Tras una Semana Santa descafeinada en toda España por la pandemia del COVID-19, La Alberca no iba a quedar huérfana de una de sus tradiciones más queridas y disfrutadas por los jóvenes del pueblo, si bien este año ha tenido que celebrarse de manera diferente debido a las restricciones y a las medidas sanitarias.
Se trata del Día del Pendón, fiesta que conmemora el triunfo de las mujeres de esta localidad de la Sierra de Francia en la batalla de Las Matancias, ocurrida en el siglo XV en plena guerra civil castellana entre los partidarios de Isabel la Católica (bando del que formaba parte La Alberca) contra los de Juana la Beltraneja.
Cuenta la leyenda que las mujeres albercanas atacaron por sorpresa a las tropas portuguesas de Prior de Ocrato (del bando de Juana la Beltraneja), a las que derrotaron, quedándose y llevando al pueblo el Pendón (bandera de las tropas que está formada por una luna sobre fondo rojo).
Cuenta la leyenda que las mujeres albercanas atacaron por sorpresa a las tropas portuguesas de Prior de Ocrato (del bando de Juana la Beltraneja), a las que derrotaron, quedándose y llevando al pueblo el Pendón (bandera de las tropas que está formada por una luna sobre fondo rojo).
Un festejo que se conmemora cada Lunes de Pascua y que suele consistir en la tradicional misa tras la que las quintas (mujeres de la generación que cumple 18 años, en este caso el 2003) suben al balcón del Ayuntamiento a leer la provisión de la Duquesa de Alba (de quien dependía el municipio serrano). Una vez terminado, y al grito de ‘¡Vivan los quintos’!, los hombres, montados a caballo, suben el Pendón hasta la ermita de San Blas.
Allí en lo alto, los quintos (que van ataviados con el tradicional traje serrano, tanto hombres como mujeres) atan el Pendón, que ondea hasta el final de la jornada, cuando es recogido por las mujeres quintas. Entre medias, una fiesta convidada con hornazo y vino y el sonido de la flauta y el tamboril y de la que disfrutan tanto los oriundos de La Alberca como los turistas que se acercan.
Sin embargo, casi nada de esto ha podido celebrarse este año. Y es que apenas unos pocos quintos, los residentes en La Alberca o en la Comunidad que han podido acudir (suele haber muchos de otras regiones pero, dado el cierre perimetral, no han podido acudir), se han vestido para la ocasión y se han fotografiado con el Pendón en la Plaza del pueblo.
Posteriormente, lo han subido hasta la ermita de San Blas donde, como marca la tradición, lo han atado en lo alto de una de las torres. Ya por la tarde ha sido bajado por las mujeres. Pero lo que no ha habido ha sido ni hornazo, ni vino, ni fiesta, como tampoco hubo bailes ni aglomeraciones. Todo ello quedará para el año que viene donde, vacuna y medidas sanitarias mediante, se podrá retomar una normalidad que, aunque no practicada, no ha quedado olvidada.
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