El magistrado José Ramón González Clavijo se despide de su cargo de presidente de la Audiencia Provincial de Salamanca tras 16 años en el cargo. El juez ha obtenido una plaza en la Sala de Apelación de la Audiencia Nacional, aunque también aspira al Tribunal Supremo. En una entrevista, hace balance con SALAMANCA24HORAS de sus años al frente del Alto Tribunal salmantino y analiza la actualidad judicial.
Dieciséis años al frente de la Audiencia Provincial de Salamanca. Al echar la vista atrás… ¿se siente satisfecho?
Sí, claro. Así me siento.
En 2005 se propuso hacer una Audiencia más cercana y accesible para el ciudadano. ¿Cree que lo ha logrado?
Sí, yo creo que sí. También es una tendencia natural de los tiempos. Era muy consciente de que, en una democracia, el poder judicial es un poder como otro cualquiera y, cuando más poder se tiene, más servidor público eres y más tienen que saber los ciudadanos lo que estás haciendo. No concibo una democracia en la que alguna cuestión no es transparente y la Justicia tiene que serlo, por supuesto. Otra cosa es la debida reserva en cuestiones menores o determinadas situaciones muy íntimas en las que sí estamos obligados a velar por mantener la intimidad. Yo no tengo ningún inconveniente, al contrario, me gusta que la sala de vistas esté llena de público. Que vean lo que hacemos y cómo lo hacemos, porque también es un aliciente para que nosotros lo hagamos bien. Cuando te sientes observado te motiva a hacer las cosas con rigor.
En los juicios que usted presidía, antes de la pandemia, llamaba siempre la atención los numerosos estudiantes de Derecho que se daban cita para aprender de la práctica…
La principal fuente de público eran las facultades, claro. Y digo facultades porque no sólo venían alumnos de Derecho, también de Traducción y en alguna ocasión los de Psicología.
¿En qué cree que considera que tendría que incidir su sucesor en la Audiencia Provincial?
Siempre hay muchas cosas que hacer, porque si yo empezase ahora otro mandato tendría mucho en lo que seguir incidiendo. Por ejemplo, hay que seguir trabajando en la claridad y comprensión de las resoluciones judiciales, que es algo fundamental. Esta cuestión, la de la reducción de los escritos procesales y el uso de un lenguaje más claro, es una idea que nació aquí, en Salamanca, y que se presentó a través de la iniciativa de un vocal del Consejo General del Poder Judicial. Sobre esto, hay algunos tribunales que lo están implantando casi por vía de hecho, porque no tenemos hoy competencias para exigirlo, y por eso aquí en Salamanca no se está haciendo.
A mí me gustaría que se retomase, pero no sé si el presidente que venga será partidario de exigirle a los abogados una reducción de la extensión de los escritos, que pasa porque los jueces también reduzcamos la extensión de las sentencias y las motivemos bien. Al fin y al cabo, la ley lo dice: deben ser “párrafos numerados y separados”; pero parece que a los compañeros eso les cuesta. Es más difícil hacer una sentencia corta y bien motivada que una larga.
Desde que usted entró a formar parte de la presidencia de la Audiencia Provincial, y sobre todo en estos últimos años, ha apostado por un acercamiento y una relación más cercana entre medios de comunicación y Justicia. ¿Cómo valoraría la relación que ha tenido la Audiencia en estos 16 años con los medios de comunicación de la ciudad?
Es fundamental y nos viene muy bien que los medios de comunicación nos conozcan, porque eso significa que su público, que es el ciudadano, nos conoce, y puede contribuir a mejorar la imagen de la Justicia. Los jueces no aprobamos nunca en esas notas que salen periódicamente y que muestran la opinión de los ciudadanos para con un colectivo; y creo que esto se debe a que hasta hace unos años éramos muy cerrados. Al juez le costaba comunicarse y transmitir lo que estaba haciendo. De hecho, mejora mucho la imagen de la Justicia en aquellos ciudadanos que han tenido contacto directo con ella, aunque hayan perdido un pleito.
