Este domingo, 26 de mayo, día de elecciones, había que guardar un espacio para un antiguo alcalde, el último antes de la dictadura de Primo de Rivera. Federico Anaya da nombre a una de las vías que aparecen en el callejero de Salamanca y que da salida hacia el polígono de Los Villares a la ciudad. Situada desde el final de María Auxiliadora, actualmente en la glorieta de Doña Urraca, y hasta la glorieta de Castilla y León, no ha estado exenta de polémica.
Y es que en 2009 cambió su longitud. El exalcalde Julián Lanzarote decidió que se acortara, ya que anteriormente María Auxiliadora llegaba precisamente hasta el colegio de su nombre. La avenida de Portugal cortaba ambas vías pero esta última ganó en longitud pese a las protestas vecinales. Algo que aún se mantiene.
La calle es medianamente reciente. De hecho, en una fotografía en salamancaenelayer.com realizada desde la Clerecía destaca al fondo un camino de tierra que a la postre ha sido María Auxiliadora y Federico Anaya. De hecho, el propio alcalde que da nombre nació el 23 de marzo de 1878 en Ciudad Rodrigo y murió en el balneario de Santa Teresa de Ávila el 10 de agosto de 1925.
De esta manera, este nombre lo recibió el 21 de marzo de 1933, mientras que anteriormente era conocida por Afueras de Sánchez Ruano. El alcalde se ganó perpetuarse en la historia de Salamanca con su corta vida, en la que llegó a combatir en Filipinas, ser presidente de la patronal, así como miembro de Cámara de Comercio, Junta de la Unión Popular, Cruz Roja y Casino de la Ciudad del Tormes.
Todo ello antes de dar el salto definitivo a la política, primero como concejal del Partido Republicano hasta que sus propios compañeros decidieron que ocupara la Alcaldía. Y su labor fue certera, según cuenta la historia, en el año y medio que ocupó el cargo, desde el 29 de abril de 1922 hasta el 30 de septiembre de 1923.
No le hizo falta nuevos impuestos para crear superávit y eliminar el déficit y pudo llevar a cabo mejoras en la ciudad. De hecho, fue quien propuso el 2 de mayo de 1923 la solicitud para que la Plaza Mayor de Salamanca fuese declarada monumento nacional.
El golpe militar de Miguel Primo de Rivera le apartó de una Alcaldía que pudo recuperar apenas un año después, aunque la muerte le llegó de manera inesperada en 1925. Hoy todavía su nombre aparece en las placas de la avenida el día que los salmantinos eligen a su alcalde.
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