Proyecto Arraigo terminó sus trabajos en la Mancomunidad de Vitigudino, en la provincia de Salamanca, con el objetivo cumplido de sumar 20 nuevos vecinos, dentro de un acuerdo que tenía una previsión de siete meses, y a la espera de una nueva familia de cuatro personas en las próximas semanas.
Según informó la organización este martes mediante un comunicado remitido a Ical, el proyecto ha contado con tres técnicos vecinos de la zona que han trabajado en los 19 pueblos y 14 pedanías que forman la mancomunidad, encargándose del estudio y búsqueda de recursos laborales y de vivienda, divididos en tres zonas y con el apoyo del equipo de Proyecto Arraigo en Castilla y León, de la Oficina central de Arraigo y del personal de la mancomunidad.
Marlon Cotacachi, coordinador del proyecto valoró con “buena nota” el trabajo realizado durante los últimos meses, que permite no solo el aumento del padrón en los municipios en los que se instalan los nuevos vecinos, sino también una revitalización general de todos los pueblos, la apertura de servicios que se habían perdido y una dinamización de la propia vida de los pueblos. “Son familias que llegan con mucha ilusiones en busca de un nuevo estilo de vida, poder relacionarse, conocer a sus vecinos, involucrarse en sus tradiciones, participar de ellas”, explicó Marlon.
Proyecto Arraigo basa su trabajo en la colaboración estrecha con las administraciones públicas. En este caso, la mancomunidad de Vitigudino ha sido “pieza clave” en el éxito del proyecto. Alfonso Castilla, presidente de la mancomunidad, se mostró satisfecho por el “buen hacer” de Arraigo. «Estamos hablando de pueblos de entre 40 y 200 habitantes», por lo que, reflexionó, el arraigo de estas 21 personas “es importante”.
Este proyecto ha contado con el “incansable trabajo” de los técnicos de territorio. La metodología de Arraigo cuenta con las personas de los lugares donde trabaja. Es el caso de Javier, vecino de Villavieja de Yeltes. “Trabajar con Proyecto Arraigo me ha permitido contribuir a la lucha contra la despoblación”, relató. Lo más complicado de estos meses de labor, explicó, ha sido “la falta de vivienda disponible y acondicionada” para el alquiler de los arraigados.
Castillo coincide con el análisis de Javier y hace un llamamiento a la Junta de Castilla y León y al resto de administraciones. “Hacen falta fondos. Aquí hay empleo de muchos tipos: restauración, ganadería, agricultura, construcción… pero tenemos falta de vivienda”. Por eso, insistió, hace falta que los gobiernos aporten ayudas para paliar este déficit.
Las cuatro familias que han comenzado su nueva vida en cuatro pueblos de la zona. Los urbanitas están cubriendo puestos de trabajo en el cuidado y atención a personas mayores, otros en hostelería y una familia que ha llegado para abrir un bar.
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