Internet y los dispositivos tecnológicos forman parte del día a día de la vida de todos, incluidos los más pequeños de la casa, quienes actúan en muchas ocasiones por imitación de lo que ven en sus modelos de referencia como pueden ser los padres, las madres o sus hermanos.
En un mundo hiperconectado urge establecer límites y defender a los más vulnerables para evitar amenazas y conflictos incontrolables, por ello, recientemente el Ministerio de Juventud e Infancia ha impulsado una ley de protección digital del menor, que obligará a incorporar de fábrica un control parental gratuito y accesible, así como un etiquetado de los contenidos para diferenciar entre aptos y no accesibles para niños.
“Defender a los menores es una de las primeras cosas que deberíamos hacer”
No obstante, se trata de un anteproyecto al cual le queda “mucho camino”, pero “en principio la idea es buena e incluso escasa”, considera Federico Martín, presidente de CSIF Salamanca, quien define el entorno online como “una jungla muy poco regulada que va más deprisa que la propia sociedad y no estamos regulando correctamente su uso”.
Martín espera que esta nueva ley cuente con “el apoyo de todo el mundo” ya que “defender a los menores es una de las primeras cosas que deberíamos hacer” y para ello “necesitamos consenso político y social sobre este tema”.
Si la relevancia es tan notoria, ¿por qué se ha tardado tanto en abordar estos riesgos? Esto se debe a varias cuestiones, entre ellas “lo complicado que es delimitar la libertad individual o hasta dónde llega la necesidad de regulación y el poder o derecho que tienen los padres a intervenir en lo que ven sus hijos”.
En estos casos “siempre se encuentra gente a favor de la hiperliberalidad”, pero los padres no pueden ejercer “un control suficiente” con respecto a los contenidos que consumen sus hijos pese a no ser “torpes digitales”.
La futura norma está siendo elaborada por un grupo de expertos con representantes de todos los ámbitos sociales incluido el educativo, cuyas pinceladas iniciales “van en una buena línea”.
¿Cómo va a influir esta ley en los centros educativos de Salamanca?
Muy ligada a esta ley va la reciente aprobación de prohibir los móviles en las aulas. “Es un debate que ya está superado” porque ya cuenta “con cierto consenso en cuanto al uso” y se ha adoptado “mayoritariamente” en colegios e institutos salmantinos, donde se emplea únicamente en actividades concretas, programadas y planificadas.
“Incluso los padres que inicialmente se mostraban preocupados por si en algún momento los hijos necesitaban llamarles, finalmente lo han aceptado” y estos inconvenientes “están solucionados porque pueden ponerse en contacto padres e hijos en todo momento aplicando el sentido común”.
Esta medida se complementará con la futura ley de protección digital del menor ya que “al no poder utilizar el móvil en horario escolar disminuye el tráfico y las posibilidades de que se produzcan casos de ciberacoso, sexting o grooming” pese a lo “difícil” que resulta ver qué se difunde a través de los móviles en los centros, algo que también se pretende “atenuar” fuera de las aulas con esta nueva norma.
“Si todos los dispositivos cuentan con control parental va a facilitar una tarea que ya hacen muchos docentes, quienes intentan controlar y trabajar solo en aspectos educativos sin que pueda desviarse hacia otros usos o consumos”, asegura el presidente del sindicato, agregando que “si se controla eso mediante obligaciones del fabricante que incorporen estos mecanismos evidentemente será bueno”.
Esta función “se demandaba desde hacía tiempo” porque Internet “es una excelente fuente de información”, pero también tiene contenidos “no adaptados a las edades del alumnado ni a las necesidades del docente que puede provocar situaciones complejas” por lo que, en definitiva, “todo serán beneficios”.
Abordar la adicción a las pantallas “de una manera transversal”
Otra de las aportaciones será “reducir el tiempo de uso de pantallas que empieza a ser un problema en niños y jóvenes”. De hecho, Martín habla de “adicción, sin ninguna duda”, aunque señala que “no solo preocupa en menores” ya que “estamos todos muy enganchados”.
Es innegable que el entorno cibernético “ha ayuda mucho y ha cambiado la sociedad”, sin embargo, ahora “hay que desintoxicarse, aprender a seleccionar y consumir en su justa medida, retomando su origen” que no se enfocaba tanto en “un medio constante de relación con los demás sino una fuente de información y apoyo”.
El conflicto actual en Internet se constata en que “una buena parte de las relaciones interpersonales se han sustituido por una relación por pantalla o un dispositivo” lo que es un error porque “creamos una sociedad que no deseamos y nos impide avanzar en el futuro” debido a “unos cauces de comunicación que probablemente si analizamos no son los que queremos”. Para evitarlo “tenemos que autorregularnos para enseñar a los pequeños a autorregularse” mostrando así que “todo con moderación es bueno”.
En el ámbito educativo se aborda “de una manera transversal” integrando redes sociales e Internet en el currículo “desde todas las materias para que se domine el medio informático y se pueda trasladar en su justa medida con los alumnos”. Como ha explicado el presidente “no puede ser en una charla, una asignatura o un aspecto de la vida porque la cultura digital impregna toda nuestra vida” actualmente.
Además, este anteproyecto cuenta con un plan de alfabetización digital destinado a colegios e institutos y del que aún no se conocen detalles, tan solo algunas líneas en las que se pretende trabajar, pero nada decidido. “Desafortunadamente los consensos se consiguen mal, como hemos visto ese mecanismo se da en otras materias como Igualdad, todos están de acuerdo en avanzar, pero no la forma de hacerlo”.
Por ello “esperemos que aquí no suceda y seamos capaces de implicarnos todos para desarrollarlo a ver si por una vez los políticos abandonan las polarizaciones para llegar a algún punto en beneficio de todos”, ha concluido el presidente de CSIF.