Como si de una guerra se tratase y con una barricada de mesas y sillas a la puerta de los establecimientos, los negocios de hostelería que este viernes abrieron lo hicieron con la imposibilidad de funcionar con (nueva) normalidad, y con el único objetivo de reinventarse para afrontar unas restricciones que ponen en riesgo la continuidad de muchos negocios. De hecho, algunos de los que el jueves echaron la trapa es posible que no vuelvan a levantarla.
Tal y como anunció el martes el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, desde las 00:00 horas del viernes, 6 de noviembre, se encuentra en vigor el cierre obligado de los establecimientos de hostelería y restauración, los centros comerciales, establecimientos de más de 2.500 metros cuadrados y los centros deportivos. La medida tiene una duración inicial de 14 días naturales.
‘’Pide lo que te apetezca, estás en un bar como antes, pero te lo tienes que llevar’’, es el cartel que reza a las puertas del restaurante Montecarlo, en el paseo de Carmelitas. Como el Montecarlo, muchos otros establecimientos como el Café Solo, la emblemática Churreria Chamorro de puerta Zamora o el Café Unamuno han apostado por el modelo Take Away (para llevar) o por el servicio a domicilio.
Precisamente, a las puertas del Café Unamuno en la calle Zamora, una zona con un gran volumen de centros de trabajo entre oficinas y establecimientos comerciales, se pudieron ver colas desde primera hora de la mañana para pedir un café, que en esta ocasión es obligatorio que sea, para llevar.
"A esto no le ganas dinero, pero el cliente agradece poder seguir tomándose el café de todos los días"
Son las 11:00 de la mañana del viernes y para los que llevan ya horas trabajando, el cuerpo les pide su acostumbrado café de media mañana. SALAMANCA24HORAS habla con el encargado del Café Solo, otro de los establecimientos que ha sabido adaptarse a esta situación y que, desde el parque Picasso, ofrece un servicio de recogida y otro a domicilio, que ha tenido bastante buena acogida. ‘’Lo que es el servicio a domicilio, ya he hecho un par de pedidos, aunque lo que más hemos servido han sido cafés para llevar. Aquí han venido los clientes de las oficinas de alrededor y la verdad es que, dentro de lo que cabem hoy no nos podemos quejar", explica el dueño, Pedro.
En esta ocasión, es él mismo el encargado de repartir los pedidos a domicilio, aunque si bien es cierto que, si hubiera mucho trabajo, también están adheridos a sistema de envío con empresas de entrega.
Los motivos para mantenerse abierto o decidirse por el cierre total son diversos, desde la pura supervivencia del negocio hasta para no dejar abandonados a sus clientes habituales. En este caso, el dueño del establecimiento lo hace por un doble motivo: "Hemos decidido abrir por dos cosas. La primera el no sentirnos en casa inútiles por no poder trabajar y la segunda, por no dejar de perder el contacto con el cliente del día a día. Al final a esto no le ganas dinero, pero el cliente agradece poder seguir tomándose el café de todos los días", cuenta a este diario.
"Si sacamos 30 euritos, pues son 30 euritos menos que pagar de impuestos"
El Jockey Bar es otro de los bares del centro de la ciudad que ha decidido adaptar su actividad. No realiza un reparto a domicilio, pero sí está abierto para que sus clientes habituales puedan seguir llevándose su café con pincho. Mientras hablamos a la puerta con su dueño, un señor de avanzada edad se acerca al bar agradecido dirigiéndose al hostelero con palabras de estima. ‘"Al menos podemos seguir tomándonos un cafetito", le dice, mientras se dirige a pedir su café a lo que el regente responde con un ‘’recuerda que te lo tienes que llevar.’’
En esta ocasión, el dueño nos dice que el motivo de abrir, aparte de no dejar colgada a su clientela habitual, es de pura supervivencia, ‘’Si voy a pagar lo mismo de impuestos, prácticamente de luz, de renta… pues si hacemos 30 euritos pues son 30 euritos menos que pagar.’’
"Nos fastidia que al barrendero que viene todos los días a tomar el café a media mañana o a los electricistas que trabajan en la zona, ahora no podamos dejarlos pasar"
Solo unos pocos pueden desde este viernes seguir abriendo sus restaurantes o cafeterías con relativa normalidad. La norma permite la apertura de los restaurantes de hoteles y otros establecimientos turísticos siempre que sean para uso exclusivo de sus clientes, sin perjuicio de que también puedan prestar servicios de entrega a domicilio o recogida en el establecimiento; y los servicios de restauración integrados en centros y servicios sanitarios, sociosanitarios y sociales, incluyendo las actividades de ocio infantil y juvenil, los comedores escolares y los servicios de comedor de carácter social.
Es el caso de la famosa cafetería de la facultad de Filología, más conocida como Las Caballerizas. Alli, su encargado nos atiende mientras la cafetería muestra un buen ambiente y lamenta no poder dejar entrar a clientes habituales: ‘’Nos fastidia que al barrendero que viene todos los días a tomar el café a media mañana o a los electricistas que trabajan en la zona, ahora no podemos dejarlos pasar.’’
En esta ocasión, y en lugar de sacarle el café para llevar a esas personas, el encargado les hace una generosa sugerencia viendo que hay más negocios abiertos. ‘’Les digo que, si pueden, vayan esta vez a pedir el café a uno de los bares que están abiertos para llevar, ya que no se lo van a poder tomar dentro en ninguno porque aquí no pueden entrar y así no acaparamos nosotros, que sí podemos abrir".
Reinventarse o morir es, en definitiva, el lema que tienen en la cabeza los muchos hosteleros de una ciudad que se ha visto seriamente golpeada por una pandemia que viene poniendo en jaque la forma de vivir de la sociedad salmantina, desde hace muchos meses.
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