Reír y entretener pueden parecer tareas simples y espontáneas, pero no siempre es así. Crear espacios donde las personas se olviden de sus problemas y dejen paso a la calma y la alegría conlleva tiempo de trabajo detrás por parte de los maestros del humor como Álex Clavero, quien regresa este domingo a Salamanca junto a Quique Matilla: “Es como jugar en casa”.
La comedia es “vital” ya que “hay muchas cosas de la vida que solo se superan con humor”, asegura el humorista que comenzó realizando actuaciones por pueblos de la provincia para poder pagar la segunda carrera que cursó en la USAL. “Le fui cogiendo el gustillo, cada vez hacía reír un poco más, me sentía mejor y ganaba un dinero que me permitía seguir estudiando porque yo de aquellas lo veía como un ‘hobby’, pensaba que lo que estaba estudiando tendría algún futuro, pese a que se llamaba sociología”.
En esta ocasión aterrizará el 4 de agosto con un monólogo “diferente” que tendrá lugar en el Castillo de Ledesma a las 21:00 horas, un lugar “maravilloso, donde ha tocado Camela hace unos días, así que nada puede salir mal”.
“Siento que la gente me quiere mucho, incluso siendo de Valladolid”
El regreso de Clavero a la provincia charra no le deja indiferente ya que “lo siento mío” y lejos del tradicional enfrentamiento entre vallisoletanos y salmantinos, él asegura que “he vivido muy a gusto allí, siento que la gente me quiere mucho incluso siendo de Valladolid”.
Su unión con la capital del Tormes va más allá de los espectáculos de comedia, donde además de la carrera también cursó lo que ahora sería bachillerato en Santa Marta de Tormes. Al preguntarle por Salamanca, el monologuista lo tiene claro: “Para mi significa Potemkim, Pipers, Imprenta, Paniagua o la plaza del Oeste”, aunque confiesa que cada vez que vuelve “me doy cuenta de lo mayor que me he hecho porque algunos de mis bares favoritos ahora son kebabs”.
Preparación antes y durante un 'show'
Con respecto al proceso creativo, la preparación es distinta según el tipo de trabajo. En el caso de su programa para la radio ‘El Francotirarock’, el tiempo de redacción le ocupa “muchas horas, más de las que uno se puede imaginar”. Por otra parte, señala que un monólogo de 4 minutos “a veces son 3, 4 o 5 horas de escritura e incluso te tiras 8 horas escribiendo y sabes que no es bueno”. No obstante, para un directo “lo tienes más estudiado porque te haces con mucho material a lo largo de los años, coges la actualidad y la rematas” con la finalidad de que la historia sea “fresca, que esté actualizada y me sienta cómodo contándola”.
Pero, ¿qué pasa cuando un ‘show’ va mal y la gente no se ríe?
"Empiezas a sudar, intentas que no se note y no ponerte nervioso. Con el tiempo consigues tablas, tienes material en la cabeza, si ves que un tema no está gustando cambias a otro y preparas un plan B o C”, en definitiva, “lo resuelves como puedes”.
Por el contrario, si fluye con normalidad y el ambiente es relajado “vas improvisando y no necesitas plan, sino que le vas dando tiempo al cerebro para ver por dónde salir”. Clavero revela que “no hay más técnica que eso”, aunque mantiene que “la consigna es no rendirse hasta que acabe el tiempo estipulado, hasta ahí lo intento todo”.
"No hay que poner límites al humor, hay que ponerle sentido"
Las redes sociales han incrementado la polarización de opiniones favoreciendo los enfrentamientos entre los usuarios de distintas plataformas, surgiendo las tan famosas ‘cancelaciones’ a diferentes personalidades.
En este contexto cobra relevancia un debate que lleva tiempo discutiéndose: los límites del humor. “No hay que ponerle límites, hay que ponerle sentido”, declara, dándole valor a “saber reírte de ti mismo, de los tuyos, de tus ridiculeces o de tu ciudad. Hay que tener sentido del humor para encajar todo y sentido común para elegir la situación y el chiste porque si no creamos un mundo súper aburrido y egoísta”.
Pero, no todo es negativo en el entorno ‘online’. “El mundo de la comedia se ha reinventado mucho con vídeos largos, cortos, editados o doblados”. En esta línea, Clavero recuerda sus inicios, cuando “era casi una utopía porque la profesión casi no existía y no había clase media de cómicos, solo podías vivir de ello si eras una superestrella”. Actualmente con todas las oportunidades que ofrece Internet “habrá más gente que piense que se puede vivir de esto y además se ha metido bastante dinero con la publicidad, por lo que se ha abierto un mercado para hacerlo posible”.
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