Como cada año este 3 de diciembre se celebra el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, con el objetivo de promover sus derechos y su bienestar en la sociedad, algo que se está consiguiendo cada vez más, aunque todavía no se ha logrado del todo. El por qué es cuestión de la vida de antaño, como indica Miguel Ángel Blázquez, trabajador social del Centro de Atención a personas con discapacidad psíquica (CAMP) La Salle: “Venimos de una tradición en que las personas con discapacidad no eran tenidas en cuenta”.
Una situación que ya ha cambiado gracias a la aprobación en 2006 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, según explica Miguel Ángel, aunque recalca que “queda mucho que avanzar. En nuestro día a día podemos identificar momentos en los que podemos ver algún tipo de discriminación. Ese paso es el que aún nos falta”.
Para acabar con la discriminación hacia las personas con discapacidad es de suma importancia dar visibilidad a la discapacidad, para que se trate con normalidad y se contribuya a la inclusión social. Algo por lo que luchan diariamente desde CAMP La Salle que lleva en pie desde 1989: “En el Centro queremos aumentar su visibilidad en la ciudad porque creemos que mucha gente no nos conoce. Estamos situados junto a los nuevos huertos urbanos en el barrio de La Salle y queremos enviar una foto a toda la ciudad en la que le decimos que estamos aquí, y que cada día hacemos un esfuerzo por la inclusión social. Nos gustaría que más personas nos conocieran y se sumaran a nuestra idea a favor de la inclusión”.

El Centro de La Salle está compuesto por un total de 59 personas, especializado en discapacidad intelectual, en personas de edad avanzada, con un trato personalizado debido a las diversas atenciones que precisa cada paciente: “Todos ellos cuentan con un plan de atención individualizado y una tutoría de seguimiento desde el modelo centrado en la persona”.
Para cumplir con las necesidades de cada uno de ellos se requiere de la figura del trabajador social como Miguel Ángel Blázquez, quien relata su experiencia, haciendo hincapié en que no es un trabajo “duro”: “Muchas personas me han comentado esa idea de que es algo duro, pero nada más lejos de la realidad. Puede haber momentos difíciles cuando la discapacidad psíquica tiene situaciones imprevisibles o de riesgo para la propia persona o para el resto. Pero cada persona es un ser humano como cualquiera de nosotros y tiene las mismas sensaciones y emociones que cualquiera, sus gustos o sus preferencias. Hasta la persona con una discapacidad más severa tiene la capacidad de percibir y sentir el buen trato, el cariño y las emociones”.
Asimismo, Miguel Ángel insiste en que “tratamos con personas que requieren una atención especial en alguno de los aspectos de su vida, nada más. Las visitas familiares o las salidas a comer con la familia se vuelven momentos inolvidables para las personas con discapacidad que viven en el centro. Cada día tengo dos o tres chicos que entran en mi despacho para ver si es su día de llamada al familiar de referencia. Marcelino, por ejemplo, me pregunta cada día, dos o tres veces, si ya es miércoles para llamar a su primo”.
El “empoderamiento” es también imprescindible para que las personas con discapacidad sean tenidas más en cuenta y dejen de estar en un segundo plano: “Hay algo esencial y que todos nosotros podemos hacer en nuestro día a día, que es preguntar a las personas con discapacidad qué desean en cada decisión que tienen que tomar en su vida.
No tratarles como niños es prioritario porque son personas con alguna limitación, pero que pueden perfectamente decidir sobre los aspectos que quieren en su vida. Necesitarán ayuda para alguna gestión y se la podremos brindar, pero el empoderamiento viene de la mano de evitar que ni su familia, ni sus amigos, ni las instituciones tomen decisiones por ellos”.

En este aspecto es también importante recalcar la precisión del lenguaje, algo sobre lo que también hay que concienciar a la población para que se evite por todos los medios usas términos despectivos frecuentados en tiempos pasados: “Los términos minusválidos, discapacitado o incluso niño ya no deben estar aceptados en nuestras sociedades. Lo ideal es hablar de personas que tienen una situación especial en su vida, en este caso, una discapacidad”, sentencia Blázquez.
Frente a la cuestión de si es la ignorancia la causa de la discriminación, Miguel Ángel se muestra contundente: “No solo es la ignorancia. Bien es cierto que cuando una persona tiene contacto con otras que requieren apoyos por discapacidad le cambia la visión en general. Se empiezan a ver situaciones de discriminación donde antes se veían situaciones cotidianas”, aunque matiza que “la discriminación a veces se hace desde el desconocimiento o en las menos, pero también ocurren, en búsqueda de un beneficio. Por desgracia, algunas veces vemos en prensa casos de establecimientos que prohíben la entrada a personas con discapacidad, actividades vetadas para ellos o incluso actividades donde no se les tiene en cuenta”.
Con el objetivo de dejar a un lado la discriminación y reforzar el papel de las personas con discapacidad en la sociedad, desde La Salle manifiestan que “nuestro equipo busca estar al día en cuanto a novedades en tratamiento o cuidados a las personas con discapacidad. Ahora mismo contamos con un proyecto de psicoestimulación y todas las personas participan en él.
Hemos solicitado recientemente pizarras digitales y contamos con unos nuevos ordenadores portátiles en todos los módulos del edificio. En Castilla y León tenemos la suerte de que se apuesta mucho por la innovación en términos de discapacidad y dependencia”.
Finalmente, el CAMP La Salle celebrará este 3 diciembre bajo el lema ‘Somos hojas: somos personas diversas, diferentes y únicas’, uniéndose el día 5 de diciembre a la marcha desde la Puerta Zamora hasta la Plaza Mayor: “Será un gran día de reivindicación, pero también de ocio, ya que saldremos un equipo amplio de profesionales y chicos a participar en la marcha”.
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