Los Programas de Optimización para el Uso de los Antibióticos (PROA) se constituyen como una herramienta fundamental para evitar el uso inapropiado de antibióticos, una de las causas de la aparición y desarrollo de bacterias resistentes. Por tanto, sus principales metas son mejorar los resultados clínicos de los pacientes con infecciones y minimizar los efectos adversos asociados a la utilización de los antimicrobianos.
Ya han conseguido la acreditación los equipos de los hospitales de Salamanca, Clínico y Río Hortega de Valladolid, y Virgen de la Concha de Zamora, así como los equipos de Atención Primaria de Soria, Salamanca, Valladolid Este y Valladolid Oeste, Segovia y Zamora. El resto de provincias (León, Burgos, Palencia y Ávila) están en condiciones de poder acreditarse en las próximas semanas.
Castilla y León ha asumido un papel destacado como una de las comunidades autónomas más comprometidas con la adopción de medidas concretas y eficaces para combatir la resistencia a los antimicrobianos. En este sentido, desde la Consejería de Sanidad se ha impulsado la figura del Coordinador Científico-Técnico PROA de la Comunidad (figura que recae en la doctora Amparo López Bernús, subdirectora de Servicios Médicos del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca), con el objetivo de liderar, coordinar y facilitar la implementación de este programa, alineándose con las directrices del PRAN y promoviendo una cultura de uso responsable y racional de los antimicrobianos en toda la Comunidad.
La propagación de infecciones causadas por bacterias que son resistentes al tratamiento con antibióticos amenaza a la medicina moderna, ya que son muchos los avances médicos que son posibles gracias a la antibioterapia, como la cirugía compleja, los trasplantes de órganos o la administración de quimioterapia para la curación del cáncer. El problema de la resistencia a los antibióticos, según la OMS, es el “riesgo mundial más grave y urgente para la salud pública”.
Una simple infección podría resultar difícil o imposible de tratar con antibióticos u otros antimicrobianos, lo que provocaría una enfermedad de larga duración. Los centros sanitarios podrían registrar un incremento del número de pacientes con infecciones de difícil tratamiento, lo que ejercería presión sobre los recursos y aumentaría la demanda de atención especializada. Estos datos evidencian la necesidad urgente de establecer medidas globales y con diferentes enfoques para reducir las resistencias.
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