Tras padecer crisis de pérdidas de conocimiento, estrés, múltiples bajadas de peso y pasar por varios médicos, tratamientos y todo un calvario para dar con su diagnóstico, Vega dio con el problema, la celiaquía era la respuesta.
“Nadie me sabía decir que era lo que me pasaba, hasta que hace dos años un especialista en el aparato digestivo me encontró que tenía tres úlceras, helicobacter pylori, gastritis crónica, hiperplasia do dólar, anemia ferropénica e intolerancia al gluten”, relata la salmantina.
"Cuando encuentras un sitio donde puedes comer tranquilamente te sientes muy feliz"
A partir de este momento la joven comenzó un nuevo estilo de vida, donde la falta de información era su principal preocupación: “Desde que te detectan celiaquía tú tienes que investigar por tu cuenta. Es una enfermedad para toda la vida”. No obstante, afirma que esta afección no le impide hacer vida normal.
Sin embargo, Vega indica que la dificultad aparece cuando decide salir con sus amigos: “A veces me siento mal porque tienen que depender mí para ir a los sitios”. En este sentido, señala que “en Salamanca hay pocos lugares adaptados para celiacos” y que, como solución, en estos establecimientos explican que pueden adaptar la comida, pero sin asegurar que no haya contaminación cruzada. “En prácticamente todos los bares, lo único que te pueden ofrecer son aceitunas. Cuando encuentras uno donde puedes comer tranquilamente te sientes muy feliz”, añade.
"No considero que tengamos que tener los alimentos más caros que los demás"
Otro de los contratiempos con el que se encuentra estos días la joven charra, al igual que todas las personas celiacas, es con el incremento de los precios en los productos sin gluten. “Mientras a la gente una barra de pan le suele costar un euro, a mí un bollo sin gluten me vale tres y me dura uno o dos días administrándolo. Ha subido todo una barbaridad. Si me dices que es una cantidad considerable, pues lo pagas, pero no es así. Somos personas normales y corrientes y no considero que tengamos que tener los alimentos más caros que los demás”, critica.
Reivindicación por la que cerca de 3.000 celiacos se concentraron este pasado domingo en Madrid pidiendo subvenciones para el colectivo. "Soy celiaca, no rica", "no es una elección, es nuestra medicina" y "pedimos lo justo", son algunas de las frases que se podían leer en los carteles de los manifestantes. Ayudas con las que Vega no está de acuerdo, aunque sí que explica que está a favor de que los precios se equilibren.

Respecto a los productos que se venden para las personas celiacas en los supermercados, Vega recalca que cada vez hay más, pero muchos de ellos mal etiquetados. “No ponen nada de que pueda contener trazas de gluten y qué haces entonces, ¿te arriesgas?”
Por otro lado, la joven denuncia que, en alimentos como harinas o pan rallado, que igualmente han sufrido un aumento en su coste, agregan “demasiados aditivos” para conseguir un sabor parecido a los artículos con trigo.
"Ausencia de concienciación" y "mucho desconocimiento"
Asimismo, Vega manifiesta su malestar ante la ausencia de concienciación que existe actualmente en la sociedad y pide más seriedad con el tema: «Hay mucho desconocimiento y no se le da demasiada importancia. Me sienta muy mal que me digan: “Bueno, dejas de comer gluten y ya está” o “por un día no pasa nada”. Pues sí, sí pasa». Entonces, indica que, si se da esta situación, el dolor de estómago, la hinchazón, los vómitos y las cefaleas hacen acto de presencia durante la jornada.
Finalmente, la joven charra pide más seriedad con el tema, subrayando que todas estas consideraciones descritas anteriormente no son "un capricho”.
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