“Soy una estufa humana, no me puedo abrigar demasiado porque empiezo a sudar y me salen ronchones”, asegura Miryam, una mujer salmantina que sufre desde hace 11 años de urticaria a frigore, más conocida como “alergia al frío”. Un padecimiento con el que no resulta sencillo convivir, ya que, tal y como expone la protagonista, “afecta muchísimo” a su calidad de vida.
La afección mencionada anteriormente consiste en la aparición de picores y marcas en la piel tras reaccionar a bajas temperaturas. En casos extremos puede provocar un shock anafiláctico e incluso el fallecimiento de la persona.
Para Miryam, su particular pesadilla comenzó cuando estaba de vacaciones, en una playa de Tenerife: “Me acababa de dar un baño y cuando salí del mar mis amigos me miraron con cara de asustados. Entonces, vi que todo mi cuerpo era un mosaico repleto de habones que medían entre dos y tres centímetros. Sentía ardor y picor. Pensé que me había hecho reacción el sol, pero luego en Salamanca me volvió a pasar”, afirma.
Un trastorno que "al igual que viene se va"
En este sentido, la joven decidió ponerse en manos de un profesional sanitario para que estudiase su caso: «Después de realizarme el test del cubito de hielo, los médicos se asustaron al ver el resultado por los índices tan altos que marcaba. Me miraron y me dijeron que era una alergia muy grave y que me tenía que cuidar mucho porque me podía morir. Me impresionó. Dije: “Vale, acabo de ser madre, por lo que tengo que tener cuidado”». No obstante, a pesar de la dureza del diagnóstico, Miryam añade que los especialistas le subrayaron que "al igual que viene se va".
Desde aquel momento, Miryam tiene multitud de síntomas con los que tiene que coexistir. Algo tan simple como llorar o hacer esfuerzos físicos, se convierte en un mundo para ella. “Todo molesta”, indica. Igualmente sucede cuando sujeta helados o una copa cuando sale por la noche: “Se me duerme la mano”. En cambio, la comida fría señala que no le afecta, como sí que le sucede a otra gente: “Tengo esa suerte”. Sin embargo, en ocasiones se le hinchan los labios.
"El aire acondicionado es insoportable”
Aunque pueda parecer que los meses de más frío son los más complicados de soportar para la charra viviendo en Salamanca, nada más lejos de la realidad. “En invierno me abrigo y sé que tengo que salir de casa lo justo. Además, dependo más del coche, en definitiva, lo tengo todo más controlado. Sin embargo, en verano quedo con los amigos a tomar algo a las nueve de la noche en una terraza, viene el aire fresquito y eso se convierte en ronchones”, apunta.
Por otro lado, Miryam explica que, durante los meses de calor, el aire acondicionado “es insoportable” y que, en caso de acudir a una piscina o a la playa, tiene que hacerlo con un adulto, “para que me pueda sacar antes de que pase algo”.
Asimismo, Miryam explica que una vez detectada el tipo de urticaria que tiene, comenzó con los antihistamínicos, pero nunca le hicieron nada. “Ahora estoy con un tratamiento de anticuerpos que me ponen en el hospital cada mes que sí que me hace más efecto”.
Por último, la salmantina pide empatía a la ciudadania después de haber vivido varios episodios desagradables a lo largo de todo este tiempo. Destaca un momento en el que tuvo que esperar tras salir de trabajar largas colas de gente para coger un taxi, sin que las personas que se encontraban en el lugar entendieran su situación.