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La Organización de Dislexia y Familia en Salamanca alza la voz para “no señalar a los niños en los colegios”, pedir programas de detección temprana y más investigación

Por el día internacional de este trastorno, DISFAM ha explicado qué tratamientos existen y cómo se ha de trabajar desde las instituciones académicas

Un aula del centro | Foto: archivo

La dislexia es un trastorno del aprendizaje que afecta a los más jóvenes de la casa desde que comienzan sus estudios en las escuelas. Y es que según la Organización Mundial de la Salud, un 10 por ciento de la población lo padece, que transformado a términos numéricos de Salamanca, unas 30.000 personas en toda la región charra podrían tenerla.

Desde la Organización de Dislexia y Familia en Salamanca han explicado cuáles son las claves para, primeramente entender este trastorno y, segundo, tratar el problema desde la raíz sabiendo que hay muchos padres que desconocen que sus hijos padecen esta afección.

Lamentablemente, se diagnostican entre los 7 y 10 años en su mayoría, pero los primeros síntomas se dan en edades más tempranas, cuando se empieza la educación infantil en cualquier de los colegios de Salamanca y España, sobre todo cuando se enfrentan a la lectura es las primeras veces.

“Los niños con dislexia son los últimos que se evalúan cada año”

Si se habla sobre esas primeras sintomatologías que se dan en edades tempranas, se suelen detectar de forma tardía, ya que se suelen ver entre los 7 y los 9 años, pero se podría trabajar desde antes. Maria Jesús Moreta, la presidenta de la Organización de Dislexia y Familia en Salamanca ha explicado que “esto se suele llegar a ver desde que se enfrentan a la lectura, por lo que con programas de detección temprana se podrían solucionar muchos problemas”.

Del mismo modo, todo el tiempo que se tarda en detectar los problemas, se ven aumentados por las enormes listas de espera, ya que “al no ser prioridad, siempre se deja para el final, y así constantemente” porque “cuando te van atender surge algo más grave y ya vuelves al final de la cola”. Para entenderlo más en profundidad, Moreta explica que “los niños con dislexia son los últimos que se evalúan cada año”.

El habla, los idiomas y las dificultades en los mismos

Con esas dificultades de enfrentarse a la lectura, por ejemplo, vienen otros de forma intrínseca, ya que reconocerán objetos de forma más tardía que los demás, además de ser un terreno complicado el hecho de aprender los días de la semana o los meses del año, lo que generaría gran inseguridad en el niño que padece este trastorno.

Asimismo, aprender idiomas se torna difícil. Para que se entienda con un ejemplo, el propio español se escribe como se habla, pero “en otras lenguas como el inglés se dan casos donde lo escriben tal y como se habla, ya que la comprensión de los idiomas es más complicada para ellos”.

En el propio habla, los niños con dislexia suelen comenzar más tarde a hablar que los demás, lo que llega a preocupar a los padres por la incapacidad de comunicarse de estos. Si hubiera programas que lo tratasen desde edades tempranas, se podrían dar soluciones e ir trabajando con ellos.

“Que un profesor señale al niño en los colegios potencia el bullying”

Se potencia el bullying si no se pone una solución temprana

El acoso escolar es tal vez otro de los problemas a los que se le tendría que poner solución, ya no solo en estos casos, sino que en cualquier ámbito. Para centrar la atención en esto, muchas veces “se potencia desde el propio profesorado al señalar a estos niños”, eso sí, no es de una forma intencionada pero se tendría que detectar el problema desde los propios profesionales para “no señalar al niño”.

El caso viene agravado por algunas madres, porque piensan “que todo se le pone más fácil a los niños con dislexia cuando en realidad es la forma más sencilla que tienen de aprender”. También, se ha pedido desde la organización que dejen a elección del niño si quieren leer en alto o no, por el mero hecho de que lo pasarán muy mal y se frustran si no son capaces de hacerlo o si se llegan a trabar.

Esto, además, se tendría que tratar desde las propias universidades, ya que “los profesionales no han tenido programas en los estudios académicos superiores” y, por supuesto, “no saben tratar con estos problemas”.

Lógicamente, hay muchos colegios y escuelas que tienen este tipo de programas, pero en aulas más rurales, donde hay pocos profesores, esto se torna imposible por el hecho de la inexistencia de personal especializado como puede haber en la capital del Tormes o en municipios más grandes de la región charra.

"Comprensión por parte de la sociedad y que sepan que es un trastorno para toda la vida"

Gastos extras entre 200 y 300 euros

Como el sistema educativo actual no tiene recursos para atender estas necesidades, los padres suelen realizar un desembolso extra de 200 o 300 euros al mes, lo que para una familia con pocos medios, es una tarea muy complicada debido a que “tienen que acudir a clases particulares o ir a logopedas privados para que les enseñen los fonemas”.

Asimismo, hay muchas familias que no saben que sus hijos tienen dislexia, por lo que habrá pequeños de la casa "que nunca sepan que lo padecen y pasen auténticos calvarios durante el propio aprendizaje”.

Si algo se ha pedido desde la Organización de Dislexia y Familia en Salamanca es que “haya comprensión por parte de la sociedad y que sepan que es un trastorno para toda la vida”. Además, para las propias instituciones, deberían “incluir programas de prevención de detección temprana y más investigación”.

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