La filigrana de Alba de Tormes, una cerámica única en el mundo que se niega a desaparecer

La villa ducal ha pasado de tener 40 alfares a solo dos en los que se mantiene la esencia de este arte exclusivo

Museo de Alfarería en Alba de Tormes
Museo de Alfarería en Alba de Tormes

Alba es Santa Teresa, es el castillo ducal, son los famosos y casi extintos peces del Tormes y también es cerámica con un estilo único en el mundo, la filigrana. Un oficio del que llegaron a vivir cuarenta familias en la villa ducal, aunque ahora solo quedan dos alfares abiertos, eso sí, uno de ellos con relevo generacional. Alba es barro modelado de forma única con un estilo propio que surgió cuando los utensilios de este material cayeron en desuso por la llegada, primero, del vidrio y la porcelana y, después, del plástico. Fue entonces cuando los alfareros empezaron a decorar profusamente sus piezas utilitarias como fuentes, platos y botijos para que llamaran la atención de los compradores y pudieran utilizarse como elementos decorativos. Así nació la filigrana de Alba. Un estilo decorativo declarado Bien de Interés Cultural Inmaterial que puede disfrutarse en el Museo de Alfarería de la localidad, cuya visita merece la pena doblemente ya que está ubicado en la iglesia de Santiago, un magnífico representante del mudéjar, Bien de Interés Cultural y lugar de enterramiento de la esposa de Lope de Vega y su hija. Un museo que cuenta con unas 700 piezas donadas por coleccionistas como Luciano Hernández y por los propios alfareros o sus familias donde se puede aprender como es el proceso de transformación del barro, desde su recogida en los coladeros hasta que las piezas salen del horno y que muestra desde la cerámica de basto o utilitaria, a increíbles piezas de filigrana o las nuevas tendencias artísticas.

Museo de Alfarería en Alba de Tormes
Museo de Alfarería en Alba de Tormes

Pero ¿qué es la filigrana? La filigrana es la decoración que hace que las piezas creadas en Alba de Tormes sean reconocibles en todo el mundo. Es una técnica en la que se van superponiendo asas o pequeñas piezas curvas sobre la base que se quiera decorar (un plato, un botijo, …) Así, el alfarero va elevando capa a capa hasta dar con la altura deseada, creando algunas piezas espectaculares por su tamaño. Un laborioso y lento trabajo que puede llevar semanas ya que cada nivel ha de secarse antes de colocar el siguiente y una vez que los niveles están terminados comienza la siguiente fase: rellenar los huecos. Algo que se hace con pequeñas figuras como racimos, flores, grecas, … cada alfarero tiene sus favoritas y marca propia.

Un tipo de cerámica muy apreciada por los coleccionistas nacionales e internacionales, tal y como reconoce Tomás Pérez, el último artesano en incorporarse al gremio de una reconocida saga familiar e hijo de otro reconocido alfarero con el que también comparte nombre. Él es además el alfarero más joven de una familia que se inició en este mundo a finales del siglo XIX y garantía de que, al menos, habrá una generación más de alfareros que hagan rodar el torno en la villa ducal. Tomás se inició en la alfarería de la mano de su padre, como tradicionalmente se ha hecho en la villa, aunque decidió estudiar el grado superior de artes plásticas y diseño en cerámica artística. “Lo mamo desde pequeño, ayudaba a mi padre a hacer cosas básicas y poco a poco fui haciendo adornos a platos, pintar, …”, confiesa. Unos estudios que le han permitido tener un conocimiento más amplio del mundo artesano y unir tradición a formación, aunque reconoce que ha sido en el taller de su padre donde más se ha curtido y donde ha aprendido la técnica de la filigrana.

 

Tomás Pérez hijo, en su tienda en Alba de Tormes
Tomás Pérez hijo, en su tienda en Alba de Tormes

 

Una decisión valiente en un mundo difícil ya que “Se valora poco la artesanía. Desde la crisis de 2007 ha habido unos años en los que no se valoraba nada. Es verdad que desde el Covid parece que se valora más lo artesano”. Es en ese momento cuando decidió seguir la tradición familiar y dedicarse al taller y también a la enseñanza con distintos cursos. “No es solo saber hacerlo, sino también saber transmitirlo” reconoce y a la pregunta de si Alba debería tener una escuela permanente de cerámica que salvaguarde la transmisión de este arte la respuesta es un rotundo sí. “Alba es un centro alfarero y debería tener algo así”, afirma.

Tomás Pérez padre e hijo
Tomás Pérez padre e hijo

Es el más joven de una larga saga de artesanos lo que supone “bastante responsabilidad” ya que “mi abuelo fue un alfarero muy importante que empezó la con la filigrana, que es lo más típico de Alba y mi padre ha mejorado muchas cosas que hacía mi abuelo”. Su aportación se centra en “mejorar las técnicas de producción, la imagen de la empresa, la tienda, la forma en la que nos ven. Ve su futuro en el alfar, “mientras nos podamos dedicar a seguir haciendo filigrana, nos dedicaremos. Si llega un momento que no se valora, pues siguiendo las señas de identidad que tenemos habrá que adaptarse, es algo que hemos hecho ya con piezas nuevas como los belenes”.

Belén hecho con filigrana. Taller Tomás Pérez
Belén hecho con filigrana. Taller Tomás Pérez

 

Trabajar la alfarería en Alba de Tormes es laborioso ya que los alfareros de la villa se ocupan de todo el proceso, incluso de recoger la arcilla en los coladeros. Algo que explican con todo detalle en el Museo de Alfarería. De la mano de Merche, los visitantes pueden entender cómo se bate, se cuela, se orea y se soba la arcilla greda hasta que es una masa manejable para utilizar en el taller. También como de ahí pasa al torno o al modelado y como se va colocando la decoración de filigrana, que se aplica a todo tipo de piezas, desde bandejas o platos, a botijos, jarrones e incluso elementos religiosos como benditeras. De ahí pasa al color y la decoración con los dos engobes que se utilizan, la greda para dar a la base ese color rojizo característico y el juaguete, el color blanco que hace dibujos. Antiguamente eran las mujeres las que pintaban las piezas con el aguamanil, una especie de lata con una boquilla larga y estrecha que va soltando el juaguete. Llega el turno del vidriado y del horneado. Cada pieza necesita 15 horas de horno antes de salir y convertirse en una pieza única que aúna el saber de generaciones.

Un estilo artístico que la villa promociona y muestra estos días gracias a la iniciativa Hola Cerámica! Organizada por la Asociación Española de Ciudades de la Cerámica (AeCC) trata de poner en valor la alfarería y la artesanía local con actividades, talleres y eventos divulgativos.

Así, el Museo de Alfarería abrirá sus puertas el sábado 5 y el domingo 6 de abril con visitas guiadas gratuitas en horario de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 18:00 horas. Además, se han programado talleres para distintos públicos: el sábado, a las 11:00 horas, habrá un taller de alfarería infantil, mientras que el domingo, a la misma hora, será el turno del taller de cerámica para adultos. Ambas actividades requieren inscripción previa en el Ayuntamiento.

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