“Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar”, escribía Gustavo Adolfo Bécquer en uno de los poemas de su célebre obra 'Rimas'. A lo largo de la historia han servido de inspiración a otros poetas y dramaturgos: William Shakespeare también las menciona en varios de sus escritos y Oscar Wilde convirtió a una en coprotagonista de 'El príncipe feliz', entre otros. Para muchas otras personas, en cambio, son un auténtico quebradero de cabeza. Hablamos de aquellas cuyas viviendas han sido elegidas por estas aves migratorias para establecer sus nidos durante la época de reproducción.
“Las golondrinas suelen construirlos en las esquinas de los tejados, que es donde se encuentran más protegidas y fresquitas”, sostiene Jaime Tejedor, trabajador del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre ‘Las Dunas’. Esos “cazos de barro” resultan familiares a numerosos propietarios que, impotentes, no pueden retirarlos de sus hogares. Y es que las golondrinas, los vencejos y los aviones son aves protegidas por la legislación europea y nacional. La Ley del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, por ejemplo, prohíbe en su artículo 57 la “destrucción o deterioro de sus nidos y lugares de reproducción”. Quien no cumpla la normativa se enfrenta a multas que oscilan entre los 5.000 y los 200.000 euros, en los casos más graves.
Pero, ¿por qué son tan importantes estos animales? “Son aves insectívoras que en primavera-verano vienen aquí a reproducirse y luego, cuando acaba el verano, vuelven a migrar a África. Nos hacen un favor a las personas, porque al cabo del día comen muchos insectos, mosquitos y demás”, continúa diciendo Jaime Tejedor. La Guardia Civil, a través de su cuenta de Twitter, también ha recalcado esta importante función: “Comen hasta 800 insectos al día. No hay insecticida más eficiente ni ecológico”.
Qué hacer ante la presencia de un nido
Hay quien, tras la marcha de las golondrinas, decide quitar su nido. Además de ser ilegal, es muy probable que esas personas tengan que enfrentarse al mismo problema al año siguiente: “Son filopátricas, es decir, que si han nacido en un sitio, al año siguiente vuelven a anidar allí. Entonces, aunque tú retires el nido en otoño-invierno, en primavera regresan de nuevo. Es raro que no lo hagan; tienen ese instinto”, mantiene el encargado del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre ‘Las Dunas’.
Mucha gente desconoce este hecho y, como acabamos de indicar, quita el nido cuando ve que no está ocupado o cuando está ocupado sin puesta de huevos, creyendo que así se librará de violar la normativa vigente. Las infracciones no son tan graves como si estuvieran ocupados con puesta de huevos o con crías, pero entran dentro de las conductas prohibidas, entre las que también se incluyen las acciones que “dificulten o impidan la nidificación, como el cierre de huecos o la instalación de artilugios disuasorios”. Así lo recoge el informe sobre ‘Protección de aves silvestres que habitan en medios urbanos frente a la destrucción de sus nidos y la pérdida de lugares de nidificación’.
¿Qué se debe hacer entonces ante la presencia de uno o varios nidos en una vivienda privada? “La gente dice que les ensucian las casas y demás… La solución es poner un cartón justo debajo del nido. Cuando ya termina la época de reproducción y los polluelos ya pueden salir volando, se acaba el problema”, declara Jaime Tejedor. Ese mismo consejo es el que ofrece la Sociedad Española de Ornitología: “La suciedad producida por las golondrinas se puede paliar con la colocación de una simple balda o bandeja bajo los nidos que basta con limpiar o sustituir una vez al año”.
¿Existen excepciones para su retirada?
Lo cierto es que sí, que existen excepciones por las que se puede acometer la retirada de un nido, siempre y cuando se obtenga una autorización especial de las autoridades competentes. Para ello, deben cumplirse requisitos como que dicha autorización “pueda incardinarse en algunos de los supuestos de excepción existentes”, entre los que destacan “la protección de la salud y seguridad de las personas” y la de "la flora y la fauna silvestres y los hábitats naturales". Esto último hace referencia a nidos que se encuentren en edificaciones "en peligro de ruina o que vayan a ser objeto de rehabiltaciones mayores, para procurar su traslocación", tal y como recoge la Ley de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad.
Respecto al supuesto de la seguridad pública, Gallego Bernad y De la Bodega, en el informe de la Sociedad Española de Ornitología, señalan que "las enfermedades transmitidas por las aves son extremadamente raras en España. No hay constancia pública de que en los últimos 30 años se haya producido un contagio de enfermedad alguna a un humano por parte de golondrinas o de aviones, por lo que el riesgo para la salud es extremadamente bajo".
Cambios en los hábitos de las golondrinas
Las olas de calor que han afectado recientemente a los salmantinos también han tenido estragos en la fauna silvestre. Por ello, "se ha producido un ingreso continuo de este tipo de animales (golondrinas o vencejos) en Las Dunas, porque ellos hacen sus nidos en huecos que ven que están fresquitos o en una piedra o risco, pero cuando se meten en los agujeros de los tejados, donde puede haber 45 grados en los días más calurosos, los pollos, antes de que sean capaces de volar, se tiran", reconoce el encargado del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre.
Las largas olas de calor influyen igualmente en los hábitos de las golondrinas, por lo que cada vez es más difícil saber cuándo instalarán sus nidos en la provincia de Salamanca: "Antes migraban a África y ahora algunas se quedan en Andalucía por el cambio climático. Se irán adaptando, porque, si cada vez tenemos las temperaturas más altas, los animales vendrán antes. A lo mejor empieza la migración en febrero-marzo y en abril-mayo ya están criando y estableciéndose en la zona. Es variable", concluye Tejedor.
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