Un estudio reciente ha revelado que ciertas cepas probióticas, como Bifidobacterium infantis y Bifidobacterium breve, podrían desempeñar un papel crucial en la prevención y el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson.
La investigación, en la que participó el catedrático en Ciencias del Deporte Vicente Javier Clemente, destaca la conexión entre la microbiota intestinal y el cerebro, conocida como el eje intestino-cerebro. Según el estudio, un desequilibrio en la flora intestinal puede contribuir a la neuroinflamación y la acumulación de sustancias tóxicas en el cerebro.
Los probióticos, bacterias beneficiosas para la salud, parecen ayudar a restaurar este equilibrio y mejorar la función cognitiva. "Los hallazgos sugieren que consumir probióticos específicos podría ser una estrategia sencilla para reducir el riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas", explica Clemente.
El estudio también resalta la importancia de la hidratación y la preparación dietética para optimizar el rendimiento y la recuperación. "Aunque no recopilamos datos específicos de dieta previa, sabemos que una planificación adecuada en macronutrientes puede marcar la diferencia", añade el nutricionista.
A pesar de los resultados prometedores, Clemente advierte que se necesitan más ensayos clínicos para confirmar el impacto de la alimentación y la microbiota intestinal en la salud cerebral. "Muchas personas ya consumen probióticos para la salud digestiva, pero su impacto en el cerebro es un campo de estudio relativamente nuevo", señala.
Además, la investigación sugiere que la eficacia de estos probióticos podría depender de la composición individual de la microbiota, lo que abre la puerta a futuras investigaciones para personalizar su uso en pacientes con enfermedades neurodegenerativas.
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