La inmunoterapia, un futuro esperanzador para los linfomas: "La incidencia estimada en 2023 fue en torno a 10.000 nuevos casos"

El doctor Alejandro Martín García-Sancho, es el encargado de aclarar todas las cuestiones en relación con estos tumores malignos que pueden aparecer a cualquier edad

Células de linfoma. EP
Células de linfoma. EP

El cáncer es la segunda causa de mortalidad en el mundo, cada año se diagnostican 2,6 millones de personas con tumores. Los linfomas siguen siendo los tumores desconocidos para muchas personas. Por esto y para conocer más sobre los mismos, el doctor Alejandro Martín García-Sancho, es el encargado de aclarar todas las cuestiones en relación con estos tumores malignos. Además, es hematólogo e investigador del Servicio de Hematología del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, coordinador de la Unidad de Linfomas y vicepresidente del grupo español de linfomas GELTAMO.

Según el doctor García-Sancho los linfomas son tumores malignos, es decir, un tipo de cáncer que se origina a partir de una célula de la sangre, los linfocitos. Estas células se forman en la médula ósea (dentro de los huesos) y, cuando maduran, circulan por la sangre y pueden ir a diferentes órganos y tejidos.

Se localizan en los ganglios linfáticos y su misión es defendernos y protegernos de las infecciones y otras sustancias extrañas al organismo, son la base de nuestro sistema inmune. Lo que ocurre en los linfomas es que un grupo de linfocitos se vuelven tumorales y empiezan a multiplicarse sin seguir los controles normales de nuestro organismo. Tal y como explica el doctor, dentro de los linfomas hay muchos tipos diferentes porque los linfocitos son de diferentes clases (linfocitos B, T y NK) y pasan por muchos estadios madurativos, de hecho, hay reconocidas por la Organización Mundial de la Salud más de 70 entidades diferentes de linfomas.

Los linfomas se pueden presentar en cualquier parte del organismo, ya que, como aclara el vicepresidente del grupo español de linfomas, los linfocitos circulan por la sangre. Aunque lo más frecuente es que afecten a los ganglios linfáticos y se manifiesten como ganglios linfáticos aumentado de tamaño, lo que llamamos adenopatías, pueden afectar a cualquier órgano o tejido fuera de los ganglios linfáticos, esclarece.

Por ello, añade que su sintomatología es muy variada, puesto que depende del órgano o tejido que se vea afectado. Cuando se presentan en órganos o tejidos solamente y no en los ganglios linfáticos, los denominamos linfomas extraganglionares primarios. Un ejemplo son los linfomas cutáneos primarios, que suelen derivar de linfocitos T. Además, el doctor añade que lo más frecuente son las adenopatías (ganglios linfáticos aumentados de tamaño). El paciente puede notar un bulto en el cuello, axilas o ingles, no doloroso y con tendencia a crecer. Otras veces las adenopatías son internas y pueden producir síntomas en función de la localización, por compresión de las estructuras vecinas.

El experto aclara que si por ejemplo, están en abdomen, el paciente puede presentar dolor abdominal. También pueden dar lugar a síntomas generales, como fiebre, pérdida de peso o sudoración nocturna profusa. En caso de que sean linfomas extraganglionares, la sintomatología dependerá del órgano o tejido afecto. Por ejemplo, los linfomas cutáneos se puede manifestar como manchas en la piel, placas o tumoraciones cutáneas.

En relación a si los linfomas son un cáncer frecuente el doctor señala que si y aclara que dentro de los tumores hematológicos (derivados de células de la sangre), es el más frecuente. Según la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN), la prevalencia total de linfomas en el año 2020 fue de unos 50000 casos, mientras que la incidencia estimada de linfomas en 2023 fue en torno a 10000 nuevos casos, explica.

La mayoría de los linfomas aparecen a edad avanzada, a partir de la década de los 60 años, pero pueden aparecer a cualquier edad. Por ejemplo, los linfomas de Hodgkin tienen un pico de incidencia en pacientes jóvenes, en la década de los 20 años. Algunos tipos de linfoma pueden aparecer también en niños, esclarece el especialista.

Acerca de los factores de riesgo Alejandro Martín García-Sancho, manifiesta que se han identificado algunos que pueden predisponer a la aparición de un linfoma. Así, destacan la presencia de inmunodeficientes congénitas o adquiridas, algunas enfermedades autoinmunes, infecciones o la exposición a tóxicos como herbicidas o pesticidas, aunque lo cierto es que se desconoce la causa directa de la enfermedad, declara.

