Hace tiempo dejaron atrás la barrera de los 65 años, pero siguen empeñados en seguir viviendo en su casa, en su pueblo y rodeados de sus cosas y sus vecinos. Para poder hacerlo, los repartidores de Adecasal, Asociación de Desarrollo para el Campo de Salamanca y Ledesma, se han convertido en fundamentales en su día a día. No solo les llevan un menú caliente diario, con comida variada, equilibrada y adaptada a su diabetes o sus dolencias, también hablan con ellos, tanto o más importante que lo anterior, sobre todo en esas épocas frías en las que apenas salen de casa.
Los trabajadores del servicio de comidas a domicilio de Adecasal se han convertido en uno más en la vida del centenar de mayores que reciben todos los días del año su menú caliente. Tras ellos, un equipo de cocineras trabajan los 365 días del año elaborando los platos que reparten en 45 pueblos de la zona norte de Salamanca, aunque esta zona es ampliable a 65 según el último convenio de colaboración firmado con la Diputación de Salamanca. “Empezamos solo con los municipios de la zona de Sardón de los Frailes y poco a poco hemos ido ampliando”. El servicio llega a la comarca de Ledesma, La Armuña y parte de la comarca de Vitigudino.
Un trabajo que requiere dedicación y que, gracias a la asociación sin ánimo de lucro, permite que los mayores estén atendidos mientras se genera empleo en el medio rural. “Hemos ampliado la zona y el reparto ahora llega hasta Almendra y Trabanca o Aldeaseca de la Armuña. Tenemos dos rutas y cada día hacen unos 220 kilómetros”, asegura Angie Agustín, de Adecasal. “La mayor parte de nuestros usuarios es gente mayor”, afirma Angie, que reconoce que “aunque el servicio está abierto a todo el mundo, la subvención de la Diputación solo es para mayores de 65 años en función de su pensión y personas con discapacidad”. Un servicio que “es muy interesante, porque dependiendo de la pensión que cobren se puede llegar a subvencionar hasta la mitad del servicio”, añade.
De hecho, el convenio que la asociación ha firmado con la Diputación permite que la institución financie parte del precio del menú, llegando a la mitad en el caso de las rentas más bajas. Otra parte la financian los propios ayuntamientos, lo que es una gran facilidad para muchos mayores que de otra forma no podrían financiar el servicio. El convenio firmado entre Adecasal y la Diputación de Salamanca está cifrado en 100.000 euros al año.
“En los pueblos hay mucha gente mayor”, asegura Angie que reconoce que es un servicio muy necesario, sobre todo para esos mayores que se encuentran bien pero así se garantizan tener cada día una comida saludable y bien cocinada. “Una vez que entramos en un municipio el boca a boca funciona” añade la trabajadora de Adecasal que lleva desde 2009 ofreciendo este servicio que poco a poco ha ido ampliando a nuevos municipios. Además de la comida, es fundamental para muchos de estos mayores el seguimiento que desde la entidad realizan. “Tenemos contacto diario con ellos, sabemos cómo están cada día. Hay muchos que en invierno solo ven al repartidor y es el quien nos da la voz de alarma si ve a alguno mal o no le abren”, añade Angie.
Algo que fue fundamental durante la pandemia. “El servicio fue muy importante en ese momento, mantuvimos el servicio con otras las precauciones posibles y sin contacto, pero pudimos estar pendientes de cómo estaban e hicimos una labor telefónica exhaustiva porque muchos de ellos estaban nerviosos y muy asustados. No podían ver a sus familiares y la información en la televisión era una locura”, reconoce Angie Agustín.
Un servicio que esperan poder seguir ampliando con el fin de llegar a más mayores. “Podemos asumir más demanda y la idea es llegar a más pueblos”, concluye.
Por su parte, desde la Diputación, Eva Picado, responsable de Bienestar Social asegura que pueden colaborar con la iniciativa ya que “es una asociación sin ánimo de lucro, esta pecualiaridad es la que nos permite poder ofrecer este servicio con ellos y con los Ayuntamientos que también están implicados”. Para la diputada, el servicio tiene una buena valoración, no solo por el trabajo diario que realizan sino también por la colaboración que hacen con los CEAS. Algo que “facilita que las personas puedan permanecer en su domicilio y que haya un control en su alimentación”.