Este pasado martes, 24 de diciembre, comenzaba de manera oficial la Navidad. Dos semanas en las que las comidas copiosas se vuelven una tradición que se comparte junto a amigos, familiares y otros seres queridos. Tampoco pueden faltar los regalos, sobre todo el día de Navidad y el de Reyes. Y menos aún sí hay pequeños en la familia.
Sin embargo, no todo el mundo tiene la misma suerte. Hay muchas personas que atraviesan una mala situación y no tienen ya no para comer abundantemente o para hacer muchos regalos, sino para alimentarse ellos y sus hijos. Algo que ocurre en Salamanca a diario, y no solamente a las personas que no tienen un hogar. También le puede suceder al vecino de enfrente que perdió el trabajo con la crisis y todavía no ha sido capaz de encontrar nada.
Por suerte, eso sí, en Salamanca también hay gente que parece caída del cielo, y que emplea su tiempo y sus recursos en ayudar a los que más lo necesitan. El mejor ejemplo es Queti Luciano, que hace 25 años fundó el Comedor de los Pobres y, desde entonces, ayuda a cerca de dos centenares de personas diariamente.
Una ayuda que se multiplica en las navidades y, sobre todo, en Nochebuena. Porque, como ya es tradición, el Comedor de los Pobres organiza una gran cena en la que esta vez acudieron 100 personas que pudieron disfrutar de un gran menú y, además, se llevaron un pequeño regalo para que así ellos también tengan la sensación de vivir unas verdaderas fiestas.
Queti Luciano explica a SALAMANCA24HORAS que el propio día 24 es un día “complicado” porque hay muchísimo trabajo, pero que “bienvenido sea el trabajo, porque mientras unos andan de tiendas y de regalos, que parece una locura, aquí se trabaja para que todo esté en orden”.
Y es que a la cena acudieron más de 100 personas, y cada uno tuvo su asiento personalizado, con nombre y apellidos, como si de una gala se tratase. Además, todos recibieron un obsequio. Un pequeño detalle que va desde el gorro, la camiseta térmica o los guantes que se da a las personas que viven en la calle hasta la pequeña colonia que se otorga a las mujeres. Algo “sencillo” pero que se da “por el detalle, más que otra cosa”.
Entre los asistentes, personas de todo tipo. Muchos refugiados y personas sin hogar, pero también familias que no tienen sustento económico o personas que han salido de una mala situación pero que no tienen a nadie y van a juntarse con la que consideran su familia. Además de todas las personas previstas, a última hora llegó alguien que no tenía a dónde ir. Pero el Comedor de los Pobres siempre recibe a la gente con los brazos abiertos: “que se sienten dónde sea, pero que se sienten a la mesa”.
Diferentes actividades durante la Navidad para hacer más llevaderas estas fiestas
Este año han tenido un poco más de tiempo para preparar la gran cena de Nochebuena. Porque el pasado sábado 21 los voluntarios del Comedor comenzaron a trabajar para llevar a cabo, a primera hora de la tarde, un reparto de alimentos que esperan que le duren a los destinatarios todas las fechas. Además, este contaba con productos típicos navideños -bombones y polvorones además de aceite y embutido- para que así todos puedan disfrutar de buenas comidas durante estos días.
Igualmente, el domingo 22, mientras la inmensa mayoría de personas estaba pendiente de la Lotería de Navidad, llegaron los Reyes Magos y Papá Noel, ya que hicieron la entrega de regalos para los más peques de la Misión Educativa y que así ellos también puedan disfrutar de juguetes durante estas fiestas que, de otra manera, sólo podrían soñar con ellos.
“Creo que es el primer sitio al que llegan los Reyes y esto se llena de niños”, que disfrutaron de una interpretación teatral de unos voluntarios que se vistieron de pajes y representaron la llegada de los Reyes al pesebre, con lo que consiguieron una sonrisa de los más pequeños “que no se puede explicar con palabras”.
