Nacer es siempre un reto, pero para algunos niños resulta aún más complicado y los primeros momentos de su vida se convierten en una lucha por salir adelante: esa es la realidad de los niños prematuros. Sus fotografías adornan las paredes del pasillo de la Unidad de Neonatología del Hospital Clínico de Salamanca. En una de ellas está Triana, riendo con ganas, y entre sus manitas sostiene una imagen en blanco y negro, que no es sino ella cuando nació, antes de lo esperado.
Triana es una preciosa niña de cuatro años y medio y, detrás de su eterna sonrisa, hay una historia de superación enorme, de esas que les toca vivir, desde el principio de su existencia, a cerca de uno de cada diez niños. Y es que Triana tenía prisas por venir al mundo. Nació pesando tan sólo 600 gramos, a las 25 semanas y tres días de gestación, y pasó sus primeros 91 días de vida en la Unidad de Neonatología.
Su madre, Isabel Pradillo, quien además es vicepresidenta de la Asociación de Familias de Niños Prematuros y Asimilados de Castilla y León (Premya), recuerda los retos que su hija tuvo que afrontar siendo tan pequeñita: sufrió un episodio de un neumotórax, es decir, la acumulación de aire en la cavidad de la pleura; padece una displasia broncopulmonar, una enfermedad crónica que provoca una disminución del crecimiento pulmonar; con tan sólo un mes de vida fue sometida a una intervención quirúrgica para cerrar el ductus arterioso, un pequeño vaso que comunica la aorta con la arteria pulmonar que se cierra justo después del nacimiento, pero que, en el caso de Triana, fue necesario operar. En la intervención, según relata su madre, sufrió una parálisis irreversible en una cuerda vocal, por lo que, ante la dificultad para tragar, es portadora de una gastrostomía que le ayuda a alimentarse. Afortunadamente, Triana no ha tenido problemas cognitivos ni auditivos, que sí suelen darse en otros niños debido a la prematuridad.
“Somos madres de cristal”
Isabel recuerda los 91 días que pasó Triana ingresada en la Unidad de Neonatología y destaca la impotencia: “Psicológicamente es muy duro”. “Somos madres de cristal, vemos a los bebes desde fuera de la incubadora y a través de los agujeritos de las persianas”, recalca Isabel, quien ha explicado que “la idea de ser madre es llevarte a tu bebé y llegas a casa sin bebé y sin tripa. Sabes que está en el hospital y no sabes si lo vas a sacar, cuándo lo vas a sacar y que hay un alto grado de probabilidades de que surjan complicaciones y a lo mejor no salga adelante”, lamenta. Así, esta madre describe la angustia de irse a casa y estar pendiente del teléfono: “Vivía obsesionada con que siempre tuviera batería y cobertura a partir de las 10 de la noche. Llegue a prohibir que me llamara todo el mundo, porque si suena el teléfono sabes que pasa algo”.
Destaca el sentimiento de culpabilidad que siente una madre en estos momentos e insiste en que hay que erradicarlo: “Ha nacido prematuro y no es tu culpa”, pero reconoce que es difícil. “Te planteas qué he hecho para que nazca antes de tiempo, si es porque he estado trabajando, si he hecho demasiados esfuerzos, si es por no hacer reposo… Es tremendo, pero ese sentimiento hay que borrarlo”, recalca, asegurando que es “una maternidad que durante unos meses la tienes que llevar de forma distinta”.
Cogió en brazos a su hija por primera vez a los dos meses
Isabel aún se emociona cuando piensa en la primera vez que sostuvo a su hija en brazos. Triana tenía casi dos meses, 57 días de vida. “Cuando te la ponen encima no te mueves. Pasan dos horas y para ti son diez minutos, porque piensas: eres mi hija y es la primera vez que te cojo después de dos meses”, recuerda y explica que “quieres que te sienta, te preguntas si le dolerá todo esto… sabes que es por su bien, pero a ti, como madre, te duele”.
Y el resto del tiempo, señala, sólo quería estar con ella, algo que “creo que el bebé lo nota también”. “Le ponía música a Triana en el móvil en modo avión y envuelto en 40 trapos y metido en una bolsa, lo metía en la incubadora, y se quedaba más tranquilita, lo ves en que bajan las constantes del monitor. También, le ponía las manos en la cabecita o en los bracitos. Ellos oyen, sienten y huelen y saben cuándo es su madre y cuándo es un sanitario”, detalla.
El proceso no ha sido fácil, ni para Triana, ni para su madre, ni para el resto de la familia. “Los primeros años requieren muchos cuidados, hay muchos ingresos en el hospital, es muy estresante y provoca ansiedad”, asegura Isabel, quien señala que según las estadísticas en el 40% de los casos la pareja se separa: “criar a un hijo es difícil y un prematuro genera muchos conflictos, puede haber enfrentamientos en la familia, o tantas atenciones al bebé que se descuida a la pareja”. “Toco madera por tener un marido muy comprensivo que llegó a aguantar todos mis malos momentos”, destaca.
También recuerda a su hijo mayor, Luis, que tenía cuatro años cuando Triana nació. Isabel fue ingresada de 20 semanas y dio a luz cinco semanas después. Cuando la pequeña nació, permaneció ingresada en Neonatos tres meses. “No estuve con mi hijo casi en esos cinco meses porque, aunque me lo traían y te animan a que te vayas a casa, no puedes, no eres capaz, psicológicamente te ves impotente y lo tapas con el hecho de estar ahí”, explica su madre. “Tienes el corazón partido entre tus hijos, pero sabes que el mayor está atendido y que él ya tuvo su tiempo cuando era bebé”, señala Isabel, reconociendo que “los hermanitos también lo sufren, pero ahora el que más te necesita es el bebé”.
Los niños prematuros, “los superhéroes de la historia”
Isabel Pradillo ha manifestado la importancia de que, tras pasar por la Unidad de Neonatología los padres “se abran”, porque, a veces, “cuando estamos tanto tiempo allí, salimos y queremos hacer borrón y cuenta nueva, y es una experiencia más”. “Yo cada día que lo cuento, incluso Triana cuando es consciente y ve sus fotitos le gusta verse y ver que era chiquitita y que ha salido adelante”, asegura Isabel, quien destaca que ellos, los niños prematuros, “son los superhéroes de la historia” y que “es muy bonito hacerles ver que son grandes luchadores y que no es malo haber sido prematuro”.
“Ha sido una etapa dura de su vida pero que han superado. Y a esas estrellitas que se van, porque hay estrellitas que se van, que sepan que aquí abajo se les sigue mirando hacia arriba, que se les recuerda igualmente, que son grandes luchadores igual”, ha subrayado, pensando en aquellos pequeños que no logran sobrevivir.