Cerca de 500 alumnos de la Universidad de Salamanca, a los que se unen los salmantinos matriculados en otras universidades del país, decidieron emprender rumbo a Europa disfrutando de una beca Erasmus. Es el caso de Carla, Isabel, Mario y Andrea, que se encuentran en Austria, Hungría, República Checa y Polonia, respectivamente. Estos jóvenes comparten a través de SALAMANCA24HORAS cómo ha sido su experiencia durante estos meses de estudio en una universidad anfitriona y cuál es su intención de cara a las vacaciones de Navidad en este año de pandemia, teniendo en cuenta la nueva restricción tomada por el Gobierno de España: una PDIA negativa.
De un inicio de curso en “una línea temporal paralela sin coronavirus” a las estrictas restricciones
En Europa, la curva que muestra los contagios diarios de Covid-19 se contuvo durante todo el verano, alcanzando cifras muy bajas de forma generalizada. A partir de septiembre esta curva comenzó a incrementarse y en octubre la mayoría de gobiernos de Europa, entre los que se encuentran los países en los que están los protagonistas de este reportaje, tomaron medidas para contenerla. Los estudiantes Erasmus han vivido en propias carnes el cambio brusco en el estilo de vida desde que llegaron.
Carla Martín, estudiante de Estadística en la Universidad de Salamanca, se encuentra en Linz, Austria. “Las primeras semanas viajé todo lo que podía y más, visité varios pueblitos de aquí de Austria, hice senderismo, viajé a Múnich. Ahora los mis planes se basan más en estudiar al no poder viajar tanto”, cuenta. Consciente de la gravedad del asunto ha intentado minimizar el círculo de nuevos amigos y no ha tenido que pasar por la Covid-19.
Peor suerte han tenido Isabel Benito, Mario Calonge y Andrea, los cuales se infectaron durante las primeras semanas de estancia en los países en los que se encuentran -Hungría, República Checa y Polonia-. Todas sus experiencias tienen en común un inicio más descuidado, en el que predominaban la fiesta y las reuniones sociales debido a la falta de restricciones oficiales. Como no podía ser de otra manera, los tres contrajeron el Covid-19.
A pesar de haberse contagiado y haber vivido un periodo en cuarentena, al igual que Carla, todos han aprovechado para viajar por los países en los que se encuentran. “Son viajes cortos y no es lo mismo viajar con o sin coronavirus, pero también te permite disfrutar de la esencia de las ciudades como Praga, que normalmente están repletas de turistas”, apunta Mario Calonge.
Desde que las restricciones entraron en vigor, los planes de estos estudiantes han pisado el freno con fuerza ya que, como en España, los bares cerraron. “Ahora hacemos planes más tranquilos, salimos a pasear o a patinar”, cuenta Andrea.
Y es que, el coronavirus habrá cambiado el ritmo o los planes de los estudiantes, pero no ha podido con su ilusión. “No es idóneo pero lo bien que me lo he pasado sobre todo el primer mes y todo lo que me voy a llevar, va a rentar muchísimo”, afirma Carla.
Por su parte, Isabel deja una frase que resume su estancia en Budapest “está siendo una experiencia muy enriquecedora, estoy conociendo a muchísima gente, cada uno de un país diferente y eso hace que conozcas muchas culturas y practiques inglés”. Y como frase célebre queda también la de Andrea, “me alegro un montón de la decisión que he tomado a pesar de que la gente me decía que no iba a poder disfrutar. Es como estar en otra dimensión”.
Las Navidades en casa, sí, pero con una (o dos) PCR negativa por delante
Desde el pasado 23 de noviembre todos los pasajeros procedentes de un país de riesgo y cuyo destino final sea un puerto o aeropuerto de España deben presentar una prueba diagnóstica de infección activa (PDIA) con resultado negativo realizada como máximo 72 horas antes de su llegada. Esta medida, por supuesto, afecta a los estudiantes, quienes ya tienen decidido sus planes.
Carla Martín y Andrea se quedarán en los países en los que se encuentran, Austria y Polonia. Ambas coinciden en que es un “trajín” viajar en esta situación y, además, la obligación de hacerse una prueba PCR supone un gasto enorme para un bolsillo de estudiante. “Al final es un lío tener que ir, hay que pagar mucho dinero para hacer una PCR y solo para 10 días no merece la pena”, comenta Andrea. Carla, coincide con “el gasto grande” que supone realizarse una PCR en Austria y además, tiene en cuenta “el riesgo que corre de contagiarse durante el viaje”.
Isabel y Mario, por su parte, sí volverán a España para estar con familia y amigos a pesar de que las adversidades. A Mario, por ejemplo, le cancelaron su viaje en avión a Madrid, por lo que se ha visto obligado a coger otro vuelo con destino a Barcelona.
Además de los estudiantes que disfrutan de una beca, otros españoles se encuentran repartidos por Europa. Es el caso de María, una joven estudiante de alemán que desde Viena se prepara las pruebas de acceso a la universidad. Coincidiendo con el argumento de Carla y Andrea, María especifica que el precio medio de una prueba PCR en Austria es de 120 euros y, al regresar al país, también es necesaria otra prueba, lo que sumaría un total de casi 250 euros. A ese precio, por supuesto, hay que añadirle el billete de avión, lo que hace de la vuelta a casa por Navidad una tarea casi imposible económicamente.
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