Desde hace cincuenta años la Central Hidroeléctrica de Villarino abastece energía eléctrica a cientos de hogares e industrias. La tercera presa que se construyó en Las Arribes, tras Saucelle y Aldeadávila, es una gran obra de ingeniería que medio siglo después sigue siendo puntera. Para su construcción se utilizaron las más avanzadas técnicas del momento. Su puesta en marcha permitió construir el embalse más grande de España, con el salto más alto de todos los existentes hasta ese momento.
Un enorme reto para la ingeniería, ya que el salto de Villarino está ubicado a 15 kilómetros de la presa de Almendra de la que se abastece. Su construcción supuso una inversión de 4.000 millones de pesetas de la época según recogen los diarios, unos 2.500 millones de euros.
Adentrarse en la central de Villarino es cómo hacer un viaje al centro de la tierra. El salto tiene 402 metros de altura y sus turbinas están instaladas en galerías a distintas profundidades excavadas directamente en la roca. Una red de túneles abastece agua a las turbinas con un complejo sistema que recorre la montaña en vertical. Al privilegiado visitante de la central lo primero que le llama la atención cuando se adentra en sus entrañas son sus dimensiones. Los ascensores descienden hasta la base, un recorrido en el que tardan nada menos que cinco minutos si se hace completo y donde, según bajas, la presión en los oídos indica que te estas adentrando en el corazón de la roca.
Las cavernas donde están ubicadas las válvulas, primero las de baja presión que abastecen al pozo, que tiene una caída de 100 metros, y más abajo, las de alta presión antes de que el agua salga al Duero, permiten ver el irregular granito donde las voladuras abrieron los huecos. Las dimensiones de las turbinas también son llamativas. Cinco metros de diámetro por donde el agua pasa a toda velocidad, a veces haciendo un ruido infernal que absorbe la dura roca y que en el exterior o en la caverna de al lado pasa desapercibido.
La peculiaridad más interesante que tiene el Salto de Villarino es que para llevar el agua de la presa a la central una tubería de 7,5 metros de diámetro recorre los 15 kilómetros que las separan a 100 metros de profundidad. Según Borja González, jefe del Servicio Técnico y Programación del Mantenimiento de Iberdrola en Salamanca, Villarino I y II, ya que a la construcción original se sumó una ampliación posterior, genera una producción media de 1.200 gigavatios a la hora. Si sumamos esta producción a la que generan Aldeadávila y Saucelle supone el 15 por ciento del total de la producción hidroeléctrica nacional y el 40 por ciento de la que se genera en Castilla y León.
Borja González destaca otra de las grandes ventajas que ofrece la central de Villarino: “Es una central reversible, funciona como generador volcando energía en la red o bien como bomba consumiendo energía de la red”. Una circunstancia que permite tener flexibilidad para abastecer o almacenar. “En un escenario como el de hoy en día, que hay mucha penetración de energía renovable, la central reversible nos permite almacenar energía en Almendra, que es uno de los embalses con más volumen de agua con 2.500 hectómetros cúbicos. Te permite almacenar mucha energía a modo de giga batería en los momentos en los que hay más producción de energía renovable y se evita un vertido de potencia innecesario. Aprovecha esos momentos con tanta producción de renovable para almacenar energía en forma de agua y cuando se necesita que funcione como generador en momentos con demanda de la red puede hacerlo”, añade. Algo que se produce rápidamente, ya que un grupo parado, Villarino cuenta con seis grupos, puede pasar de cero a plena potencia en 3 o 4 minutos.
De hecho, Iberdrola ha renovado recientemente dos de las tres válvulas de baja presión de la central. Un trabajo que ha tenido parada la instalación durante cuatro meses y que ha supuesto desmontar las enormes piezas, sacarlas de la caverna a través de un pozo excavado en la roca y con grandes grúas, trabajar en ellas en el exterior y volver a montarlas.
Por su parte, la puesta en marcha de la presa de Almendra supuso en su día la construcción del mayor embalse artificial de España. Ocupa una superficie de 8.582 hectáreas ubicadas entre Salamanca y Zamora. El volumen total del embalse asciende a 2.586 hm3 y es la presa más alta de España y una de las más altas de Europa. Son 202 los metros de altura máxima que tiene sobre los cimientos.
Un reto para la ingeniería difícilmente repetible por la gran inversión que necesita un proyecto de estas características además de la capacidad técnica, aunque Iberdrola está ejecutando proyectos de gran envergadura en otros puntos del planeta. Todo para modernizar un país que iba a la cola de Europa y que apenas tenía capacidad de generación eléctrica. Todo para aprovechar una energía de calidad, limpia y sostenible que sigue siendo vital para el sistema actual de generación eléctrica.
Saltos del Duero
El salto de Villarino está incluido en un proyecto más ambicioso que construyó centrales por todo el territorio nacional. Los denominados Saltos del Duero se inicia prácticamente con el nacimiento del siglo XX. Los industriales españoles e ingenieros buscaron las vertientes de los ríos para descubrir en qué puntos se podría aprovechar la fuerza del agua. Las zonas más ricas para el aprovechamiento del agua para la generación eléctrica se encontraban en lugares complicados y muy alejados de las poblaciones. El Duero ahí fue fundamental debido a en su tramo inferior, en el internacional, había enormes posibilidades de aprovechamiento. Fue el ingeniero José Orbegozo quien hizo el estudio del río y sus posibilidades. Con el objetivo de desarrollar todas las concesiones bajo una única dirección, se creó, en julio de 1918, la Sociedad Hispanoportuguesa de Transportes Eléctricos que, en 1928, pasó a denominarse Saltos del Duero, una de las empresas germen de la actual Iberdrola.
El proyecto consistía en construir saltos poderosos que aprovecharan la fantástica caída del agua y crear grandes embalses en los ríos Esla y Tormes. Estos embalses regularían el caudal y garantizarían la producción de las potentes centrales que se instalasen aguas abajo. Con el aprovechamiento de los saltos del Duero se inició la construcción de los grandes embalses reguladores, con centrales a pie de presa, que hasta ese momento no habían sido construidos ni en España ni en Europa.