Las personas que creen tener menos riesgo de infectarse con el coronavirus que su entorno podrían tener más posibilidades de no seguir las medidas de prevención y presentar reticencias a la vacunación, según han evidenciado investigadores del proyecto Barcelona Brain Health Initiative (BBHI) en un estudio en la revista 'Annals of Neurology'.
"El sesgo optimista puede ser muy beneficioso para reducir el estrés, controlar la ansiedad y promover la salud. Pero lidiar con una pandemia requiere cambios de comportamiento, adherencia a las normas y adopción de prácticas que pueden ser incómodas. Esto puede costar más a las personas con esta perspectiva optimista, y más aún si con la llegada de las vacunas la gente percibe que su sensación de riesgo disminuye", ha dicho el director científico del BBHI y catedrático de Neurología de la Harvard Medical School, Álvaro Pascual-Leone.
El BBHI es un proyecto de investigación, destinado a entender cómo mantener la salud cerebral, que cuenta con una cohorte de más de 5.700 voluntarios. Entre marzo y junio de 2020, los investigadores enviaron 4 cuestionarios y recogieron respuestas de 3.326 personas, donde se incluían cuestiones relacionadas con la preocupación por su salud y la de las personas cercanas.
A lo largo de los 4 meses, de promedio un 35,3 por ciento de los participantes manifestaron más preocupación por la salud de amigos y familiares que por la suya. Estos porcentajes se mantenían incluso en los voluntarios con factores de riesgo relacionados con la Covid-19, como la edad, la obesidad o la diabetes, y también en el subgrupo de personas que fueron diagnosticadas de Covid-19, necesitaron hospitalización o tenían una persona cercana diagnosticada, hospitalizada o que murió a causa de la enfermedad.
Los resultados del BBHI también han revelado que las mujeres y las personas de más edad son más realistas, y por tanto se preocupan más por sí mismas que por los demás. "Aunque suene contradictorio, en el contexto actual de pandemia es más solidario preocuparse por uno mismo, porque la mejor manera de proteger a los demás es protegiéndote a ti", ha argumentado el investigador principal del BBHI y profesor de la facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universitat de Barcelona, David Bartrés-Faz.
Estos datos coinciden con los del grupo de analítica internacional YouGov, según el cual en el mundo hay un porcentaje elevado de gente más preocupada por el potencial impacto del SARS-CoV-2 en los demás que en ellos mismos. Aun así, los datos reflejan cambios por países. En Europa, un 22 por ciento de las personas manifiesta preocuparse más por los demás que por uno mismo; en Estados Unidos esta cifra se reduce hasta el 15 por ciento; y en los países del Este al 9 por ciento.
Los investigadores señalan que esto se corresponde con diferencias culturales entre sociedades individualistas o colectivas. Y es que, las culturas individualistas como las de Europa y Estados Unidos enfatizan las metas y derechos individuales, mientras que las colectivas, como las de Japón, Corea o China, hacen hincapié en los objetivos de grupo.
Por ello, los autores del artículo han avisado de que esta sensación excesiva de seguridad puede implicar que no se sigan las recomendaciones y poner en peligro no solo la salud individual, sino también la pública."Afortunadamente, el sesgo de optimismo puede ser modulado de manera que se promuevan los valores colectivos", ha zanjado Pascual-Leone.