Tras un año 2020 con 5.265 defunciones registradas en Salamanca -1.222 más que en 2019 y 1.271 más que en 2018-, el 2021 ha devuelto a la provincia a la senda de la normalidad en lo que a muertes se refiere. La pandemia del COVID-19, sobre todo durante la primera ola de marzo, golpeó de forma inclemente a la población con edades más avanzadas y la inexistencia de vacunas para combatirla acentuó su letalidad.
Las drásticas medidas restrictivas, el desarrollo de los sueros y su administración, comenzando precisamente con las personas mayores y más vulnerables, han permitido que Salamanca haya regresado a unos niveles de defunciones comparables a los existentes antes del coronavirus. Esa evolución es la que se observa en el Proyecto EDeS del Instituto Nacional de Estadística, que realiza una estimación del número de defunciones semanales durante el brote de COVID-19.
Actualmente, el proyecto recoge las cifras de defunciones hasta la semana 24 del año 2021, correspondiente a la que comenzó el lunes, 14 de junio. En Salamanca, hasta ese momento se habían producido 1.996 muertes, por las 2.814 de 2020 en el mismo periodo de tiempo. El descenso, de un 29,05 por ciento, sitúa a la provincia en estadísticas muy similares a las de los años previos a la pandemia: en 2019, hasta esa semana, hubo 1.965 muertes; en 2018, 1.930; y en 2017, 2.011.
Estos datos, extrapolados a la situación de Castilla y León, coinciden con la evolución de la región. En lo que va de 2021, el descenso de muertes en comparación a 2020 es del 23,95 por ciento.
Las olas de la pandemia, claves en la evolución de las defunciones
Analizando en detalle las cifras semanales, a principios de 2021 se refleja de forma clara la tercera ola de la pandemia que siguió al alivio de restricciones que se realizó durante las fiestas navideñas. Así, los datos de fallecimientos de 2021 son peores que los de 2020, cuando la pandemia aún no había llegado a España. Hasta la semana 6, correspondiente al 8 de febrero de 2021, la diferencia de fallecimientos respecto al año anterior era de 116 más.
Sin embargo, al situarse sobre el tramo correspondiente a la primera ola de la pandemia, la diferencia entre el pasado año y el actual es abismal. En 2020, desde la semana 12 (16 de marzo) hasta la semana 14 (30 de marzo), cuando se marca el máximo de muertes, con 322, la escalada de defunciones es constante, para después descender hasta casi normalizarse a mediados de mayo. Los fallecimientos se mantuvieron entonces en un nivel normal - entre 70 y 80 por semana - hasta la segunda ola de la pandemia, en julio.
El virus se cebó con los mayores
Que las personas mayores son las que peores consecuencias sufrieron durante las etapas de más incidencia del COVID-19 también queda refrendado por el Proyecto EDeS. De la diferencia de 818 muertes entre enero y junio de 2021 con respecto al mismo periodo de 2020, 772 corresponden a personas con más de 80 años. Además, la diferencia es mayor en las mujeres que en los hombres, con 488 por 284, respectivamente.
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