Las palomas, más conocidas de forma despectiva por muchas personas como “ratas voladoras”, suponen una gran problemática tanto para viandantes, como para vecinos y hosteleros en las ciudades, inclusive para el patrimonio arquitectónico, suponiendo alteraciones estéticas, junto al deterioro de edificios o monumentos como consecuencia de las heces, altamente corrosivas. Una problemática que data de hace más de diez años.
El crecimiento descontrolado de estas aves en Salamanca capital, convertido ya en una “plaga”, territorio conquistado, se debe a “su facilidad para anidar en cualquier edificio poco mantenido. También por la escasez de depredadores”, según detalla José Vicente Sánchez, técnico de Salud Pública en Salamanca.
Parte de que esta problemática “se haya ido de las manos”, tal y como matizan algunos viandantes a los que este medio ha preguntado por las calles del centro salmantino, aledañas a la Plaza Mayor “es culpa de la acción de los humanos que les dan de comer adrede, aunque también a la escasez de comida recolectada en los campos y a la facilidad de extraer el grano de almacenes que no están bien cerrados”, aseguran desde Sanidad Pública.
El mobiliario de parques, balcones privados o inclusive terrazas de bares y restaurantes, y calles de la capital salmantina, son algunos de los principales perjudicados: se observan llenos de excrementos, principal motivo por el que ciudadanos de a pie insisten en que “todos los parques están de pena. Los bancos están llenos de mierda”, y hacen hincapié en que el número de palomas existente en la actualidad es “excesivo, ensucian muchísimo” y por ello solicitan la actuación “urgente” del Ayuntamiento de Salamanca: “En las viviendas el problema es muy grave ya, porque vas paseando debajo de los edificios y te cagan encima, es un problema serio.
Por eso, el Ayuntamiento, que no está muy pendiente de la suciedad que provocan, debe tomar medidas urgentes porque hay zonas que están catastróficas”.
Esa suciedad a la que se refieren los viandantes la refuerzan también desde el sector de la hostelería: “A los hosteleros nos afecta bastante porque casi a diario sueltan los excrementos y cae encima de la comida y de la bebida de los clientes”.
Un problema, que apuntan, que en ocasiones llega a espantar a los turistas masificados en lugares estratégicos como las terrazas de la Plaza Mayor: “Hace que muchas veces la gente se eche para atrás, que no vengan a tomar nada, pero ya sabemos que, en las mesas de primera fila al estar los balcones, que es donde se posan ellas, suelen soltar algún excremento”. Asimismo, hosteleros de la Plaza Mayor recalcan que “esto no hace ninguna gracia a los clientes”, mientras confirman que “Ayuntamiento no nos han dado ninguna solución”.
Respecto a la versión del Consistorio, fuentes municipales confirman a este medio que sí se está llevando a cabo un control sobre la masificación de estas aves “mediante la colocación de 26 jaulas de captura en diferentes zonas de la ciudad”, insistiendo en que el ahuyentamiento y la retirada de nidos de palomas torcaces en determinados casos forma parte del programa para disminuir la incidencia de las palomas en la salud pública.
La captura de las palomas mediante jaulas trampa “es el único método puesto en marcha para controlar a las palomas”, según corrobora Salud Pública, que también confiesa que en cuanto al empleo de la cetrería “en Salamanca se ha hecho de forma experimental con los estorninos, pero para las palomas en principio no es un buen método porque las hay por todas las partes, metidas incluso en edificios. Además, porque, aunque estuviera todo el día el cetrero por la ciudad no iba a espantar a cada paloma que haya en la calle”, matiza José Vicente.
Cabe destacar que otra de las problemáticas que traen consigo estas aves son las enfermedades. De hecho, hace tres años la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA) solicitaba “medidas que contribuyan a controlar esta especie, potencial transmisor de decenas de enfermedad”, según recogía el medio Europa Press.
Asimismo, la ANECPLA relataba entonces que “las palomas pueden transmitir múltiples enfermedades infecciosas por el contacto directo con los excrementos. También pueden contraerse enfermedades con la inhalación de estos en forma de polvo microscópico”, y destacando que “entre las enfermedades más importantes que estas aves tienen la capacidad de transmitir se encuentran la salmonelosis, la alveolitis alérgica, la clamidiosis, la criptococosis y la histoplasmosis. Las palomas también portan ectoparásitos como piojos y garrapatas”.
A parte de las enfermedades, la reproducción masiva de esta especie genera en las ciudades un gran impacto sobre el patrimonio arquitectónico, desarrollando alteraciones estéticas y el deterioro de edificios o monumentos como consecuencia de las propias heces de las palomas que son altamente corrosivas: “Desde Salud Pública hacemos un llamamiento para que la gente no sea negligente manteniendo los edificios, porque hay edificios abandonados, con ventanas rotas y esos son uno de los principales problemas por lo que se ha acrecentado la población de palomas”.
Así, el debate sobre el crecimiento disparado de las palomas en ciudades como Salamanca y su mala convivencia con vecinos, hosteleros, clientes y viandantes sigue en pie, a la espera de que el Consistorio salmantino tome cartas en el asunto.