El impacto de las redes sociales en la salud mental: cuatro de cada diez ‘centennials’ presentan ansiedad o depresión y un 85% está 'enganchado' cinco horas diarias

Un estudio de la UEMC alerta de la falta de percepción de los riesgos que puede tener el uso de estas plataformas

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Matías López Iglesias - Leticia Pérez (ICAL)
Matías López Iglesias - Leticia Pérez (ICAL)

Adicción, insomnio, depresión, ansiedad, miedo a perderse algo... Son las consecuencias de las redes sociales en la salud mental, que están haciendo mella en todas las generaciones, pero con mayor impacto entre la llamada generación Z, los nativos digitales que nacieron entre 1995 y 2010 y que no conciben un mundo sin internet ni sin estas plataformas. No en vano, hasta el 85 por ciento está ‘enganchado’ a redes sociales cinco horas al día, y los efectos se miden en que de aquellos centennials que las relacionan con enfermedades mentales, cuatro de cada diez, el 38,3 por ciento, reconoce síntomas de ansiedad o depresión.

Los datos los arroja el estudio ‘Patologías y dependencias que provocan las redes sociales en los jóvenes nativos digitales’, en el que han participado más de 190 jóvenes de entre 16 y 18 años. Su investigador principal es Matías López, de la Universidad Europea Miguel de Cervantes, quien decidió medir las consecuencias entre sus alumnos, al observar que el simple hecho de tener que dejar el móvil fuera del aula les generaba ansiedad. De hecho, si un 37,7 por ciento considera que las redes sociales son una oportunidad o entretenimiento, el 62,3 por ciento observa amenazas, entre las que destaca, con un 64 por ciento, la adicción. Casi el 30 por de estos teme la pérdida de privacidad, y tan sólo un 4,7 y un 1,6 por ciento perciben como riesgos el ciberbullying y el acoso sexual, en cada caso.

El trabajo, que también firman Alejandro Tapia-Frade, de la Universidad Loyola, de Sevilla, y la alumna de la UEMC Clauida Ruiz Velasco, pone de manifiesto, además, que hasta un 15 por ciento de los que ha sufrido síntomas ha padecido cibermareo o síndrome de la llamada imaginaria, y también otras patologías que no identifican, como la cibercondría, y la nomofobia . También, cerca del 19 por ciento ha sufrido insomnio; un 4,5 por ciento, fomo (del inglés fear-of-missing-out) y, con cifras más residuales, pero que alertan, un 1,5 por ciento ha sufrido trastornos alimenticios como anorexia y bulimia.

“Eso es gravísimo”, explica Matías López a Ical. “Los datos son alarmantes”, en parte, “porque hay un desconocimiento por parte de la sociedad, de los padres, por parte de los profesores y docentes que son los que tienen que controlar esta situación”. También, porque tan sólo un 17,3 por ciento de los propios centennials considera que las redes sociales pueden influir sobre su salud mental, frente a un 58,6 que entienden que no. De hecho, esta percepción tan baja, que además en parte se corresponde con jóvenes que ya se han enfrentado a un problema, puede llevar a banalizar patologías “graves” como la ansiedad, depresión y el insomnio.

Mayor conciencia a menor edad

No obstante, el trabajo arrojó que, a medida que baja la edad, son más conscientes del peligro que pueden generar las redes sociales, lo que indica que antes de llegar a la universidad, en la etapa del instituto “las cosas se están haciendo bien”. “Hay que informar y formar, no prohibir”, también, porque las “leyes no funcionan, llegan tarde y no aborda los problemas. Las multas, tampoco, por que las que le pueden caer a cualquier red social es infinitamente menor a lo que están ganando con esa publicidad. Las compañías “seguirán invirtiendo y potenciando este tipo de medios”, sentencia.

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