Tamames ha celebrado un año más sus cencerros. Esta tradición comenzó a mediados del siglo pasado cuando el entonces sacerdote del pueblo pensó en implicar a los niños en la fiesta de la Santa Infancia y la jornada de la Infancia Misionera.
De esta forma, el viernes y sábado previos a dicha efeméride, los niños salen desde la madrugada por las calles del pueblo despertando a los vecinos con los cencerros que habitualmente lleva el ganado. En este sentido, es el corazón de encina golpeando el hierro forjado el que despierta conciencias en favor de la solidaridad, de los más necesitados, de aquellos que no tienen tanta suerte como nuestros niños y niñas.
Cuando el día va amaneciendo, los niños toman un chocolate caliente, que tradicionalmente se acompañaba con churros de Loli y Eladio, churreros ya desaparecidos, y después se dirigen a misa.
Durante la celebración, el sacerdote ha proyectado un documental en el que se hace pedagogía en favor de la solidaridad infantil, en línea con el lema de este año de la jornada de la infancia misionera 2025: "comparto lo que tengo".
Al finalizar la misa, la tradición manda que el sacerdote debe contar a niños y niñas por separado y ver qué género ha conseguido más adeptos para la causa solidaria. Este sábado han ganado las niñas, pero ha estado muy reñido ya que había 27 niños y 28 niñas.
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