“Me levanto a las 9 de la mañana, cuando ya se ve, para ir a darle de comer al ganado”. Así comienza cada día José Pinto tras retirarse de ‘¡Boom!’, el concurso televisivo de Antena 3 en el que batió el récord de permanencia con su equipo, Los Lobos. “Me fui porque era complicado dilatar más el compaginar mi trabajo en el campo con las grabaciones del programa”, relata el ganadero a SALAMANCA24HORAS en Casillas de Flores y junto a parte de las más de 50 reses que atiende a diario y que tiene repartidas en varios terrenos. “Antes contaba con la ayuda de mi amigo Eloy, el alcalde, pero no podía mantener más tiempo a los animales así porque necesitan de cuidados continuos”, explica Pinto.
Una vez alejado de los focos televisivos y con la perspectiva que le dan los dos meses que ya han pasado desde su marcha del programa, no añora los viajes a Cataluña para rodar: “Iba desde el pueblo a Salamanca y allí cogía un tren a la estación de Chamartín de Madrid. Con el Cercanías llegaba hasta la estación de Atocha y desde ahí tomaba un AVE a Barcelona, donde grabábamos ocho programas en dos días. Después, regresaba a casa haciendo el camino inverso, por lo que me plantaba en Casillas de Flores acumulando las habituales 40 horas semanales de lo que podríamos considerar un trabajo”. ¿Tiempo entonces para descansar? “No, porque tenía que atender al ganado. Acabé cansado de hacer eso todas las semanas”, contesta.
Aún así, guarda buenos recuerdos sentimentales y materiales de su paso por el concurso, como una navaja personalizada regalada por un equipo rival de Albacete o la firma del piloto de motociclismo Marc Márquez. “Su abuelo es un gran seguidor del programa y nuestro. Un día fue como público al plató y estuvimos hablando con él. A cambio, su nieto nos obsequió con un póster”, revela.
Ahora, en Casillas de Flores, también recibe premios. Al bar del municipio acuden o llaman por teléfono varios apasionados de su figura deseosos de conocerle, por lo que la regente del local ejerce de ‘asesora’ desde la que podría considerarse sede social de su oficioso club de fans, pues los vecinos se reunían allí para seguir las vicisitudes de cada emisión de “¡Boom!” en la que participaba Pinto. Obviamente, él guardaba silencio sobre lo que iba a acontecer.
Sus paisanos de Casillas de Flores entendían esta postura y ahora le paran por la calle para charlar con él cuando se lo encuentran. Incluso uno le entrega una bolsa de fabes que unos admiradores le han traído desde Asturias y que han dejado a su cargo en ausencia del ganadero, que sonríe agradecido y pertrechado en su mono verde de faena. Y es que carece de reparos para mostrarse tal cual es y para reivindicar el papel del mundo rural en la sociedad actual: “Aquí se producen los alimentos y no se puede pasar ni un día sin comer. Los pueblos son los únicos sitios en los que se respira aire limpio. Si existieran buenas conexiones a Internet, muchos trabajos se harían con ordenador desde estos lugares”.
Desde su posición de hombre de campo, pero con el estatus que le confiere la sabiduría demostrada en ‘¡Boom!’, Pinto continuará divulgando las bondades de su localidad y participando en diferentes actos sociales. El más cercano, el pregón del Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo, el viernes 1 de marzo. Cuestionado sobre cómo lleva la preparación del discurso, se muestra sereno y tranquilo, transmitiendo la misma paciencia que adquirió cuando ‘Saber y ganar’ tardó quince años en citarle para jugar e iniciar su periplo por las cadenas televisivas. “Siempre tuve interés por los concursos culturales y ese es el favorito de todos los que compartimos esas inquietudes”, confiesa. De allí saltó a ‘Pasalapabra’ y a ‘¡Boom!’ para después regresar al oficio que aprendió ayudando a su padre mientras estudiaba y al que ha decidido dedicar todos sus esfuerzos. Como Juanra Bonet, el presentador de ‘¡Boom!’, le planteamos una última ‘pregunta bomba’. ¿Volverá a compaginarlo con la televisión? La duda queda en el aire. Mientras tanto, una vaca observa la conversación y muge. Quizás esté revelándonos el futuro, pero desconocemos si la respuesta que nos ofrece es afirmativa o negativa. ¿Qué cable cortamos?
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