Los linfocitos T frente al SARS-CoV-2, las llamadas células de memoria que se encargan de generar los anticuerpos contra el patógeno, han aparecido en la sangre de numerosas personas en todo el planeta que no han pasado la Covid-19, según informa el diario digital 20minutos.
Esto supone que un porcentaje desconocido de la población es inmune a la Covid-19 sin haberla pasado o haber sido vacunado, un dato clave para tratar de descifrar la compleja pauta de contagio de la enfermedad.
Hasta ahora, esta inmunidad se había atribuido generalmente al contagio previo de otros coronavirus, la familia a la que pertenece el SARS-CoV-2 y más virus que producen enfermedades mucho más leves que la Covid-19 a las que generalmente conocemos como resfriados.
Un nuevo estudio, aún no revisado por pares y publicado la semana pasada en el portal bioRxiv.org sugiere que los coronavirus, primos lejanos del SARS-CoV-2 no son los principales causantes de esta inmunidad y propone como candidatos más probables a bacterias y vacunas pensadas para tratar otras enfermedades.
“Nuestro estudio se suma a una creciente gama de evidencias de que las infecciones previas por otros coronavirus no son la única, y posiblemente ni siquiera la principal, causa de la presencia de linfocitos T contra el SARS-CoV-2 en pacientes no infectados”, explican los científicos liderados por Cedric C.S. Tan, del University College de Londres.
“Posibles agentes alternativos para la presencia de estos linfocitos podrían incluir a microbios ampliamente extendidos o a vacunas que se hayan administrado generalizadamente”, añaden los investigadores en el artículo.
Una circunstancia que también se da con el VIH y la gripe
Los investigadores han analizado muestras de pacientes que contaban con los citados linfocitos T contra el SARS-CoV-2 procedentes de Singapur, Estados Unidos y Alemania, comparándolos con todo el proteoma de la familia Coronaviridae, incluyendo todos los grandes linajes de mamíferos y aves.
El 54,8% de las muestras de linfocitos T no tenían ninguna homología detectable con las cuatro especies endémicas de coronavirus humano.
Se ha llegado a plantear que ese gap, que ya se había detectado en anteriores estudios, se justificara en infecciones por coronavirus que eran aún desconocidas para la ciencia, pero que, de alguna forma, estaban presentes en nuestro día a día.
“Esa hipótesis habría requerido que ese coronavirus hubiera estado en circulación globalmente hasta hace muy poco y que, después, se hubiera desvanecido, lo que parece altamente improbable”, argumentan los investigadores.
La existencia de una inmunidad previa en personas que no han pasado la infección no es algo único de la Covid-19. La misma circunstancia ha sido reportada anteriormente en pacientes inmunes al VIH o a la gripe y se ha interpretado como el resultado de previas exposiciones a antígenos medioambientales o a proteínas en el microbioma humano, según explican los investigadores.
En definitiva, la inmunidad en estos individuos ha sido generada por su particular experiencia inmunológica, lo que hace casi imposible calcular quién puede haberla desarrollado o qué porcentaje de la población cuenta con esa ventaja frente a la Covid-19.