La agricultura urbana ha resurgido durante los últimos años a nivel global, una actividad que contribuye a la consecución de varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la ONU para el 2030. Entre ellos, lograr la seguridad alimentaria y promover la agricultura sostenible, garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles y adoptar medidas para combatir el cambio climático.
Por tanto, los huertos urbanos podrían ayudar a que las ciudades sean más autosuficientes, si bien estos espacios se ubican en emplazamientos urbanos, sobre suelos que frecuentemente se encuentran contaminados debido a actividades antrópicas pasadas y presentes.
"Por este motivo, podría existir un riesgo potencial para la salud humana para los usuarios de estos huertos, asociado al trabajo directo en estas tierras o indirectamente a través del consumo de los alimentos procedentes de ellos", ha explicado el investigador de la UPM, Miguel Izquierdo.
En un trabajo inicial, realizado por el grupo de investigación 'PROMEDIAM' de la UPM, se constató que, de forma general, no existía riesgo para la mayoría de la población, salvo en el caso extremo de un escenario infantil en el que los niños usasen los huertos como áreas recreativas y toda su alimentación proviniera exclusivamente de productos cultivados sobre suelos contaminados.
Ayudan a las ciudades a ser más autosuficientes
No obstante, los criterios considerados en esta evaluación de riesgos eran "muy conservadores", lo que justifica, en base a los criterios de la Agencia para la Protección Ambiental de Estados Unidos, la necesidad de aumentar el nivel de detalle del análisis de riesgos, realizando un análisis probabilístico que considere los hábitos de uso y características de la población local.
Por ello, los expertos, cuyo trabajo ha sido recogido por la plataforma Sinc, han querido ahora recopilar datos específicos de la población, así como determinar los factores de acumulación de los contaminantes en las hortalizas, con el fin de incorporar estos parámetros y realizar una evaluación de riesgos más refinada que la anterior.
En este sentido, el análisis probabilístico de riesgos se llevó a cabo mediante 'EnviroPRA' y, para alimentar el modelo, se obtuvieron datos de concentraciones de elementos traza en suelos y lechugas cultivadas en huertos de la Comunidad de Madrid, así como datos sobre los hábitos y características de sus usuarios.
El uso de datos específicos de la población local arrojó unos índices de riesgo considerablemente menores que los obtenidos con valores genéricos, que se vieron aún más reducidos mediante la estimación probabilística. Las variables que estadísticamente más condicionaron este resultado fueron la frecuencia de visitas y el consumo de hortalizas procedentes de los huertos.
"Los parámetros de exposición estándar y los niveles genéricos de referencia para uso agrícola no son los más adecuados para establecer las concentraciones límite indicativas de contaminantes en los huertos urbanos, ya que los hábitos de uso de estos espacios varían mucho de una localidad a otra", han dicho los expertos.
Dicho esto, han asegurado que los huertos urbanos podrían ayudar a que las ciudades sean más autosuficientes, pudiendo promover una economía circular y sostenible, y fomentar la incorporación de la naturaleza al paisaje urbano.