Ir caminando por la calle, percibir un pequeño resalte en la acera, detenerse e inclinarse, como si se hiciera una reverencia, a leer los datos de una persona que sufrió las crueldades del nazismo. Ese es el propósito de las Stolpersteine (piedras de tropiezo en alemán), pequeños adoquines de metal que conmemoran a aquellos que fueron deportados o asesinados en campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Ese duro destino es el que compartieron más de treinta salmantinos, como los hermanos Pedro y Luis Pérez Benito y Felipe Borrego Magro, vecinos de Rollán que van a ser homenajeados este jueves, 20 de junio, en el lugar que los vio nacer gracias a la Asociación Salamanca Memoria y Justicia.
Con este acto, Rollán se convierte en el primer municipio salmantino que instala Stolpersteine, creadas por el artista alemán Gunter Demnig en los años 90. El artífice de estos monumentos exhortatorios también estará presente en la instalación de los adoquines en la plaza del Ayuntamiento antes de ser trasladados al centro social del pueblo (actualmente en obras). Aunque la intención era hacerlo en las casas donde nacieron y vivieron en su infancia los homenajeados, ya que las piedras suelen colocarse en el lugar de residencia, e incluso de trabajo, de las víctimas del nazismo, no ha sido posible. "No hemos podido ubicar exactamente sus domicilios, bien porque el trazado ha variado, porque desconocemos el número o porque ya no hay ninguna acera", sostiene Hilario Hernández, miembro de la Asociación Salamanca Memoria y Justicia.
La instalación de las piedras por parte de Gunter Demnig se complementará con la actuación de una soprano y un teclista y con la intervención de representantes del Ayuntamiento y del historiador Mateo Martín Berrocal, que dará unas pinceladas de la vida de los tres homenajeados naturales de Rollán, la zona de Salamanca con más víctimas del nazismo, tan solo superada por la propia capital (cinco). A este acto le seguirá otro próximamente en Aldea del Obispo, donde se instalará una Stolperstein para conmemorar a Juan Álvarez Pineda, asesinado en Gusen (Austria) en 1943. Y, en los meses de septiembre y octubre, se colocarán nuevas placas, todas ellas financiadas por la Diputación de Salamanca, en más puntos de la provincia.
Historias de los hermanos Pérez Benito y Felipe Borrego
Pedro y Luis Pérez Benito nacieron el 11 de abril de 1908 y el 24 de abril de 1915, respectivamente, en Rollán, siendo hijos de Eladio, un labrador natural de la misma villa, y de Manuela, originaria de Mata de Ledesma. El mayor fue el primero en abandonar España dirección Anglet, Francia, donde se casó con Helene Luchernet el 14 de junio de 1930 y donde luchó en la Resistencia contra los alemanes. El 18 de marzo de 1939, su hermano siguió sus pasos tras salir de Alicante en el barco Stanbrook.
Ambos fueron detenidos en torno a 1943, pero, mientras que Luis fue deportado al campo de concentración de Buchenwald, uno de los más utilizados en la Alemania nazi junto al de Auschwitz; Pedro fue dirigido a Sachsenhausen, al subcampo de Heinkel. Se desconocen detalles de su paso por esos lugares llenos de muerte y horror, pero, por fortuna, lograron ser liberados en abril de 1945. El hermano pequeño pudo retomar su vida en Anglet, donde falleció en 2001. Del mayor, en cambio, no hay más datos, por lo que es posible que pereciera poco después por las secuelas sufridas.
El que sí se sabe a ciencia cierta que falleció tras ser liberado fue Felipe Borrego Magro. Hijo de los rollanenses Emilio, un jornalero, y de Agustina, ejerció el oficio de carnicero y, cuando vivía en Francia, allá por 1943, fue detenido por la Gestapo. Un año despuñes, fue deportado al campo de concentración de Buchenwald. Allí permaneció cerca de un mes, siendo Flossenbürg su siguiente parada. Liberado en 1945, ingresó en un hospiital por enfermedad pulmonar, pero, desgraciadamente, no pudo superar el deterioro físico sufrido.
Como se puede comprobar, las historias de los tres rollanenses tienen elementos en común. "Emigraron antes del golpe de Estado del 18 de julio de 1936, los detuvieron en Francia y pasaron por campos de concentración tras luchar en la Resistencia", recuerda Mateo Martín Berrocal. "Todos ellos lograron sobrevivir, aunque Felipe salió con la salud tocada. De no haber sido liberado, habría muerto en poco tiempo", añade Hilario Hernández.