No habrá cambio de local, pero no descartan hacer la cena del año que viene en un sitio más grande
Una de las cosas que ha barruntado durante los dos últimos años el Comedor de los Pobres era cambiarse de local. Sin embargo, esa idea ha quedado totalmente descartada, ya que el local donde se sitúan actualmente (paseo de la Estación, 73) es de la asociación. “Y no lo queremos cambiar a no ser que alguien nos regale un sitio grande”, ya que supondría un gasto.
Pese a que no es tan grande como a Queti Luciano le gustaría, “es poco techo pero mucho calor”, admite. Eso sí, no descarta que la cena de Nochebuena del año que viene, si sigue llegando gente, se tenga que hacer en “un sitio extraordinario”, ya que es casi literalmente imposible que entren más comensales.
Cada vez más personas acuden al Comedor de los Pobres, “que casi de lo que menos tenemos es de Comedor”
Sin embargo, la gente no deja de acudir al Comedor de los Pobres, cada vez más. “Creo que se avecina una crisis como la otra vez. Quizá no tan grande como la anterior, pero se está notando”, lamenta la fundadora de la asociación, quien explica que el perfil de la gente es variado, pero abundan “las familias”.
También hay refugiados y personas que están en riesgo de exclusión, así como los sintecho, que no tienen nada. Y, como relataba antes, algunas personas que se sienten solas y que fueron usuarias del Comedor de los Pobres durante mucho tiempo y que siguen viniendo porque encuentran aquí a la familia que tanto anhelan.
Ese sentimiento de familia se debe también a que los y las voluntarias del Comedor de los Pobres no sólo ayudan en su sede. A veces, incluso, acuden al hospital a visitar a los usuarios que han ingresado y que les han avisado porque no tienen a nadie más. O porque ayudan a sus hijos con las clases a través de la Misión Educativa. “Casi de lo que menos tenemos ya es de comedor”, afirma Queti Luciano.
Voluntarios durante todo el año que acuden con más fuerza en Navidad
La fundadora del Comedor de los Pobres pone como ejemplo a los voluntarios que acuden durante todo el año pero que lo hacen con más fuerza y ganas si cabe en Navidad.
Sin ir más lejos, cuenta el caso de una familia que lleva yendo con su hijo desde que este era casi un bebé. “Ahora es un adolescente y siempre viene, porque sus padres quieren que vea la otra realidad”, señala Queti.
No estarán solos, ya que voluntarios venidos de Madrid y de otras partes de España, tras emigrar de su querida Salamanca, también ayudan el día de Nochebuena y el resto de fiestas. En total, durante la cena, cerca de 30 personas que han estado atendiendo, sirviendo y recogiendo, además de ocuparse de los niños que echan a llorar o de las personas que tienen necesidades especiales.
El deseo para el futuro: voluntarios para abrir el Comedor los sábados y profesores que den clases a los más pequeños
Además de las típicas formas de colaborar con el Comedor de los Pobres -acudir a la sede (situada en el paseo de la Estación 73) y preguntar por información; consultar las redes sociales o la página web; llamar por teléfono (923 261 465) o realizar un donativo (en el número de cuenta del BBVA ES47 0182 3726 10 0208524052)-, Queti Luciano hace un llamamiento para conseguir dos cosas.
La primera, voluntarios para poder abrir los sábados. “Si pueden ser jóvenes, pero si hay alguno menos joven no pasa absolutamente nada”, explica la fundadora, quien recuerda que es uno de sus viejos deseos, abrir los sábados sobre todo para las personas -sintecho- que acuden a comer y, además, que todos los jóvenes que estudian y trabajan y entre semana no pueden acudir como voluntarios, lo sean.
La segunda, encontrar profesores para dar clases de apoyo a los más pequeños en un nuevo sitio que abrirán en 2020. “Por ejemplo de informática y ordenadores. Si hubiera un voluntario o profesor que pudiera echar una mano durante una hora o dos, sería maravilloso”, desea Queti, quien también pide que, antes de que la gente tire sus ordenadores viejos, se los cedan.
Más allá de eso, para 2020 también pide “que hubiera menos pobres”.
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