Los investigadores Salvador Herrero, del Departamento de Genética de la Universitat de València (UV), y Laila Gasmi, doctorada en la institución, en colaboración con grupos de investigación de Japón, Canadá y Corea de Sur, han descubierto una nueva familia de genes presentes en la mayoría de virus de ADN que infectan a insectos, que se ha integrado múltiples veces en los genomas de su huésped y les ha conferido protección frente a determinados grupos de avispas parasitoides. El trabajo se ha publicado este viernes en la revista 'Science'.
Las avispas parasitoides, para reproducirse, ponen sus huevos en el interior de los insectos huéspedes, donde se desarrollarán sus crías, y provocan al final del ciclo la muerte del insecto huésped. Distintas especies de avispas parasitoides son empleadas como agentes de control biológico, ya que permiten a través del parasitismo controlar ciertos insectos plaga sin necesidad del uso de insecticidas químicos.
Hasta la fecha, se desconocía el motivo por el que determinadas avispas parasitoides eran incapaces de desarrollarse en determinadas especies de insectos. Con este trabajo se ha identificado una nueva familia de genes, denominados factores letales de parasitoide (del inglés, parasitoid killing factor) cuyo producto resulta letal para un grupo de parasitoides.
Un aspecto importante de este hallazgo, según recalca Laila Gasmi, primera firmante del trabajo, es que esta familia de genes está presente en varios grupos de virus de ADN que infectan a insectos.
"En el caso de los virus, hemos descubierto que estos genes les sirven para competir con los parasitoides por el mismo huésped. Es decir, en aquellos casos donde el insecto es simultáneamente parasitado e infectado por el virus, la actividad de esta nueva proteína resulta tóxica para el parasitoide y el virus puede disponer del huésped completamente para él", afirma Gasmi.
En otras ocasiones, son los parasitoides los que, cuando inyectan sus huevos en el huésped, aprovechan para infectarlo con un virus que presenta dichos genes pero que no resulta tóxico para ese parásito, pero sí para otros que podrían también parasitar al mismo huésped.
"Lo que no te mata te hace más fuerte", apunta, por su parte, el profesor Salva Herrero, que explica así lo ocurrido a lo largo de la evolución con esta familia de genes.
"Lo más sorprendente de estos genes --prosigue-- es que hemos detectado que se han transferido en múltiples ocasiones al genoma de algunas especies de lepidópteros (polillas y mariposas). Aparentemente a lo largo de la evolución, algunos insectos que sobrevivieron a la infección con un virus portador de dichos genes, y mediante un proceso de transferencia horizontal de genes entre el virus y el insecto, lo incorporaron en su genoma. La presencia de dichos genes les confirió protección frente a la parasitación y por tanto dicha característica se fue seleccionando generación tras generación."
Herrero añade que estos resultados son relevantes ya que, además de añadir nuevos elementos desconocidos hasta la fecha al sistema inmune de los insectos, muestra la complejidad del proceso evolutivo detrás de la competición entre un parasito y su huésped. Este estudio revela cómo los virus también desempeñan un papel importante en dicha competición por la supervivencia del mejor adaptado.
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