Con respecto a los tipos de linfoma que hay el doctor García-Sancho explica que, como grandes grupos, identificamos los linfomas de Hodgkin y los linfomas no Hodgkin (estos últimos pueden ser de células B o T). El linfoma de Hodgkin tiene buen pronóstico y hoy día se curan la gran mayoría de pacientes. Dentro de los linfomas no Hodgkin, desde un punto de vista clínico se pueden diferenciar tipos agresivos (o de alto grado de malignidad) e indolentes (o de bajo grado de malignidad). Los agresivos, una vez que aparecen, tienen tendencia a crecer de forma rápida, por lo que siempre hay que tratarlos de forma precoz desde el diagnóstico.

Sobre el más frecuente que es el llamado linfoma difuso de células B grandes, que representa aproximadamente un tercio de todos los linfomas. Tiene un comportamiento clínico agresivo, pero es curable con el tratamiento en un porcentaje alto de casos. Los linfomas indolentes, por su parte, presentan un crecimiento lento y pueden permanecer estables durante un largo tiempo e incluso presentar remisiones espontáneas. Por eso, al diagnóstico, si no presentan mucha masa tumoral ni sintomatología relacionada, muchas veces no los tratamos. Dentro de los linfomas indolentes, el más frecuente es el linfoma folicular, que representa el 20% de los linfomas y se considera incurable, pero tiene una supervivencia muy larga, superior a los 20 años, y no siempre necesita tratamiento, aclara el especialista.

En cuanto a cómo se diferencian estos tipos de linfomas el doctor recalca que es fundamental hacer una biopsia del ganglio o tejido afecto. Por ejemplo, en los linfomas cutáneos primarios, analizaríamos la lesión cutánea mediante una biopsia. En el tejido analizado se llevan a cabo estudios histológicos y, en muchas ocasiones, se analizan también las alteraciones genéticas en el tumor, para poder identificar el tipo de linfoma.

A la pregunta de cómo se lleva a cabo el diagnostico en los pacientes, el coordinador de la Unidad de Linfomas y vicepresidente del grupo español de linfomas GELTAMO expresa que el diagnóstico puede retrasarse en ocasiones porque la sintomatología puede ser muy variada y, muchas veces, inespecífica. Lo más frecuente es que el paciente consulte a su médico de Atención Primaria por aparición de bultos en el cuello, axilas o ingles. Estos pacientes suelen ser estudiados en Medicina Interna u otros servicios y, cuando la sospecha de linfoma es alta, se indica la realización de una biopsia por parte de los servicios quirúrgicos o de Radiología (en este último caso, biopsia con aguja). Si la biopsia confirma la presencia de linfoma, entonces nos lo derivan a Hematología. Generalmente tenemos que realizar un estudio de extensión mediante una tomografía por emisión de positrones (PET/TC) para ver con exactitud las áreas del cuerpo afectas, y, con todos los resultados, decidimos el tratamiento más adecuado para el paciente, en el caso de que lo precise.

Además, el doctor añade que los linfomas cutáneos pueden dar lugar a manifestaciones inespecíficas como dermatitis o eccemas y a veces el diagnóstico se retrasa varios años, porque los resultados de las biopsias pueden no ser concluyentes. Para este tipo de linfomas resulta importante contar con unidades multidisciplinares formadas por hematólogos, dermatólogos y patólogos especializados en el diagnóstico y tratamiento de estas patologías, ya que son infrecuentes y suponen un gran reto, esclarece.

Respecto a si los linfomas podrían llegar a desaparecer el experto aclara que lo ve difícil, porque no conocemos la causa exacta que los origina. De hecho, su incidencia está aumentando. Lo que sí es cierto es que los tratamientos cada vez consiguen mejores resultados y son más adaptados al paciente concreto y las características del tumor. Así, la quimioterapia va quedando relegada porque es más tóxica y menos selectiva de las células tumorales aclara García-Sancho.

Entre los nuevos tratamientos, según detalla el hematólogo e investigador del Hospital de Salamanca, cabe destacar el potencial de los fármacos dirigidos como las moléculas pequeñas con efecto diana, y, sobre todo, lo que está revolucionado el tratamiento de los linfomas es la inmunoterapia en todas sus formas, basada en anticuerpos monoclonales, anticuerpos conjugados que llevan asociada una toxina que se libera dentro de la célula tumoral o la inmunoterapia con células CAR-T, que son linfocitos T del propio paciente extraídos mediante aféresis y modificados genéticamente en el laboratorio para que, al volver a ser infundidos al paciente, ataquen de forma específica las células tumorales.

Para concluir, cabe destacar la importancia de la cooperación nacional e internacional para un abordaje óptimo de los pacientes. Por ello, el Grupo Español de Linfomas y Trasplantes de Médula Ósea celebró el pasado mes de mayo en Salamanca su reunión anual participando más de 150 especialistas en el diagnóstico y/o tratamiento de los linfomas. Las misiones del grupo son diseñar ensayos clínicos y estudios observacionales relacionados con los linfomas, estrategias de tratamiento y guías clínicas que puedan servir para tratar a los pacientes españoles de forma homogénea y en base a la mejor evidencia disponible.  

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