necesidad”.
La víctima decidió guardar silencio sobre los hechos, por “vergüenza y culpa” hasta el momento en el que se denunciaron, en 2022.
La damnificada ha explicado ante la sala que tenía miedo de contarle los hechos a su madre por si, esta, le pegaba ya que, ha apostillado, acostumbraba a hacerlo; “me maltrataba física y emocionalmente. El acusado lo veía y a veces se metía por medio y decía que mi madre por ser mi madre tenía derecho a pegarme”.
La primera vez que pidió ayuda fue en 2019 y estuvo recibiendo tratamiento psicológico hasta 2023 -a excepción de los meses de cuarentena en 2020, momento en el que le relató lo ocurrido con el acusado a su madre-.
Finalmente, en diciembre de 2022, la víctima interpuso la denuncia.