Esto lo he aprendido gracias a la Universidad. La idea de Justicia para el jurista y para, digamos, el gran empresario o los intereses económicos es ganar el pleito, pero para los ciudadanos, no. El ciudadano lo primero que quiere es sentirse escuchado y para eso necesitamos tiempo también nosotros, del que habitualmente no disponemos porque tenemos muchos asuntos que tratar. Para el ciudadano medio, en sus pequeños problemas del día a día, el que se sienta escuchado es la primera forma de hacerle justicia. Si luego se le explica el porqué de su sentencia y por qué se ha resuelto de esa manera, aunque sea incluso en su perjuicio, no tiene por qué quedarle una imagen tan desastrosa de lo que hacemos los jueces. El ciudadano es bastante sensato, pero hay que escucharle.
En muchas ocasiones usted ha ejercido de guía o profesor en la propia sala para explicar cómo funciona un juicio o las partes que en él se desarrollan. ¿Cree que la Justicia debería seguir realizando cambios para acercarse más al ciudadano?
Es difícil, porque cambiar hábitos y costumbres de siglos no se hace de la noche a la mañana. Yo he intentado hacer siempre una labor pedagógica en determinados momentos, si viene a cuento. Que el testigo entienda en ese momento por qué no le dejo decir determinada cosa o sí; o cuando un abogado protesta ante la negativa a admitirle a una pregunta, trato de explicarle que debe formularla de otra forma porque es improcedente lo que le está sugiriendo al testigo.
El otro día se produjo una situación curiosa. Un miembro del jurado quería desvelar algo relativo a la intimidad del acusado. Le dije que no, que era desvelar la intimidad en algo que no venía a cuento, y que si el propio acusado no quería revelarlo no teníamos por qué saberlo; y sin embargo un testigo, posteriormente, protestó porque se le hacían preguntas íntimas. En el caso de este testigo, hubo que explicarle al jurado que ahí sí que procedían este tipo de preguntas, ya que era la única manera de determinar si tenía algún vínculo con las partes y cuestionar la veracidad de su testimonio.
Esa labor pedagógica creo que se puede hacer en cuatro palabras, pero se le explica y el ciudadano lo entiende. Y no es necesario usar el “esto es así porque lo digo yo”.
El edificio de la Audiencia Provincial de Salamanca necesita cambios inmediatos, sobre todo de accesibilidad, pero parece que va camino de convertirse en la obra de El Escorial. ¿En algún momento pensó que se iban a retrasar tanto estas obras que incluso usted ya no iba a estar al frente de la Audiencia cuando eso pasara?
No, no pensé que se iban a retrasar tanto. Creía que las iba a ver, porque nada más tomar posesión de mi cargo estuvieron enseñándome los planos de una reforma. Luego se fue retrasando porque surgieron problemas, como que no hay espacio físico en el edificio anexo para trasladarnos durante las obras. Y eso que la reforma que se va a acometer aquí es bastante menor de la que inicialmente se había proyectado en aquellos planos, porque primero se pensaba casi en vaciar el edificio y dejar solamente las paredes. Ahora ya no va en esa línea, pero efectivamente, esto parece que va para largo.
¿Y cuándo cree que esas obras arrancarán?
No puedo responder a esa pregunta. De vez en cuando vienen los arquitectos y nos dicen algo, pero el último proyecto que realizaron está en revisión ante determinadas sugerencias que aquí les hicimos.
¿Cuáles son los principales problemas que presenta el edificio y cómo afecta a la Justicia? porque incluso se han tenido que trasladar juicios a otros lugares por culpa de las barreras arquitectónicas de esta estructura.
La acústica de la sala es malísima y el sistema de megafonía ha sido una pelea constante. Nunca hemos conseguido poder escuchar de forma totalmente adecuada, y ese ha sido un gran problema. La accesibilidad también lo ha sido, pero en definitiva el edificio no es muy funcional porque responde a los criterios del año 1955, cuando había un par de juzgados y una audiencia con tres magistrados y tres fiscales. Ahora sobra espacio y hay mucho desaprovechado. Sin embargo, si algo tiene bueno es que cuenta con mucha luz y ventilación natural. En el nuevo proyecto, y eso no me gustaba demasiado, las salas se querían hacer interiores.
¿Es la Justicia independiente en estos momentos en España o está politizada?
