El COVID-19 ha causado verdaderos estragos en el desarrollo normal de nuestra rutina de vida. La pandemia no únicamente ha afectado a nuestras relaciones y a la forma en la que solíamos abordar nuestra actividad laboral, sino que también ha conllevado a que nos veamos motivados a incrementar nuestra actividad física después de haber sufrido el sedentarismo que ha estado presente en todos y cada uno de los confinamientos en los que hemos estado inmersos. A ello, hay que sumarle la cantidad de veces en las que nos hemos visto obligados a tener precaución por ser contactos estrechos de casos positivos, llegando a tener que someternos a una cuarentena de, al menos, unos 10 días y, con ello, a privarnos de reunirnos con nuestros amigos y nuestra familia, además de a replantearnos nuestra forma de hacer ejercicio.
Para los más acostumbrados a la actividad física, el cierre de los gimnasios por el coronavirus supuso un verdadero contratiempo. Muchos de ellos, con unas pautas ya preestablecidas, acostumbrados a una tabla de ejercicios diaria y con un tiempo determinado destinado cada día a actividades como el spinning o la técnica de carrera, tuvieron que conformarse con pasar de las clases presenciales y de las actividades monitorizadas al seguimiento online.
A raíz de esto, muchas personas empezaron a echar de menos el poder disfrutar del ritmo y del ejercicio durante el confinamiento, lo cual promovió que se empezaran a replantear una nueva forma de ejercitarse en el momento en el que el Gobierno diese luz verde a volver, poco a poco y con los cuidados pertinentes, a la normalidad. Entonces, los entrenamientos personalizados empezaron a cobrar más importancia que el mero hecho de acudir a un gimnasio repleto de gente.
Con la necesidad de encontrar una atención más especializada y personalizada y de reengancharse a la actividad física con éxito después de tanto tiempo y con la seguridad garantizada ante el auge de los contagios, mucha gente tomó la decisión de solicitar un entrenador personal en los centros de acondicionamiento físico con el objetivo de no únicamente verse mejor estéticamente, sino también para mantener un estado de salud óptimo.
En LIFE & SPORT, un centro de entrenamiento localizado en el municipio salmantino de Santa Marta de Tormes, el auge de la figura del entrenador personal se hizo notar. En él, profesionales como Arturo Martín, director del centro y licenciado en Ciencias del Deporte, además de especializado en entrenamiento funcional, método hipopresivo y en el ejercicio durante y después del embarazo, Álvaro Iglesias, Andrés Ortiz o Sonia Bustos ayudan a diario a los clientes que buscan perder peso y mejorar su rendimiento físico y que, además, apuestan por una forma de realizar la actividad física distinta a la habitual, alejada de los centros más convencionales y sin restricciones de horarios.
Todos ellos apostaron después del confinamiento por la pandemia y apuestan actualmente por llevar a cabo un tipo de entrenamiento dinámico y atractivo con sesiones planificadas de cardio, fuerza o resistencia, entre otras especialidades, de forma gradual y teniendo en cuenta que puede que el cuerpo no esté acostumbrado después de varios días en reposo y que eso implica tener que coger el ritmo de nuevo, evitando lesiones.
“La satisfacción de un entrenador personal radica en la bajada de peso que observas en tus clientes y en la constancia, en la disciplina y en la superación que ves en esos deportistas que consiguen seguir las normas o pautas que estableces. Para mí, el éxito está, por ejemplo, en la gente a la que veo semana tras semana desde hace años. Al fin y al cabo, he visto cómo han conseguido objetivos concretos en ellos como puede ser el hecho de recuperarse de una lesión o de mejorar su estado físico y mental, además de que han conseguido un estilo de vida saludable”, asegura Arturo Martín, director de LIFE & SPORT, que también ha señalado que, después del confinamiento que hubo por la pandemia, el centro ganó afluencia: “La afluencia al centro después del COVID ha sido mayor pese a que seguimos preservando el uso de la mascarilla. El COVID ha afectado de muchas formas a nuestros clientes y, en muchas ocasiones, como entrenadores personales, hemos tenido que diseñar un trabajo previo para que pudieran volver a las rutinas anteriores”.
En esto mismo coincide la preparadora física Sonia Bustos Álvarez, también trabajadora del centro y especializada en actividades dirigidas como el spinning, el entrenamiento en suspensión o TRX, el jumping fitness o el entrenamiento funcional. Por su experiencia, asegura que el hecho de haber hecho un poco de todo y de haber conocido distintos tipos de gimnasios le han permitido enriquecerse para dedicarse a ser entrenadora personal y a conocer un poco al tipo de usuario que suele tener enfrente.
“Lo que me llevó a ser entrenadora personal fue que es una forma de ver tu capacidad de superación y tus momentos de sufrimiento, lo cual te permite inculcarle esa actitud a la persona a la que le das clases a través de la empatía. Creo que no todo el mundo tiene la capacidad de empatizar con un usuario y ver el nivel que tiene. A veces, para motivar a una persona, tienes que entender que al usuario que tienes enfrente puede que le cueste más hacer unas cosas que otras. Eso es lo que te lleva a empatizar con el cliente y a sufrir cuando él sufre, a saberlo motivar y a aplaudirle su capacidad de éxito cuando consigue algo que pensaba que no sería capaz de conseguir”, responde Sonia Bustos al ser preguntada por lo que le motivó a dedicarse al entrenamiento personalizado.
“Con el tema del confinamiento, la gente ha recapacitado un poco y ha empezado a querer tener un entrenador personal. Hay a gente que el confinamiento le ha venido bastante mal y eso le ha servido para recapacitar y para solicitar algo más que un gimnasio típico. El confinamiento ha hecho que la gente vea que no se puede estar sentado, que es bueno verse más ágil y tener actitud frente a las cosas”, asegura esta preparadora física, que, desde las 06:30 horas de la mañana, ya está en pie para dirigir entrenamientos personalizados y funcionales en LIFE & SPORT, los cuales tiene que compaginar con llevar a cabo su propia rutina de ejercicios para seguir manteniendo un estilo de vida saludable, por el que lleva apostando ya bastantes años a través de una de sus actividades favoritas: el running.
Para Sonia, ser entrenadora personal después de una pandemia como la del COVID-19 es todo un reto por los objetivos que la gente se fija a corto, a medio y a largo plazo, pero también es algo que resulta ser una verdadera motivación por la que levantarse día tras día. Hay gente que no es capaz de hacer estas cosas cuando está sola en su casa. Estas personas necesitan ser motivadas para hacer de la actividad de hacer deporte un hábito. Necesitan a gente que empatice con ellos, que les hagan ver las cosas que hacen bien y que les corrijan las cosas que hacen mal. Hacerlo es una satisfacción increíble para el entrenador. Cuando la gente consigue los objetivos que se fija al principio de cada entrenamiento, te llevas una satisfacción personal increíble y ya no únicamente por ti, sino por lo que el usuario es capaz de conseguir. Eso es algo muy importante. Ya con enseñar, te llevas una sensación increíble”.