Desde que la Diputación de Salamanca notificara el pasado mes de marzo que aprobaba, por unanimidad, la moción en la que solicitaba a la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) y del Tajo (CHT) a mantener limpios los cauces y arroyos de la provincia salmantina para “evitar y prevenir desbordamientos e inundaciones”, se abrió un importante debate, con especial calado entre los expertos que conforman el grupo de Sociedad Española de Ornitología, que han puesto en duda la efectividad o conveniencia de retirar la vegetación de las riberas.
En rueda de prensa, el presidente de la Diputación de Salamanca, Javier Iglesias informaba de un incremento en la inversión para la limpieza de estos cauces, aumentando la dotación económica de los 180 mil euros a los 500 mil, y declarando que esta entidad había realizado un esfuerzo ampliado la inversión para llevar a cabo estas acciones, por lo que instaban también a que la CHD hiciera lo mismo.
Sin embargo, esta decisión no ha calado de igual manera en todos los ámbitos. Guillermo Cordero, ornitólogo voluntario en el grupo local SEO/Salamanca, advierte que “al grupo que conformamos la Sociedad Española de Ornitología nos preocupó escuchar esta noticia porque constantemente se repite que hay que limpiar la vegetación, pero eso realmente no evita desbordamientos”.
El ornitólogo asevera que este se trata de “un tema delicado”. Explica que “los ríos llevan un cauce y un caudal de cien litros por segundo y en época de borrasca pasan de los cien a los quinientos. En Salamanca, de hecho, hay ríos que están secos la mayor parte del año y cuando viene una borrasca pasan a llevar un caudal potente”. El problema que aquí se genera es muy grave, insiste: “Cuando un río se desborda ocupa la llanura de inundación, que son las zonas inundables que hay junto a los ríos y que se inundan cuando el caudal aumenta significativamente. Es como un agujero más en el cinturón para evitar que nos ahoguemos”.

Las llanuras inundables son áreas formadas por la acumulación de sedimentos transportados por el río y que son “importantes para la regulación del agua y de la vida silvestre”. En cualquier caso, las complicaciones surgen, apostilla Cordero, “cuando construimos en los ríos y esas llanuras que antes se inundaban con las crecidas ya no se inundan porque se ha construido, entonces es cuando se provocan las inundaciones porque los ríos necesitan ocupar esas zonas cuando crecen”.
Por ello, G. Cordero, que aparte de ser ornitólogo ha estudiado Geografía, pudiendo llevar a cabo diversos estudios que le han permitido entender el curso natural de los ríos, solicita “no construir en las zonas que los ríos ocupan durante las crecidas. Hay que alejar las casas y aplicar la prudencia y el sentido común”.
Las Confederaciones Hidrográficas del Duero y del Tajo tienen mapas de peligrosidad y riesgo de inundación para saber hasta dónde pueden llegar los ríos en sus crecidas excepcionales. En el caso de Salamanca, Cordero reconoce que las zonas con más peligros de inundación son los terrenos de la urbanización de Las Dunas, Huerta Otea, la zona de los Dominicos y toda la zona de la ribera del río. Destacando, igualmente, que en el caso de la provincia uno de los municipios catalogados como “potencialmente peligroso” de inundación es Ciudad Rodrigo. A través del siguiente enlace, proporcionado por la CHD, se puede acceder a la cartografía de las zonas inundables desde la urbanización ‘La Ponderosa’ en Encinas de Abajo hasta Huerta, Aldealengua, Salamanca y Ciudad Rodrigo.

Respecto a la limpieza de cauces y arroyos, subraya que “ahora dicen que hay que limpiar los ríos como si la vegetación tuviera la culpa. Cuando llueve la vegetación se tumba y un tronco seco sí puede suponer un tapón, pero si se elimina la vegetación no vas a evitar que un río se desborde porque no tiene capacidad de drenar para evitar la inundación. Los árboles y la vegetación de los ríos reducen la velocidad del agua, entonces regula el impacto de los daños. Retirar la tierra que se va acumulando en las orillas sí se puede hacer, pero la vegetación, los bosques de ribera, al contrario de lo que se piensa, protegen las orillas. EL golpe del agua es menor”.
A parte de persistir en la idea de que los daños no se evitan acabando con la vegetación, Cordero va un paso más allá, exponiendo los peligros que esto supone para la flora y la fauna. “Todo tiene relación, si se elimina la vegetación hay diferentes especies de fauna y de flora con las que se arrasa”.


Si se retira la vegetación de estos ríos, en la provincia de Salamanca se encontrarían en serio peligro algunas de las siguientes especies: “La cigüeña negra, una especie catalogada como 'en peligro' y muy dependiente de los bosques de ribera para poder criar; el milano real que cría en la ribera y que también está catalogado 'en peligro de extinción'; y el águila calzada que si desaparece el bosque de ribera no podría criar, suponiendo un problema para la ciudad porque es la que come las palomas, contribuyendo a reducir esta problemática”.
Puntualiza también que “desaparecerían distintas especies de orquídeas, alisos típicos de ribera, que además ahora están afectados por un hongo que los está matando, disminuyendo estas especies en Europa, y la pesca. Los peces pequeños se enconden entre las raíces de los bosques de ribera, y si la vegetación se limpia, si se elimina, ya no tendrán donde protegerse y serán depredados. Habrá por ejemplo menos truchas, que hacen su puesta en los guijarros del río”.
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