Sí, la Justicia es independiente. El juez que dicta sentencia en su partido judicial es totalmente independiente. Otra cosa es la imagen que se da con la política de nombramientos del CGPJ, que nos perjudica a todos. Los jueces, desde el pueblo más pequeño hasta un magistrado del Tribunal Supremo, somos independientes.
La independencia es algo que va en la forma de ser de cada uno. No digo que pueda haber casos puntualmente, porque somos 5.500 magistrados, y alguna situación rara o algún juez que ha sido hasta condenado. Puede haber una oveja negra, eso no lo niego, pero la independencia es algo que el juez tiene que aprender a vivirla desde dentro. No es sólo la independencia frente a presiones externas, porque a mí nadie me ha presionado nunca, aunque tampoco debería estar permitido algo así. También es una actitud interna de cada magistrado, porque hay que ser independiente frente a tus propias creencias, ideologías y aficiones. Nosotros nos debemos a la ley, a la Constitución y los Derechos Humanos y tenemos que juzgar siempre con ellos presentes.
Nuestras ideologías y creencias, que podrían condicionarnos, tenemos que aprender a dejarlas al margen. Y luego ya, en una ciudad como esta en la que llevo muchos años, pues existe también la desventaja de que conozco a mucha gente. Da igual, pese a que pueda conocer previamente a las personas que intervienen en el juicio, me tiene que dar igual quien sea. Y yo garantizo que en la Audiencia Provincial se juzga con la ley en la mano y respetando los derechos fundamentales.
¿Qué opina de que se esté tratando la reforma del Consejo General del Poder Judicial?
Es una cuestión muy delicada, porque a mí en un principio no me parece mal que los representantes elegidos por el pueblo elijan al órgano de gobierno de los jueces, que no juzga. Y reitero, no juzga, pero sí gestiona cosas tan importantes como la selección y formación de magistrados o la política de nombramientos, entre otras cuestiones relevantes. En principio no existe ningún inconveniente y así lo dijo el Tribunal Constitucional cuando quedó en que fueran Congreso y Senado los que eligieran a los veinte vocales. En una democracia, ¿por qué va a llamar la atención esto?
Lo que pasa es que hay que elegir a los mejores, y el Constitucional ya advierte que, al elegir hay que eliminar el discurso político. Al hacer ese reparto de cuotas o de cromos se politiza el Consejo. Frente a eso, la única solución es que sean los jueces los que elijan a esos doce vocales, inevitablemente, porque así por lo menos evitaremos que se diga ante la opinión pública que esos doce magistrados están politizados.
Entonces, el Congreso y el Senado tienen que elegir a ocho, que son juristas y que pueden elegir a quienes quieran, incluso con adscripción política y con carné, no pasa nada; pero hay doce que los vamos a elegir los jueces y se supone que eliminaríamos esa situación. Sin embargo, el problema es que no se respeta el espíritu real de la Constitución, y eso es lo que a mí me preocupa. ¿Es que en los casi seiscientos diputados y senadores no hay uno que se plante y diga que esto hay que renovarlo siguiendo el espíritu de la Constitución? Es tan fácil mirar el currículum de los cincuenta y tantos candidatos y elegir a los doce mejores. Y no con reparto de cuotas, sino con comparecencias y transparencia absoluta para dirimir cuáles son los más válidos para formar parte del CGPJ.
Es verdad que los partidos conforman el Congreso y el Senado, pero esta tiene que ser una responsabilidad de cada diputado y senador, que son los que tienen que nombrar a los vocales. Es una responsabilidad personal de cada uno de ellos en cuanto a representantes del pueblo.
¿En qué va a cambiar su trabajo en la Audiencia Nacional o quizás en el Tribunal Supremo, con respecto a su desempeño en Salamanca?
En la Audiencia Nacional será parecido al de Salamanca, porque se trata de la Sala de Apelaciones, que es un trabajo que estamos acostumbrados a realizar en la Audiencia Provincial de Salamanca. Lo que ocurre es que solamente veré apelaciones penales. Es decir, voy a dejar de momento las competencias de Civil y me voy a centrar en apelaciones de carácter Penal. Serán sentencias de delitos muy concretos del ámbito de competencia de la Audiencia Nacional de trascendencia largas y complejas.
