“Da miedo. Es algo muy raro”. Laura Pimpinato y Laura Canhaci, estudiantes procedentes de Brasil, lo tienen claro en su primera declaración. Las dos brasileñas llegaron a Zamora el pasado septiembre con una beca de intercambio para cursar un semestre del grado en Arquitectura en la Escuela Politécnica Superior y, tras superar las asignaturas allí, decidieron mudarse para cursar el segundo semestre a la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Salamanca. Aunque ambas tienen una agenda muy apretada de viajes, durante la Semana Santa han decidido quedarse en Salamanca para ir adelantando trabajos y así también poder ver cómo se celebran estos días.
Era sábado a las siete de la tarde. Las estudiantes habían salido a pasear por las calles del centro cuando una música “rara” las sorprendió. Tras seguir la dirección que marcaba la melodía se toparon con un gran pasillo de gente que abrían espacio a la imagen de Nuestro Padre de la Redención de la cofradía Penitencial del Rosario. Pero no fue el paso lo que sorprendió a Pimpinato y Canhaci si no los “gorros que llevaban las personas”. Y es que los grandes capirotes de los cofrades no pasan desapercibidos por todos aquellos que viven las procesiones españolas por primera vez. “Nos dio miedo, es muy diferente a cómo se celebra en Brasil”, comentaban entre risas.
Al día siguiente, el Domingo de Ramos, acudieron a la puerta de la Catedral para presenciar la salida de la procesión de Nuestro Padre Jesús del Perdón. En esta ocasión no pudieron ver tan de cerca los pasos que componían el encuentro religioso, pero igualmente “pudieron sentir” la acalorada acogida que tiene esta tradición en Salamanca. Niños, jóvenes y mayores se agolparon alrededor de la puerta y ocuparon varias filas para poder ver, aunque fuera entre cabeza y cabeza, el acto procesional. “Nos sorprende ver a gente de todas las edades, parece que hay muchos católicos”, comentaban.
Entre las razones que Pimpinato y Canhaci encuentran para explicar la gran afluencia de seguidores a las procesiones, está la “emoción” que desprende el acto. “La música es muy fuerte y las imágenes son muy grandes”, destacaban.
Acompañándose de imágenes, las brasileñas explican que la Pascua se celebra de manera muy diferente en su país. En Brasil, según explican mostrando una foto de un supermercado repleto de huevos de colores de todos los tamaños, se vive la Semana Santa de un modo más “capitalista”. Los mayores compran numerosos Huevos de Pascua para regalar a los más pequeños de las familias, y estos suelen ir de casa en casa recogiéndolos. Por su parte, la procesión del Domingo de Ramos, por ejemplo, se reduce a personas caminando por la calle mientras portan un ramo de laurel, sin acompañarlo de música o imágenes.
En este sentido, les sorprende la gran carga tradicional en España durante estos días y disfrutan de haber podido vivirlo en primera persona. Como recuerdo, la galería de su móvil se encuentra repleta de fotos y vídeos de las procesiones a las que han asistido.
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