El Papa Francisco critica la "economía de algoritmos" en el Vía Crucis del Coliseo, destacando la compasión y la humanidad

El Pontífice delegó su presencia física en el cardenal Baldo Reina tras su visita a la prisión Regina Coeli el Jueves Santo

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Archivo: El Papa Francisco. Foto EP
Archivo: El Papa Francisco. Foto EP

El Papa Francisco, a través de las meditaciones que escribió para el Vía Crucis del Viernes Santo en el Coliseo de Roma, ha lanzado una crítica contundente a las "economías actuales de algoritmos e intereses implacables", contrastándolas con la "economía de Dios que no descarta ni aplasta", tal y como recoge EuropaPress. A pesar de delegar su presencia física en el cardenal Baldo Reina tras su visita a la prisión Regina Coeli el Jueves Santo, el mensaje del Pontífice resonó con fuerza en el emblemático escenario romano.

En sus reflexiones, describió una economía "deshumana en la que noventa y nueve valen más que uno", denunciando un mundo "de cálculos y algoritmos, de frías lógicas e intereses implacables". Esta crítica se dirige a un sistema que, según el Papa, prioriza la eficiencia y el beneficio por encima de la dignidad humana y la compasión.

En contraposición, el Pontífice exaltó la "economía de Dios que no mata, no descarta, no aplasta; es humilde, fiel a la tierra". "Tu camino, Jesús, es el camino de las Bienaventuranzas: no destruye, sino que cultiva, repara, protege", escribió Francisco, subrayando la importancia de la misericordia y la solidaridad en la visión cristiana.

La introducción a las 14 Estaciones del Vía Crucis, escritas por el Papa, presentó el camino de Jesús hacia el Gólgota como un "éxodo hacia una nueva tierra", un llamado a "cambiar de dirección, ver la bondad de sus pasos". Francisco identificó en los personajes del Vía Crucis experiencias "que todo hombre puede vivir", como la de Simón de Cirene, quien, al regresar del campo, se detuvo para ayudar a Jesús a llevar la cruz.

"En la realidad de hoy necesitamos a alguien que a veces nos detenga, y ponga sobre nuestros hombros algún trozo de realidad que simplemente hay cargar", reflexionó el Papa, aludiendo a la necesidad de empatía y apoyo mutuo en un mundo marcado por la indiferencia. Además, advirtió que "si se trabaja sin Dios uno se dispersa", resaltando la importancia de la espiritualidad como guía en la vida cotidiana.

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