De todos estos años en Salamanca, ¿cuál es para usted el juicio más complicado de todos los que ha tomado partido? ¿Qué le ha supuesto un mayor desafío?
Ha habido muchos en todos estos años, pero creo que siempre es un desafío los juicios que tienen jurado, donde es necesario realizar esa labor pedagógica adicional para que el jurado entienda bien lo que está ocurriendo y transmitirle lo que allí se desarrolla sin condicionarle, respetando siempre su independencia. Por lo tanto, los juicios con jurado requieren de un esfuerzo adicional.
Hemos celebrado muchos juicios, algunos muy duros y dolorosos desde un punto de vista humano, especialmente los penales cuando ha habido menores de por medio. Últimamente han aumentado mucho los juicios de abusos sexuales, que son siempre muy tristes. A mí, en particular, los que más me preocupan son los que tocan el aspecto de la familia, y luego otros que parecen cuestiones menores pero que para mí no lo son. Hablo de los temas de permisos penitenciarios. Y es que si un preso solicita un permiso, para él no es una cuestión menor.
En definitiva, no hay juicios poco importantes. En el momento en que para el ciudadano es su juicio y como tal para él es importante, para el magistrado tiene que serlo también.
Han pasado más de dos meses desde que la jueza María Sonsoles Sanchidrián, titular del juzgado de Santa María la Real de Nieva, fue agredida a la salida de su trabajo. ¿Cree que se ha hecho algo por frenar estas situaciones? ¿Sigue pensando, como ya defendió ante este medio, que los jueces en Salamanca están desamparados en materia de seguridad?
No he comprobado realmente, porque depende más de gerencia, cómo están las situaciones de los juzgados en el país, pero sí es cierto que en los pueblos es relativamente fácil colarse en los juzgados. En concreto, en Vitigudino, y con la última información que me ha llegado para realizar la memoria anual, los funcionarios se siguen quejando porque, y esto es algo que ocurre mucho en Vitigudino, los ciudadanos de a pie están muy acostumbrados a ir personalmente al edificio judicial buscando y reclamando información. Por lo tanto, si no hay unas medidas de seguridad adecuadas pueden darse situaciones complicadas.
El coronavirus lo ha cambiado todo, también los juicios. ¿Cuáles son las dificultades que se está encontrando la Justicia a la hora de realizar una vista oral en estos tiempos de pandemia?
En los momentos del confinamiento hubo que suspender todas. Era imposible celebrar juicios en esas condiciones. En la Audiencia seguimos trabajando gracias a los sistemas informáticos, que nos permitían hacer la deliberaciones a distancia y dictar sentencias. Claro, las que eran solo de recurso, porque las vistas de primera instancia en la sala hubo que suspenderlas también. La actividad se ha ido retomando, es verdad que nos ayudan los sistemas informáticos pero tenemos muchas limitaciones técnicas con las videoconferencias; y en este tiempo se han adoptado muchas medidas de seguridad, como las mamparas, la higiene, los limpiadores constantemente en el edificio.
Sin embargo, el principal problema lo veo en lo que se nos viene encima en un futuro ya casi inmediato. Esta situación está generando muchos problemas humanos y sociales. Hay y va a haber mucha gente en el paro y aquí ya estamos sufriendo esos efectos, como son los impagos de las cuotas de las multas. Cuando un juez concede un pago en fraccionamiento de una multa judicial estamos viendo ahora mismo que, debido a la actual situación, hay muchas personas que no pueden hacerle frente. Aquí, en la Audiencia Provincial, ya hemos tomado alguna decisión al respecto, porque este problema de impago derivado de la pandemia no puede convertirse en una pena de prisión sustitutoria inmediata. Tenemos que considerar que ese tiempo intermedio en que esta persona ha estado en un ERTE no ha existido y volver a retomar el pago de la multa cuando pueda acceder al empleo y seguir abonando su cuota.
Esto significa que, si está ocurriendo en vía penal, estará ocurriendo lo mismo con impagos de pensiones de alimentos a los hijos, o en impagos de pensiones compensatorias. Ahí tenemos que pensar también en qué situación quedan los hijos o el otro lado de la pareja que no recibe la pensión compensatoria a la que tenía derecho. Con lo cual, volvemos a algo muy propio de los jueces, que es hacer el juicio de ponderación entre intereses en juego y adoptar la mejor solución posible en favor de la parte especialmente más débil.
