Los novilleros Víctor Hernández, Jorge Molina, Valentín Hoyos y Roberto Martín ‘Jarocho’ que debutaba con picadores en la novillada de este lunes de carnaval en Ciudad Rodrigo hicieron el paseíllo en el que es el penúltimo festejo.
Con los tablaos a rebosar salió al albero el primer astado de Montalvo, mientras caían tímidas las primeras gotas de lluvia. A la Verónica saludó el madrileño Víctor Hernández, mismo quite con el que condujo al novillo hasta el caballo. A la salida de la suerte de varas pudo gustarse por Gaoneras. Ya con la muleta el novillero selló una faena variada y muy asentada, con diversos cambios de manos y gustosos naturales, que fue creciendo gracias a la excelente condición del pupilo de Juan Ignacio. Tras un cierre por Bernardinas un tanto desordenado dejó una estocada trasera que le obligó a descabellar, recibiendo un aviso por la extensa faena y las dos orejas.
El segundo novillo mostró también una buena condición en el capote donde Jorge Molina selló Verónicas y Gaoneras antes del tercio de banderillas. Brindó al público una faena falta de acople, con dudas y demasiados enganchones a otro buen novillo de Montalvo, que aunque con menor transmisión estuvo por encima del novillero que quiso extender la faena por su falta de entendimiento, escuchando otro aviso tras demorarse con los aceros. Oreja.
Valentín Hoyos, de La Alberca, fue el encargado de lidiar el tercer novillo más bronco de salida, que posteriormente fue a más, brindado al diestro Manuel Diosleguarde. El novillero salmantino un tanto acelerado en las primeras series no logró tampoco culminar la obra en una faena larga, con altibajos y una serie de naturales como lo más destacado de una labor técnica a un astado exigente. Dos orejas. Hoyos sufrió una cornada interna de la que tuvo que ser operado en la enfermería de la plaza, desconociéndose su estado de gravedad.
El burgalés Roberto Martín ‘Jarocho’ debutó con los del castoreño este lunes de carnaval mostrando la garra que lo caracteriza desde su entrada en la Escuela Taurina de Salamanca. El cuarto de Montalvo, el más fuerte del encierro, permitió al novillero estirarse con el capote, pese al revolcón después de la suerte de varas donde el picador Agustín Sanz ejecutó un puyazo bien medido. Cogió Jarocho los palos poniendo tres pares lucidos, uno al violín, de perfecta colocación, levantando el ánimo de los tendidos antes de brindar el toro de su debut a su abuelo. En la muleta el pupilo de Montalvo fue el más exigente y desclasado, con el que el novillero se mantuvo firme y con mucha actitud pese a las inconveniencias que le puso su oponente pendiente siempre de su colocación, buscándole las piernas. Finalmente, los aceros le jugaron una mala pasada, haciendo guardia al entrar a matar y obligándole a descabellar. Dos orejas.
GALERÍA | Novillada con picadores del Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo
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