Parece que Miguel de Cervantes tenía cierta predilección por la provincia de Salamanca, ya sea por las leyendas que se han contado sobre su estancia en algunos puntos de la región charra, por la dedicatoria del Quijote o, en esta ocasión, por el habitante de Ledesma que pudiera haber inspirado al alcalaíno a escribir nada más y nada menos que don Quijote de la Mancha.
Primeramente, podríamos destacar lo real, lo que viene en una de las primeras hojas del libro, la dedicatoria al Duque de Béjar que por una pequeña cuantía de dinero plasmó para la historia el nombre de la villa textil en el libro español más importante de España. Y entiéndase que cuando se habla de pequeña, hablamos de la asombrosa cantidad de cero ducados.
Por otro lado, también cuenta la leyenda que uno de los personajes de Rinconete y Cortadillo era del Pedroso de la Armuña, de uno de los pueblos cercanos a Peñaranda de Bracamonte y que llevan con orgullo el hecho de que Cervantes haya podido pasar una de sus noches en una taberna del municipio.
En esta ocasión, nos trasladamos a 100 kilómetros del primero y a 65 kilómetros del segundo, hasta Ledesma, hasta uno de los pueblos más bonitos de España para hablar sobre Alonso Andrea, un habitante del lugar considerado un héroe para muchos venezolanos y, quizá, para el propio Miguel de Cervantes.
Para ponernos en contexto, se cuenta que este hombre viajó hacia las Indias para encontrar los tesoros del Nuevo Mundo que le harían rico, que le llenarían de oro y joyas de por vida, como hizo Cristóbal Colón un siglo antes. Todo esto, como es lógico, lo hizo junto a otras decenas de buscadores de fortunas y así viajar a lo largo de casi 7.000 kilómetros.
Durante aquella época, los ingleses decidieron invadir Venezuela por la zona que une la montaña con el mar, el Parque Natural El Ávila, por lo que los habitantes de Caracas se levantaron en armas, y fueron a por ellos a sabiendas que no podrían ganar.
Durante ese año, 1595, esos piratas venidos de lo que era Inglaterra y dirigidos por Amyas Peston, fueron saqueando todo lo que encontraban a su paso, sin miramientos ni medias tintas. En todo esto, llama la atención la forma de defenderse que tuvieron los ingleses, que armaron un plan tras un chivatazo, utilizando un camino escondido por las montañas para conseguir invadir a los caraqueños.
Al verse acorralados por los ingleses, los que se quedaron en la ciudad decidieron esconderse en los diferentes montes de la zona, excepto una persona, Alonso Andrea, el ledesmino, que con su armadura, portando la lanza y un viejo corcel, salió a matar a todos esos piratas en solitario.
En un principio, según cuenta la historia, los ingleses decidieron no matar a esta persona por la valentía mostrada, por ir él solo a por un ejército entero, pero al causar tantas bajas enemigas, prendieron fuego contra él con un arcabuz hasta derribarlo y matarlo.
Para honrar la valentía del bueno de Alonso Andrea, los propios piratas decidieron procesionar su cuerpo en su funeral, y fue enterrado con todo el honor y respeto que merecía tras mostrar que, a pesar de ser un imposible, se puede plantar cara al invasor.
Unos años después, las noticias de este héroe charro llegaron hasta tierras sevillanas, donde vivía y disfrutaba por aquel entonces Cervantes, lo que pudo inspirar al escritor alcalaíno a realizar El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, además que para muchos expertos podría llegar a tener lógica por tener un carácter tan parecido y ‘soñador’ entre Alonso Andrea y el personaje más famoso de la historia de la literatura española.
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