Entre esos problemas que ha comentado está también el uso de la mascarilla y la necesidad de que las declaraciones de testigos queden perfectamente grabadas para poder contar como prueba testifical. En este caso concreto, ¿también han encontrado algún problema?
Hubo unas corrientes y escuelas en las que se incidió mucho que la inmediación significaba, ante todo y hay sentencias que lo reflejan así, poder ver el gesto, la actitud y el comportamiento de la persona que está compareciendo. Yo siempre defendí, por mi parte, que lo importante es la palabra y su valor. Es decir, si el testigo está diciendo algo cuando ha realizado juramento y, por lo tanto, cabe considerar que lo que está diciendo es la verdad, lo que nos está contando es lo que tenemos que tener en cuenta, poniéndolo en relación con lo que nos están contando los demás testigos, el acusado, los abogados y los documentos que tenemos.
Pero todo eso de que según decía esto parece que miraba a la izquierda, por lo que entonces miente; y si mira a la derecha dice la verdad… puede deberse a muchos factores y hay muchos psicólogos que indican que eso puede ser relevante en un determinado momento, pero no siempre. Puede ser que al tener cruzados los brazos se encuentre en una actitud defensiva y que vaya a mentir… pero también que esté, simplemente, nervioso por tener que comparecer ante un tribunal. A veces los ojos dicen tanto como la boca, o uno puede reír con la mirada. Sí, algo nos limita la mascarilla, pero no le veo excesiva importancia.
¿Cree que se necesitan más jueces y juzgados en Salamanca?
Sí, en Salamanca y en toda España. Pese a que en general Castilla y León está manteniendo un ritmo razonable de resoluciones, el problema es que hace falta tiempo. La situación más clara en Salamanca lo tenemos en Familia. Se considera que lo razonable es tramitar unos 1.030 asuntos al año, y ahora mismo ese juzgado está por encima de 2.000 en una materia en la que es muy importante dialogar y escuchar a las personas. Y no es tanto tener tiempo para escuchar las alegaciones de un abogado, sino para escuchar a las propias personas que se divorcian o al menor de edad que queda en medio. Y lo que decía antes, el sentimiento de una persona empieza cuando se siente escuchada. Para eso hacen falta más recursos, es evidente.
¿Va a dejar de ser profesor en Salamanca tras su traslado? ¿Qué le aporta y qué cree aportar usted en sus clases en la Universidad de Salamanca?
Voy a intentar seguir vinculado, si el ritmo de trabajo me lo permite y el CGPJ me sigue dando la compatibilidad cada año, porque hay que renovarla anualmente. Me siento muy bien en la Universidad y me gusta mucho la docencia. En cuanto a lo que aporto, creo que sobre todo una visión práctica, que es para lo que nos contratan a los asociados. Otra manera de enfocar las cosas. Aunque siempre he defendido en mis clases que una buena formación teórica es esencial y el alumno tiene que saberse las leyes bien, aporto una visión práctica sobre el derecho razonado, ante esa idea de que nosotros somos todos unos empollones y es crucial saberse los códigos de memoria. No me gusta tanto esa idea porque en Derecho también relacionamos unas normas con otras, aplicamos el sentido común y nos ceñimos muchas veces a los hechos. Me gusta imbuir a los alumnos esa otra manera más práctica de trabajar.
¿Qué mensaje le deja a su sucesor en la Audiencia Provincial de Salamanca?
Le dejo mucho ánimo, que tenga mucha dedicación y que le ponga mucho cariño a lo que hace. De Salamanca me voy a llevar un buen recuerdo porque he disfrutado, lo he pasado bien y he trabajado mucho también. Soy muy de aquí y he tenido muy buenas relaciones institucionales con todo el mundo. Me han tratado siempre con mucho cariño y respeto, sabiendo cuál es mi papel, y nadie me ha dicho nunca en Salamanca, ni una opinión, ni una sugerencia, sobre lo que tengo que hacer.
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