Son muchas las historias que se contaban de abuelos a nietos, ya fuera en la hoguera de cualquier casa, en el campo disfrutando del calor del verano, o dando un mítico paseo por la calle Mayor de Béjar.
Entre las leyendas que han pasado de boca en boca hasta llegar a nuestros días, está la del diablo en el municipio textil, intentando cruzar el río que surca la localidad, el río Cuerpo de Hombre.
Tendríamos que remontarnos siglos atrás para conocer en profundidad esta historia. Algunas personas mayores lo cuentan con mucha alegría y, sobre todo, con una gran sonrisa a los pequeños de la casa.
Antes de comenzar con la propia historia, cabe recordar que al diablo siempre le ha gustado de una u otra forma la provincia de Salamanca, ya sea con la famosa historia de la Cueva de Salamanca, donde se impartía clase, o simplemente siendo la ciudad charra un lugar donde la brujería se daba rienda suelta.
El nombre de Salamanca ha aparecido en innumerables ocasiones en leyendas hispanohablantes, donde se recoge como una lugar en el que las brujas junto a los demonios celebraban su exquisitos aquelarres y rituales de brujería. Es más, estancias como lo que fue la Cueva de Salamanca se recogen en Brasil, Chile, Argentina o Uruguay.
Vemos como desde la capital hasta diferentes puntos de la provincia, la figura del diablo siempre ha estado presente, ya fuera buscando cómplices a quién reclutar, o simplemente paseando por los enormes y hermosos parajes que la rodean.
Y es que hoy hablaremos del Tranco del Diablo, lugar que se ha convertido en una visita obligada para los amantes de las artes oscuras. Muchos pasean con sus bicis por la comarca situada al sur de la provincia y se paran para visualizar por qué se llama de esta forma.
Esta zona está situada en la carretera que une Béjar con Valbuena y Aldeacipreste. Se tendría que salir por Picozos Bajo, y seguir la carretera que nos llevará hasta una pequeña central eléctrica, al lado, estará el famoso ligar.
Y es que existen muchos trancos en España y en el mundo, ya sea relacionado o no con la definición del propio término, que, de forma lógica, va acorde con la propia historia.
El diablo, en uno de sus largos paseos que se daba por el mundo, decidió realizar una pequeña parada para descansar y visualizar un poco la zona, además de refrescarse en ella con algún que otro refrigerio.
Como el río Cuerpo de Hombre pasaba por la mitad de este valle, decidió dar un pequeño salto abriendo mucho las piernas, lo que le llevó, de forma accidental, a perder una de sus botas en uno de los lados de la ribera. Gracias a ese tranco, se quedó sin el material de su propiedad.
El propio diablo, ya fuera por las prisas o porque no quería volver a arriesgarse a caer al agua, se marchó, dejando una estampa inigualable y curiosa, su bota encima de la piedra que le sirvió para saltar.
La erosión del tiempo y de las rocas dejó esta curiosa forma, lo que sirvió para que los antepasados bejaranos crearán una leyenda que se suma a las tantas que tiene la provincia, ya sea la Fuente del Lobo en la propia localidad, la Casa de las Conchas en la capital del Tormes o la Casa de las Muertes.
Y es que esta leyenda, es bonita para contar a los pequeños. Algunos se asustan por saber que el diablo pasó tan cerca de Béjar, pero a otros siempre les ha llenado de curiosidad por conocer más de la villa textil, de los relatos de un pueblo con mucha historia, donde la imaginación siempre tenía rienda suelta.